El Banco de la República consideró que las inversiones en infraestructura y todo lo que demanda el libre comercio y la competitividad podrían generar líos financieros al país porque se habla de egresos, situación que golpearía la calidad de vida de los nacionales.
El gerente general del Emisor, José Darío Uribe, dijo que si bien a mediano plazo la corrección del rezago de la infraestructura física del país es importante para elevar la productividad y el bienestar, los apuros que se corren no son para nada desestimables si se tiene en cuenta el tamaño de las inversiones proyectadas.
“Desde un punto de vista macroeconómico, las inversiones de cuarta generación o 4-G presionarán el gasto agregado antes de contribuir al crecimiento del producto potencial. Estos efectos podrían aumentar el déficit en cuenta corriente, a menos que fueran compensados por más ahorro o reducciones en la inversión extranjera directa orientada a la explotación de bienes básicos”, explicó Uribe.
El funcionario estimó que a diferencia de la inversión en los sectores minero-energéticos, los proyectos de infraestructura no generan ingresos en moneda extranjera y su rentabilidad social puede exceder su retorno privado. Comentó también que si la financiación externa se basa en endeudamiento más que en inversión de capital, el riesgo de los proyectos recaería en primera instancia en los residentes que toman el financiamiento, en contraste con la inversión en la explotación minero-energética, en la cual el riesgo recae en una proporción importante en el inversionista extranjero.
“Desde un punto de vista financiero, probablemente parte de la financiación de los proyectos sería canalizada a través de los intermediarios locales. Estos pueden cumplir un rol importante en el proceso y beneficiarse del mismo. Se debe, eso sí, ser cauteloso con las exposiciones de riesgo que esto implica y con los niveles de capital requeridos para respaldar el proceso.
Todas estas consideraciones dan motivos para pensar que el Estado tendrá que jugar un papel fundamental en el desarrollo de estas inversiones como estructurador, regulador, ejecutor de algunas de ellas y receptor final de parte del riesgo de las mismas”, aseveró.
Agregó que deben reconocerse los posibles conflictos de interés que el cumplimiento simultáneo de todas esas funciones implica y evitar que dichos conflictos, de materializarse, terminen debilitando la regulación y supervisión financiera. “Adicionalmente, deben contemplarse las contingencias fiscales implícitas y explícitas de estas inversiones en los marcos fiscales de mediano plazo, y, por ende, identificarse los mecanismos de pago de las mismas”.
En opinión del Banco Central, a largo plazo, como ha sido ampliamente reconocido por analistas del sector público y privado, el país debe progresar en la acumulación de capital humano sin dejar de lado la calidad de la educación y la nutrición infantil y avanzar en la consolidación de un marco institucional claro y eficiente en varios sectores, que facilite el desarrollo de los mercados de factores productivos tales como tierra, trabajo y capital.
“Esto es fundamental para alcanzar una distribución más equitativa de los beneficios del progreso. También es importante la preservación de incentivos adecuados al trabajo, el ahorro, la producción y la provisión de crédito en el diseño de los sistemas de seguridad social y de los subsidios del Estado”, apuntó el economista.
En su intervención ante la banca privada, Uribe supuso que el principal reto de la economía colombiana consiste en mantener niveles de crecimiento que permitan continuar elevando el nivel de vida de sus habitantes, el cual creció durante la última década de forma sostenida dado que los factores externos que han impulsado el crecimiento lo harán probablemente en menor medida en el futuro. “En ese sentido, el reto consiste entonces en evitar debilitar el marco de política con el fin de mantener tasas de crecimiento altas en el corto plazo, y concentrar los esfuerzos en políticas que remuevan obstáculos al crecimiento duradero de la productividad y permitan una distribución más equitativa de los beneficios del progreso”.
Lo primero, enfatizó, implica preservar la solidez de las finanzas públicas. Por tal razón deben ser prioridad de esta agenda los retiros oportunos de los estímulos fiscales contracíclicos y una expansión sostenible y sanamente financiada de los subsidios y de los bienes públicos.
“La profundización del acceso al crédito y los servicios financieros debe mantenerse a un ritmo compatible con la salud del activo y la capitalización de los intermediarios financieros, lo segundo conlleva a reconocer los cuellos de botella del crecimiento económico en distintos horizontes”, sostuvo el señor Uribe.
El Emisor dijo que la competitividad en Colombia ha registrado una tendencia decreciente desde la década de los setenta, mientras que en Estados Unidos se ha sostenido la tendencia al alza.
Es por eso, según el Banco, que a mediano plazo, una verdadera apertura comercial sería determinante para aumentar el grado de competencia al que está expuesto el aparato productivo nacional. Como lo muestra un estudio reciente de Jorge García y varios economistas del Banco de la República, la reducción arancelaria iniciada en los años noventa fue seguida por una proliferación de barreras y medidas no arancelarias que han sostenido un nivel general de protección alto.
“Sin mayor competencia, será difícil generar los incentivos para que el sector privado adopte mejoras productivas de fondo”, afirmó.
Expansión financiera es sana, pero genera riesgos
Para el Banco Emisor, la expansión de la banca colombiana en el exterior y principalmente en Centroamérica es un fenómeno interesante que ofrece a las firmas financieras excelentes oportunidades de negocio y puede proveer cierta diversificación de los riesgos macroeconómicos, dado que la sub-región es importadora de bienes básicos minero-energéticos y presenta una mayor exposición a la economía de los Estados Unidos No obstante, dicha expansión también viene acompañada de riesgos.
“Algunas economías Centroamericanas presentan altos grados de dolarización financiera y descalces cambiarios, así como limitaciones en sus facilidades de prestamista de última instancia. Varias de ellas tienen regímenes cambiarios semi-fijos y exhiben déficit significativo en sus cuentas públicas y externas”, precisó José Darío Uribe.
Así las cosas, el propósito común de las autoridades financieras colombianas y de los intermediarios involucrados debe ser alcanzar estándares de calidad de la información, gobierno, supervisión, regulación y cobertura de riesgos en sus sucursales externas y entes consolidados que sean al menos tan buenos como los de una entidad financiera que opere en Colombia.
Pilas con los intermediarios financieros
Para el Prestamista de Primera Instancia, otro fenómeno reciente ha sido el rápido crecimiento de los intermediarios financieros no bancarios. “Este desarrollo es bienvenido, por cuanto implica una ampliación de la gama de servicios y productos financieros disponibles para las firmas y los hogares. No obstante, esta expansión debe venir acompañada de una evaluación cuidadosa de los riesgos que enfrentan estos agentes y, de ser necesario, de un refuerzo de su regulación”.
Expuso que las autoridades están trabajando en este sentido, como lo muestra la regulación de liquidez para las firmas comisionistas de bolsa promulgada recientemente. “El examen cuidadoso de necesidades regulatorias de diversos riesgos en varios frentes continuará con el fin de fortalecer la resistencia del sistema financiero ante distintos choques”.
Colombia en la última década
En consideración del Emisor, el desempeño macroeconómico de Colombia en la última década ha sido satisfactorio. “El 3.5 por ciento de crecimiento promedio anual del PIB per-cápita entre 2004 y 2013 se compara favorablemente con el crecimiento en décadas anteriores”. Destacó que la inflación ha confluido a una meta baja y estable del tres por ciento.
Destacó el hecho que el país ha superado exitosamente los vaivenes de la economía mundial, especialmente los resultantes de la peor crisis financiera global de los últimos ochenta años y de la fuerte e inusual respuesta de la política económica en los países avanzados.
“Para Colombia, en particular, la crisis coincidió con el desplome de sus exportaciones a Venezuela desde niveles máximos históricos. En este entorno turbulento, la variabilidad del crecimiento del PIB per-cápita en Colombia ha sido menor que en décadas pasadas y que en otras economías emergentes”, señaló.
El Banco dijo que detrás del buen comportamiento de la economía colombiana hay varias causas como las condiciones externas que visiblemente favorecieron la demanda y los precios relativos de los bienes básicos que exporta el país.
“Como consecuencia, hemos experimentado una mejora sustancial en los términos de intercambio y grandes entradas de inversión extranjera directa. Esto ha impulsado el crecimiento del ingreso nacional y del producto. Asimismo, el acceso de los sectores público y privado al financiamiento externo ha sido amplio, dada la abundancia de liquidez internacional antes y después de la crisis global”, reiteró Uribe.
Destacó que de igual forma algunas acciones de política en Colombia contribuyeron significativamente al crecimiento del ingreso pues no en vano las mejoras en la seguridad y la consolidación fiscal elevaron la confianza de hogares, empresarios e inversionistas en la economía. “El logro de una inflación baja y estable redujo la incertidumbre sobre las tasas de interés reales y, posiblemente, sobre los precios relativos. Como resultado de lo anterior, el promedio de la inversión como proporción del PIB pasó de 19 por ciento en la década 1994-2003 a más de 22 por ciento del PIB en la siguiente”.
Los análisis del Banco de la República califican de exitosa la adopción del esquema de Inflación Objetivo como estrategia de política monetaria que ha sido fundamental para alcanzar y mantener la meta de inflación del tres por ciento, así como para afianzar la credibilidad de la misma.
“El nivel de vida de los colombianos mejoró de manera notable en la última década, producto de situaciones exógenas excepcionalmente favorables y de avances importantes en el marco de política macroeconómica y en la seguridad. Sin embargo, es razonable suponer que el impulso al crecimiento proveniente de factores externos perderá fuerza en el futuro”, concluyó.
El Emisor tiene claro que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente para crecer a tasas altas por períodos prolongados de tiempo. Por tal motivo hay que evitar acciones que debiliten el marco de política macroeconómica con el fin de mantener tasas de crecimientos altas en el corto plazo.
Lo anterior invita a trabajar juiciosamente en políticas que remuevan los obstáculos al crecimiento duradero de la productividad y que permitan una distribución más equitativa de los beneficios del progreso.