Luego de que la Corte Suprema del país norteamericano avalara la unión matrimonial de parejas del mismo sexo, el Senado de la potencia mundial decidió aprobar la reforma migratoria, a la que solo le queda un debate en la Cámara baja. Las comunidades minoritarias verán en Estados Unidos, si se aprueba la iniciativa, un mejor lugar para vivir.
Sesenta y ocho de los senadores que componen la Cámara alta de los Estados Unidos le dieron el sí a una reforma histórica. Esa que desde hace décadas han pedido los millones de inmigrantes del país más poderoso del mundo para legalizar su situación migratoria y poder vincularse, de una vez por todas, a la sociedad norteamericana.
“Yes we can” y “yes we did” fueron las consignas que se escucharon este jueves en el Congreso de ese país. La mayoría del legislativo decidió dar vía libre a la reforma migratoria y enviar al proyecto a la Cámara baja para que, en menos de un mes, esa corporación decida si la iniciativa se convierte en una ley de la nación.
“Es el inicio de un día maravilloso para Estados Unidos porque siempre ha sido una nación de inmigrantes”, dijo el senador demócrata Charles Schumer, descendiente de una familia judía procedente de Rusia y Polonia. “Los inmigrantes siempre han sido los grandes motores del crecimiento económico, innovación y renovación que este país ha conocido”, agregó.
Sí. Es un día histórico para los Estados Unidos, una nación que ha defendido derechos a la propiedad privada, al uso de las armas y a las libertades individuales, pero que nunca antes se la había jugado de manera tan decidida por hacer valer los derechos de las comunidades menos privilegiadas de su país.
Esta decisión, que pone a la reforma migratoria un 50 por ciento más cerca de ser una realidad, se suma al fallo del Tribunal Supremo de ese país, que este miércoles declaró inconstitucional la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA, por su sigla en inglés), que lo define como “la unión entre un hombre y una mujer”.
La DOMA “es inconstitucional”, dado que “viola los principios del debido proceso y la igualdad de protección aplicables al Gobierno federal”, según el fallo redactado por el juez Anthony Kennedy y apoyado por los cuatro magistrados progresistas del alto tribunal. El matrimonio como la unión heterosexual en Estados Unidos queda, pues, sin piso.
“La decisión de hoy sobre DOMA es un histórico paso adelante a favor de la igualdad de los matrimonios. El amor es amor”, señaló ese mismo día el mandatario Barack Obama en su cuenta oficial de Twitter.
Parece que las promesas que el Presidente le hizo a sus electores en el discurso de posesión al segundo mandato no fueron solamente un arma política. Obama se ha comprometido con los gays, los latinos, los minoritarios, a defender sus posibilidades de vida en la “nación de la libertad”.
Pero el camino no está construido aún. Los republicanos manifestaron su inconformidad ante la decisión de la Corte Suprema y 32 de los 100 senadores votaron negativamente el proyecto de reforma migratoria.
La pelea es, ahora, en las calles. Pueden pasar meses para que la reforma migratoria llegue al escritorio de Obama, y varios Estados pueden desacatar la decisión del Alto Tribunal, pero queda la sensación de que el aparato institucional estadounidense comienza a desarrollar, en serio, una política de preservación de los derechos de todos.