Con las encuestas a favor, que le dan el 49 % de la intención de voto al Senado, el expresidente Álvaro Uribe entró de nuevo al ruedo con garantías de éxito electoral pero en medio de polémicas políticas y judiciales en su propio movimiento, el Centro Democrático.
La más sonada fue la captura por presuntos nexos con el paramilitarismo de Luis Alfredo Ramos, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia y quien era uno de los aspirantes mejor situados del uribismo para enfrentar al actual mandatario, Juan Manuel Santos, en las presidenciales del próximo 25 de mayo.
Esta no fue la única polémica, pues Uribe vio como se reabría el proceso contra su hermano Santiago Uribe, también por paramilitarismo, y la captura de su exjefe de seguridad, el general en retiro Flavio Buitrago, por lavado de activos y narcotráfico.
Para Alfredo Rangel, analista político y número seis en la lista de Centro Democrático al Senado, “no es casual que procesos que llevan muchos años revienten precisamente en el momento en el que surge el Centro Democrático como una alternativa polÍtica de cara a las elecciones”.
“En el trasfondo hay sin duda alguna una intencionalidad política en esas judicializaciones”, agregó a Efe el analista.
Esto respondería a datos como los de la más reciente encuesta publicada en Colombia, que le da a la lista del Centro Democrático al Senado, liderada por el expresidente, un 49 % de la intención de voto en las elecciones del próximo 9 de marzo. El 20 % votaría por otra lista mientras que el 31 % se sitúa en la franja de indecisos.
El analista político León Valencia, cercano a posiciones de izquierda, reconoció a Efe que el expresidente tiene “una favorabilidad muy grande en la opinión”, pero discrepó con Rangel de sus problemas judiciales.
“Hay muchas personas del entorno de Uribe involucradas en graves delitos y eso no lo puede soslayar nadie, ni siquiera la gente que tiene más consideración”, dijo Valencia, que agregó que “no se puede tapar el sol con las manos”.
Pero esa no ha sido la única polémica. La inclusión en el número nueve de la lista al Senado del polémico exasesor presidencial José Obdulio Gaviria ha sido aprovechada por la oposición y creado fricciones también en el seno del uribismo.
Óscar Iván Zuluaga, uno de los aspirantes a la Presidencia por el Centro Democrático y hombre de confianza de Uribe, cuestionó la decisión de incluir en la lista a Gaviria, primo de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante de la historia, y pidió su salida.
Una posición secundada por el exministro del Interior Fernando Londoño (2002-2004) , quien dijo que una persona como Gaviria “no puede ir al Senado de la República y menos en una lista de semejante categoría moral”.
Pero aparte de Londoño nadie dentro del uribismo apoyó la petición, aplaudida por la oposición, que provocó que Zuluaga fuera acusado de “desleal” por parte del exvicepresidente Francisco Santos, su oponente en la carrera por la candidatura a la presidencial.
Rangel dijo que Zuluaga y Londoño “han tenido una actitud que no es la más aconsejable”, aunque aseguró que dentro del Centro Democrático predomina “la unidad”, una opinión parecida a la de Valencia, que constató que por el propio liderazgo de Uribe, “no es posible que eso haga eclosión”.
Los buenos presagios electorales de Centro Democrático en el Senado contrastan con los de sus candidatos a la Presidencia. Francisco Santos, el mejor situado, apenas recoge el 7 % de la intención de voto entre los colombianos.
Valencia constató que los candidatos de Uribe a la Presidencia “pierden con todos los candidatos de la izquierda”, sin mucho apoyo electoral en el país, y que según las encuestas “no aparecen pasando a la segunda vuelta” .
Para Rangel, en cambio, el resultado del Centro Democrático al Senado, que va a ser “abrumador”, inclinará a una porción de la opinión pública en favor de Francisco Santos o Zuluaga, que podría afrontar con garantías una segunda ronda.
En caso de éxito electoral del uribismo las primeras consecuencias se vivirían en La Habana, donde el Gobierno negocia con la guerrilla de las Farc desde noviembre de 2012.
Rangel explicó que si Centro Democrático alcanza el poder “el primer paso será suspender las negociaciones”, mientras que Valencia alertó de que “si el proceso de paz está un poco cojo y llega Uribe se acaba de caer”. “Y está cojo y ahí es donde Uribe hace su agosto”, agregó.
La campaña electoral ya ha empezado de manera informal y el uribismo, que llega con la promesa de reforzar la seguridad, la misma que abanderó durante ocho años, aspira, al menos, a situarse con una clara mayoría en el Senado que le permita condicionar el próximo Gobierno.
Con EFE y el País.