Estoy francamente arrepentido de haber expresado alguna vez la necesidad de acabar con la democracia en Colombia para poder garantizar el libre ejercicio del poder por parte de la gente de bien, decente, blanca y de postín.
Me patraséo, me regurgito, me trago las palabras. Tras el límpido ejercicio electoral del pasado 9 de marzo, la apabullante realidad me ha confirmado que no hay sistema más justo, bonito, pulpito, maleable, adecuado y de papaya para nuestros intereses, que la democracia en materia electoral. La otra, la de la equidad, la justicia, la participación, el reparto asqueroso de los bienes, puro comunismo, el progreso (parte sustancial del Petro-peligro) la vaina chimba y terrorista del estado social de derecho, sobre todo eso yo me poposéo.
Vamos por partes. Lo más importante del resultado electoral es ver que justamente la democracia no funciona, no es representativa, no es legítima, pero si es legal. Si funcionara yo no estaría diciendo que hay que mantenerla y profundizarla. No. Volvería con mis argumentos de tierra arrasada frente al poder del pueblo y para el pueblo, una falacia afrancesada. Pero como no marcha, no opera y además arroja resultados súper favorables para los intereses patriarcales, para los afanes neoliberales y los designios divinos, es por eso que hoy la defiendo a capa y espada, a machete y ruana, estandartes de mi chulavitismo inveterado y exultante.
¡Estoy feliz con los resultados generales! ¡Carajo que preciosura la que se ha logrado! Miren ustedes: bendita abstención. Hemos conseguido una cifra prácticamente histórica, logrando que el 57% del pueblo ignaro y peligroso no participe. El populacho le ha comido de nuevo cuento a nuestras campañas en el sentido de que no vale la pena votar (sobre todo por los mamarrachos independientes e izquierdistas) porque justamente no hay democracia y son los mismos con las mismas y nada cambia. Y como les metimos esa idea con vaselina y Vick Vaporub para que se ardan, pues una vez más ¡lo hicieron! No votaron y de este modo pues ganamos los que movilizamos las tracto mulas de la mermelada, las volquetadas de fajos de billetes, las carretilladas de exquisita lechona o los tamalitos graneados. Entre más abstención más democracia. ¡Jajajaja! Ingenuos, huevones, los volvimos a encabar, pueblo pendejo…
De otro lado y gracias a un sempiterno y recurrente diseño social de mantener a la gleba en la ignorancia y el analfabetismo político, hemos logrado unos resultados aun más halagüeños: 1.485.000 votos nulos y 842.000 no marcados. Eso es el resultado de la nunca bien ponderada falta de educación en la que mantenemos a la caterva sibilina llamada proletariado o campesinado. Más de dos millones de sufragios lindamente tirados a la caneca, en beneficio de los nuestros, los válidos. Y ni que hablar del voto en blanco que aun cuando parecía ser una ola, un tsunami, por lo menos produjo 800.000 sufragios más, que como no les sirven a nadie, les sirven a nosotros que somos lo contrario de nadie, que somos el Todo, la divinidad hecha curuba, el verbo hecho arracacha… ¡Gracias Gustavo Bolívar, muchacho guapetón, refulgente quinta columnista de nuestra coreografía, de nuestra doctrina!
Y lo más lindo: conseguimos Senado y Cámara a nuestra imagen y semejanza gracias a que aritméticamente, unida la agraciada abstención y todo lo blanco, nulo y etc., solo votó menos del 30% de los electores, es decir los que están con nosotros porque los tenemos aceitados y disfrutan del maná clientelista. Descontadas algunas excepciones como los dos millones de terroristas que votaron por el Polo, los Verdes, los Indios y demás agrupaciones habaneras…
Miren ustedes, la democracia que tenemos es una joya: la lista de 19 impolutos senadores elegidos por el AUCD, Álvaro Uribe Centro Democrático, llega al Capitolio con apenas el 6% del censo electoral. ¡Chupen! Somos una mayoría minoritaria ¡y qué! Bendito régimen electoral, alabado tarjetón. Y eso que nos tumbaron unos votos unos más vivos que nosotros, pero no importa pues todo suma de este lado, donde estamos finalmente unidos por el único concepto válido, el de hacer plata, joder a los enemigos y adquirir imagen para poder tirar a las anchas.
Y más aún: ¡qué felicidad ver que tan solo en el Senado hay por lo menos 33 honorables que están investigados, relacionados o en complicidad con la nunca bien ponderada para política, eje político militar de nuestra causa, panacea de la combinación de todas las formas de lucha y hasta de locha, porque lo más lindo es que se sientan en el recinto pero no hacen nada, o si, son ellos mismos, embambados o siliconadas.
De otro lado, mal que bien las fuerzas pro sistema, pro modelo económico, pro colonia, que carajo, sumadas son mayoría. No nos vamos a poner a estas alturas y con un presupuesto de más de 200 billones de pesos para aprovechar, a ponernos a pelear. Santistas y uribistas, somos la misma vaina. Gestores de lo privado con incidencia en lo público, para auto defendernos de la pobreza y de los pobres. Si, es cierto que con el truhán Santos tenemos diferencias conceptuales. A nosotros nos gusta la moto sierra moderna y a él la daga cachaca. Pero unidos somos el propio Frente Nacional, el bipartidismo, el unipartidismo, el poder. Es decir y lo digo en mayúsculas, somos la DEMOCRACIA. Lo demás es la ralea, la escoria, la gaminería izquierdista, encabezada, por lo menos numéricamente, por el sibilino Robledo, donde se agazapan hidras y áspides como el Iván Cepeda, el Alirio, el Pata de palo, el Ospina, el Petro, la Claudia esa, la Ángela del demonio, la indiada, el Navas y demás basiliscos… José Obdulio descargará sobre ellos todo el peso de su verbo, todo el veneno de sus sesos…
A todas estas debo reconocer que en esta nuestra democracia privada ya tenemos una garantía de continuidad, de futuro. Se trata, quien lo duda, de Germán Vargas Lleras que más que delfín es una ballena que se traga a todos los Jonases del camino. Su candidatura vicepresidencial sumada a los parlamentarios que se mandó a elegir con el Cambio Radical (Continuismo Benigno más bien y por fortuna) entre los cuales hay prestantes dignatarios de negocios contemporáneos y de la economía marginal que tanto nos impulsa, garantizan que a nosotros no se nos va a caer el sistema por más Andrómedas fallidas. Vargas Lleras, ultra derecha exquisita, puro güisqui y refajo.
Por estas y muchas más razones que no caben acá, es que retomo los cauces de la democracia nuestra, como única garantía de que ella misma no exista. ¡Qué vaina tan sesuda! Sigamos así, bien conservadores de lo nuestro, para que nadie cambie, para que fluya una institucionalidad inexistente pero operativa. ¡Jajajajajaja!
Ad látere: Contra las hordas inmundas de los pata al suelo campesinos que vienen a subvertir de nuevo el orden público y privado, mano firme, garrote, Esmad y demás. Hay que arrasar la cumbre esa que han hecho y sacarlos despavoridos y desplazados de regreso a sus infelices chacras. ¡Ni una sola concesión! ¡TLC o sea Trabuco, Látigo y Culata para ellos!