La postración de la economía campesina expresada en baja rentabilidad, costos elevados de producción, importaciones masivas de alimentos, contrabando, clima, elevados costos de los insumos y competencia desleal tiene ahora un nuevo componente y son los agiotistas que ya se están apropiando de fincas y tierras productivas.
La denuncia fue hecha en Confidencial Colombia por los miembros del movimiento de Dignidad Campesina quienes ya le dijeron al ministro de Agricultura, los alcances de este tipo de créditos no bancarios que están lastimando el peculio de los labriegos más pobres o con mayores líos de solvencia.
Los representantes de Dignidad Campesina aseguraron que lamentablemente muchos labriegos han perdido sus predios por hacer uso de créditos impagables o gota a gota que lo único que pretenden es adueñarse ilícitamente de las tierras. Para el agricultor, dijeron, esos empréstitos de particulares no bancarios deben estar en la mira de las autoridades porque están acabando con lo poco que les queda a los campesinos.
Los problemas en el agro siguen
El vocero de Dignidad Arrocera, Patrocinio Torres en declaraciones a este medio precisó que a la fecha todos los agricultores, desde los más potentados hasta los más pequeños están muy afectados por toda la convergencia de problemas que pasan inclusive por la tasa de cambio porque facilita las importaciones. A todo lo anterior, comentó, se adiciona el alto costo de los insumos y los fertilizantes.
Para colmo de males, precisa el Ingeniero agrónomo hay un terrible lío de cambio climático que se articula con inconvenientes fitosanitarios que no son subsanados por el retraso en investigación por parte del estado. “Los entes de investigación quedaron a la deriva. El país tiene grandes líos en arroz, algodón, maíz y otros cultivos de clima caliente. Mientras en otros países desarrollan híbridos y una genética de alto turmequé, nosotros seguimos con variedades de semilla nativa”.
Por todo lo anterior, explicó el vocero, se registró una terrible noticia para la industria nacional por los precios del arroz blanco en los mercados internacionales.
Actualmente los datos financieros dan cuenta que hay muchos productores sumidos en las deudas, factor que no permite ser optimista hacia el futuro.
“No vemos expectativas de rentabilidad en mediano o largo plazo, definitivamente el sector agropecuario está quiebra” señaló Torres.
Del arroz con pollo al arroz chino
En materia de arroz, los costos de producción dejan a más de uno preocupado toda vez que una hectárea sembrada, equivalente a 100 bultos, es decir 6.2 toneladas que demandan seis millones de pesos, no compensan la inversión frente al contrabando.
“Hoy producir un kilo de arroz cuesta más de 2.000 pesos, pero por efectos TLC, contrabando y acuerdos con el vecindario el precio del cereal llega por debajo de los 1.600 pesos el kilo, dejando ver un diferencial muy grande y una falencia en renta que no permite continuar con las siembras”, comentó.
De acuerdo con los productores, la calidad del arroz colombiano está entre las mejores del mundo, pero deploran que los nacionales siguen consumiendo cereal extranjero de baja calidad y caracterizado por su contaminación con plomo y cianuro que es lo que se cuestiona de los granos que tienen como origen el continente asiático. “En esos países riegan el arroz con desechos industriales como lo denunció la BBC de Londres, eso no es capricho mío”.
¿La 970 es una salida en investigación?
Para los arroceros es indudable que Colombia desde el aparato estatal requiere de más y mejor investigación en la parte genética toda vez que la investigación y la producción de semillas de alta calidad suele costar millones de dólares, valores que no pueden asumir ni la industria ni los campesinos. En materia de semillas, aseveró, hay que tener en cuenta la seguridad alimentaria y no exponerla ante las exigencias de los TLC con países que saben que tiene Colombia, pero que aun así se apoderan de las patentes y de todo aquello que tenemos como biodiversidad.
Lo cierto del asunto es que los campesinos no están cerrados para tratar el tema semillas con el Gobierno y por eso dicen que es necesaria una mesa con el Ministerio de Agricultura y con entidades tan importantes como ICA y Corpoica para propender por nuevos desarrollos, pero evitando monopolios como los de Fedearroz.
“Necesitamos semillas buenas, resistentes y competitivas porque mientras en Ecuador un kilo de semilla cuesta 1.500 pesos, en Colombia ese kilo vale 3.000 pesos, teniendo en cuenta que es semilla de calidad la del país hermano”, dijo.
Colombia tiene más de 400.000 hectáreas cultivadas con arroz que generan en promedio 70.000 empleos por mes.
Arrocito en bajo
La realidad arrocera nacional es cruda y la situación es tan grave que los productores han tenido que pasar de los créditos bancarios a los prestamos particulares lo cual ha dejado saldos terribles para el sector.
Hoy no solamente se pierde empleo y calidad de vida sino que se están perdiendo las parcelas porque aparte de los fortuitos prestamistas que llegan a pescar en rio revuelto, el agro-comercio, la industria y los bancos están ejecutando embargos. “Los agricultores están reventados, les cerraron el flujo de crédito y por eso busca el agro-comercio que le presta así estén reportados en las centrales de riesgo. Esto no pasaría si hubiese política de estado para el agro que permitiera el acceso al sistema financiero formal”.
El señor Torres reveló que infortunadamente muchos campesinos han perdido tierra, maquinaria y propiedades que inclusive fueron activos que salieron a remate. “La situación es de precarización social y económica, tal y como van las cosas no habrá nada que hacer, el campo está muriendo y no hay dolientes”.
Con corte a octubre, muchas personas perdieron sus fincas en el Meta, Arauca, Casanare y básicamente en todos los departamentos productores. A eso se suma que muchos profesionales están comprando fincas para hacer una inversión diferente al agro, desplazando al campesino.
“La tragedia del agricultor y la pérdida de su propiedad es un negocio que llama la atención porque ahora cualquier ente que emprenda un embargo y adelante un remate va sobre un 70 por ciento y allí prima el factor oportunidad porque nadie compra cuando uno está en bien, el negocio es comprar barato en medio del problema con la ecuación inaceptable de quien tiene el dinero contra el que tiene el desespero”.
Para los arroceros del movimiento Dignidad, es urgente morigerar el precio de los combustibles destinados para el agro, es decir, no carburantes de cinco, sino de dos dólares porque tal y como está la cotización no hay competitividad, como tampoco la hay por la carencia de infraestructura y el retraso vial que no permite llevar alimentos a los grandes centros de comercio de manera eficiente.
El agricultor sostuvo que con el tema de los insumos hay que meter en cintura a las multinacionales que están abusando del campesino, precisamente por la falta de investigación.
“Es duro decirlo y reconocerlo, pero pasamos del campo digno a la cochina calle y lo preocupante del cuento es que con hambre y miseria no hay paz”, concluyó.