A raíz de la grave crisis que afrontan los servicios de urgencias en el sur de la ciudad, la Administración Distrital declaró la emergencia sanitaria en la capital durante los próximos seis meses. Pueden ser prorrogables.
El hacinamiento de las salas de urgencias de los hospitales distritales alcanza el 250 por ciento durante los fines de semana. Pero hay casos más críticos: el Hospital de Kennedy, por ejemplo, recibe hasta 300% más de los pacientes que puede atender durante los viernes, sábados y domingos.
Hospitales como el de Kennedy, el más importante de la zona, deben atender hasta a 200 pacientes diarios con seis médicos disponibles, teniendo los usuarios que enfrentarse a largas esperas o a no recibir la atención deseada.
Esta emergencia sanitaria le permitirá a las entidades del Distrito tomar medidas urgentes para ponerle fin a la crisis. Aunque el decreto estará vigente durante seis meses, se espera que entre tres y cinco meses los problemas más críticos sean solucionados.
Asimismo, el decreto autoriza al Ministerio de Salud y Protección Social expedir una resolución que permite, entre otras, que los hospitales puedan ampliar las áreas donde atienden las urgencias, mientras se toman soluciones de fondo.
Como prioridad en el Hospital de Kennedy, esta ampliar las camas ya que actualmente funcionan 80 pero se requieren cerca de 250 más para que dicho dispensario sea la Central de Urgencias del Sur de Bogotá.
Esta misma sede tendrá el primer Centro de Atención Prioritaria en Salud (CAPS) para atender alrededor de 150 pacientes que no tengan urgencias vitales, lo que ayudará también a descongestionar los espacios para atender a pacientes más graves.
Para solventar parte del problema, Bogotá necesita entre 4.000 y 5.000 camas más para toda su red pública de urgencias. De hecho, Kennedy no ha recibido actualización en sus camas desde hace 10 años, debido a problemas de corrupción.
Este hospital es emblemático en cuanto a problemas de servicio se refiere. Las obras de ampliación de sus servicios de urgencias solo han avanzado un 22 por ciento y los retrasos en los trabajos, en los que se han invertido 24.000 millones de pesos, ya completan seis años.