El excanciller uruguayo asumió como secretario general de la Organización de Estados Americanos con el reto de recuperar la confianza de la región.
Dos décadas estuvo a cargo de la organización el chileno José Miguel Insulza, tiempo en el que surgieron nuevos foros latinoamericanos que crearon espacios propios al margen de EE.UU, basados en la desconfianza que genera la OEA en los países del centro y sur del continente americano.
Dicho inconformismo de gran parte de la región se fundamenta en la posición de varios Jefes de Estado que argumentan que más que apoyar la integración regional, la OEA fue un instrumento de los ‘países hegemónicos’ para imponerse sobre Latinoamérica, siendo el principal de ellos Estados Unidos.
Una OEA debilitada y opacada por las nuevas organizaciones de orden continental que trabajan alejadas de la potencia norteamericana, como la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) o Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) , es la que recibe el excanciller del gobierno de José Mujica en Uruguay, que llego con gran optimismo y nuevas propuestas.
Su cuenta en Twitter ‘@Almagro_OEA2015’ describe en su perfil: “Mi visión: riqueza compartida y oportunidades para todos en las Américas y Caribe, con una OEA que fortalezca la democracia, la seguridad, los derechos humanos”.
Es precisamente la igualdad y los derechos humanos lo que Luis Almagro propone dentro de la renovación de la organización tal como el mismo secretario lo trinó.
Almagro, se comprometió en su toma de posesión además a lograr que el organismo continental sea más resolutivo y a buscar la integración plena de Cuba tras el levantamiento de su suspensión en 2009.
Con el “diálogo” como bandera, Almagro desgranó en su discurso de asunción los objetivos clave de su mandato: renovar la OEA, superar las divisiones actuales y convencer a Cuba de que vuelva a ser un miembro activo.
Una institución “insalvable” y “obsoleta”
Para el presidente de Ecuador, Rafael Correa, la razón por la que este organismo es insalvable se debe a que ‘nació mal’, por según él, ser un instrumento de Estados Unidos para controlar la región.
No obstante, pese a que el vecino del norte ha mantenido su influencia, es difícil que la OEA se convierta en un espacio de consenso, como sugiere Michael Shifter del centro de estudios Inter-American Dialogue a la agencia Efe . De acuerdo a Shifter, la región vive una ‘división nunca antes vista’.
La institución también debe hacer frente a una difícil situación económica, como ha indicado el secretario saliente, Insulza.
El chileno ha declarado que hay grandes retrasos en el pago de las cuotas de los países miembros, quienes mantienen una gran dependencia del presupuesto estadounidense, que pone el 60% del dinero con el que funciona el organismo. Insulza pretendía disminuir este porcentaje al 50% y repartir el resto entre los países miembros, tarea que queda en manos de Almagro.