La familia Leyton restaura desde su taller en Bogotá clásicos y antiguos que salen a rodar por el país como joyas de colección. Un Camaro y el Mustang de “60 segundos” están entre sus proyectos más aplaudidos.
Con la paciencia de los artesanos, Enrique Leyton, transforma objetos de deseo en flamantes máquinas restauradas. Orfebrería pura para convertir un Ford Mustang 67 hecho cenizas en un Eleanor, como el de la película 60 segundos, certificado. O una camioneta Ford del 56 que como pensionada en el campo, recupera sus bríos al estilo de los hot rods pura sangre. Obsesión por los detalles que siguen al pie de su letra la docena de operarios entre tapiceros, latoneros, pintores, mecánicos y ayudantes que ensamblan guardabarros, corrigen costuras, brillan pinturas o afinan motores en su taller del barrio Los Alcázares, vecino del Siete de Agosto.
Acompañado por sus hermanos, su padre, su hijo y su esposa, supervisa, corrige, aprueba, sugiere. Un proceso que arrancó hace 15 años como proyecto personal, con un Chevrolet modelo 55 que gustó tanto, que lo motivó a reorientar su negocio.
“Empecé con un taller exclusivamente dedicado a vehículos nuevos de General Motors. Un día hice uno para mí, que fue un Chevrolet Bel Air del año 55. Llegó un cliente y me dijo que le ayudara con eso, yo tenía un poco de pereza pues es un poco dispendioso, tomé la decisión de hacerlo, hicimos uno, después llegó otro, otro y bueno el mercado nos ha venido cambiando de una manera interesante hasta el punto que hoy el 95 por ciento de nuestros autos son clásicos y antiguos“, explica.
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