Los alcances históricos que viene teniendo el proceso de paz en La Habana, contrastan con los escándalos de las campañas de los dos candidatos que lideran las encuestas por la Presidencia. Aunque ambas se caractericen por puntos diametralmente contrarios en este nuevo intento de firmar la paz con las Farc, la mesa de negociación maneja dinámicas diferentes a lo que está ocurriendo electoralmente en el país.
Tanto el presidente-candidato como Óscar Iván Zuluaga, vienen generando una nueva polarización en el país en relación al proceso de paz. Aunque en plena campaña política este tema puede generar debates, situación que la ciudadanía urge que se haga efectiva, no se puede dejar atrás los grandes avances que ha dejando este nuevo intento de terminación del conflicto por enarbolar banderas electorales anti o a favor.
Los recientes hechos en los que estuvo envuelta la campaña presidencial del Centro Democrático, en donde un hacker venía interceptando de manera ilegal a varias personas cercanas a los diálogos de paz, golpea la independencia que un proceso de esta magnitud debe mantener.
Cabe recordar que a pesar de varias talanqueras que han surgido entre el Gobierno y las Farc, los diálogos han dejado dos acuerdos ya pactados -Política Agraria y Participación Política-, lo cual representa un hecho histórico en las negociaciones con la subversión. Además del casi seguro convenio en un tema tan importante para la historia actual de la violencia en Colombia, como lo es la solución al problema de las drogas ilícitas y el narcotráfico.
Ambas delegaciones han coincidido en que lo que se viene trabajando desde La Habana es totalmente ajeno a cualquier intensión electoral. El líder negociador del gobierno, Humberto de la Calle, en su última alocución se comprometió a “que si hay acuerdo se lo comunicaremos a los colombianos sin ningún interés electoral, si no lo hay, lo haremos saber, pero esta es una discusión que lleva profundas sesiones de trabajo”.
En ese sentido las Farc, por medio del negociador ‘Andrés París’, aseveraron que no están en función de jugar a esa polarización electoral y su campaña es por el proceso de paz. “No somos las tortugas del proceso de paz pero tampoco seremos canguros que nos dejemos acosar para que nos sitúen dentro de agendas y cronogramas electorales. Nuestra campaña es por la paz”.
En este escenario se desarrolla la carrera por llegar a la Casa de Nariño. Entre ‘chuzadas’ y supuestas infiltraciones de dineros ‘calientes’. Es claro que todo el trabajo que se viene produciendo en La Habana hay que apartarlo de las elecciones que vive Colombia. Es demasiado importante al nivel que ha llegado ese nuevo intento por llegar al fin del conflicto armado, para ponerlo en riesgo por cualquier campaña en contra o a favor.