“En Colombia todavía se respira anhelo de venganza”

Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga cumplió un año al frente de la Conferencia Episcopal de Colombia, un año importante pues ha sido uno de los religiosos más activos dentro del proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana.

Desde siempre ha estado involucrado en el trabajo por alcanzar la paz del país; ha sido un férreo misionero en lugares como el Putumayo, Caquetá o San Vicente del Caguán, donde el conflicto armado ha estado tan presente en las últimas décadas.

Es bogotano, tiene 73 años y con su voz apacible y generosa habló con Confidencial Colombia sobre su trabajo y su relación durante los últimos meses con la mesa negociadora.

Ya cumplió un año al frente de la Conferencia Episcopal ¿Cómo le ha ido?


Me recordaron que llevo un año en la Conferencia Episcopal, no me acordaba. El primer año fue un poco complicado porque tenía muchas responsabilidades; sigo siendo Arzobispo de Tunja, era administrador de las Diócesis de Sogamoso y Duitama. Creo que ha sido un año muy interesante. Ya tenía experiencia como presidente de la Conferencia, en una época anterior. Estamos trabajando, entendiendo los problemas de la iglesia con el Papa, en la Santa Sede, y con los temas en general que le competen a la iglesia Católica.

Hablando del Papa ¿cómo va la logística para la visita en Colombia?


He hablado con él en el solio sobre la familia, pero en ese momento no se había pensado en la visita. La visita del Papa está en proceso, lo que sí es cierto es que va a venir, pero lo que hay que definir es cuándo y dónde va ir aquí en el país. En la última Asamblea Episcopal estudiamos todo eso, se armó un borrador que se presentó a la Santa Sede. Y bueno, allá mirarán a ver qué les parece, esperaremos respuesta.

¿Cuál es el balance de la iglesia y su trabajo frente a los diálogos de paz?



Creo que hay varias cosas. Por una parte ha sido muy interesante acompañar a las víctimas. Fue una tarea que me correspondió, acompañarlas en los diálogos, eso fue muy benéfico para ellas como para la mesa de negociación. No solo por la visita, sino porque pudieron denunciar los hechos que tenían en el corazón, cada una se dio cuenta de que no era la única persona que estaba sufriendo y que hay personas que están sufriendo mucho más, eso supera la condición de víctimas a sobrevivientes.

En cuanto a las relaciones con la Mesa Negociadora, fueron durísimas porque las víctimas decían todo lo que tenían en el corazón y hacían señalamientos a personas; otras pedían la verdad de las cosas. De manera que eso fue duro. Sin embrago, eso ayudó mucho a la mesa para considerar más fácil el reconocer que han hecho cosas; por un lado, las Farc reconoció que han hecho cosas atroces, y por el otro el Estado, que no había hecho algo para mitigar el dolor. Todo esto fue positivo para avanzar hacia una conciliación.

Ahora, el proceso independientemente de esto de las víctimas, me parece que está caminando lentamente, sin embargo, han habido avances; hay que entender que hubo procesos que se hicieron antes que tenían mucha libertad porque no habían unos parámetros especiales. Ahora está la Corte Penal Internacional que pone unos parámetros. Hay que trabajarle duro a todo lo relacionado con la justicia transicional y encontrar formulas para salir de este atolladero.

Usted ya hizo de alguna manera parte de la mesa con el acompañamiento a las víctimas, por lo menos ha sido uno de los colombianos que ha tenido contacto directo con el proceso, teniendo en cuenta esto ¿qué tan dispuestas están las Farc a reconocer sus errores y pedir perdón?


Yo veo que las Farc están tomando muy seriamente este proceso. Siguen la agenda ya establecida. Sobre el perdón, diría que ellos no han sido implícitos sobre este tema, pero algunos de ellos se acercaron a las víctimas y pidieron perdón.

Recuerdo, por ejemplo, cuando Iván Márquez se acercó a una de las víctimas que perdió a toda su familia y le pidió perdón a esta mujer. Márquez lo hizo de una manera sincera y eso le llegó a esta persona, este gesto le ayudó a recuperarse. Esto fue algunas de las cosas bonitas que pasaran en estos encuentros.

Pero creo que como organización es más difícil pedir perdón, pero ya llegarán en algún momento a hacerlo, por lo pronto la gran preocupación de ellos es la justicia, es decir las penas que tienen que cumplir, y en eso hay una cuestión bastante delicada, porque ellos tienen que cumplir penas, pero no la de la cárcel común y corriente.

Su labor sacerdotal ha estado muy vinculada con la lucha de alcanzar la paz, ha estado en departamentos donde el conflicto ha hecho presencia durante los últimos 50 años. Desde su experiencia ¿la justicia, la que tanto quiere Colombia, va de la mano de la reconciliación y del perdón?


Es un hecho que nuestro país está sobrecargado de sentimientos de odio y de venganza; donde lo que se quiere de verdad es justicia y nada más que justicia, y eso se da porque las víctimas son demasiadas, en Colombia todavía se respira ese anhelo de venganza.

La Justicia no excluye al perdón; la relación entre el perdón y la justicia es un poco complicada, porque el perdón es un don, es un regalo que uno le hace a una persona, no es un deber, es un don que uno hace sin pedir nada a cambio , si se pide algo a cambio pues eso no es perdón. Sin embargo eso no quiere decir que la justicia no haga su camino, es decir, uno no tiene que esperar que el victimario pague primero para perdonar.

El perdón se da y se pide sin condiciones. Por su parte la justicia también ayuda a que la víctima se rehabilite. El perdón está más del lado del amor que de la justicia, el perdón es una expresión de amor hacia otra persona.

Hay partidos que han sido muy críticos del proceso de paz, por ejemplo, el Centro Democrático. ¿Qué opinión tiene usted frente a esas críticas que suscitan amores y odios en la opinión?


He dicho en los medios que todos esos grupos también le prestan un beneficio a la paz, en el sentido que son críticos del proceso; el proceso tiene muchas cosas que no son positivas, empezando por la pedagogía. En este caso deberían saber explicar lo que está pasando en la Mesa Negociadora para que los colombianos más sencillos entiendan y no se dejen despistar. (…) El proceso hay que defenderlo. Hay que ayudar a entender, porque la confianza se fue al suelo con los últimos hechos, es decir quedó como un carro con las cuatro llantas desinfladas.

¿Cuál va a ser el papel que van a desempeñar Monseñor y la iglesia de aquí en adelante con los diálogos, y en un posible escenario de posconflicto?


Como iglesia sacamos un comunicado reafirmando el deseo de apoyar el proceso de paz, aún cuando ahí hay tanta divergencia de opiniones porque los obispos reflejan lo que ha pasado en las regiones, hay regiones que están de acuerdo con el proceso de paz, hay otros que no quieren saber de los diálogos, sin embargo, nuestra idea es apoyar el anhelo de los colombianos que es la paz.

Creo que el problema no es la paz, sino el camino para llegar a ella, algunos dicen que este canino no sirven y otros que sí, pero todos quieren llegar al mismo punto.

Mensaje:


“Esperamos que el proceso vuelva a tomar fuerza, que vuelva a conquistar la confianza de los colombianos y darles esperanza de que sí será posible llegar a la paz. Invito a todos los colombianos y todos los que tienen fe para que le oren a Dios para que esto se haga una realidad”: Monseñor