No se hagan ilusiones. Los chavistas no abandonarán el poder hasta dentro de dos años, cuando se celebren las elecciones del 2019. Hasta ahora han impedido un referéndum legal para que el pueblo decida si quiere seguir con Maduro. Han impugnado a la Asamblea, suspendiendo sus decisiones pues los chavistas controlan el Tribunal Supremo. Han metido a la cárcel a su mayor enemigo político, Leopoldo López. Y han ganado tiempo usando la mediación de la Iglesia, para dar falsas esperanzas a la oposición.
¿Lo último? Se han reído de la Asamblea Nacional. Los diputados de la oposición votaron a favor de convocar nuevas elecciones por “abandono del cargo” del presidente Maduro. El Tribunal Supremo, en manos chavistas, volvió a desautorizar esta votación de la Asamblea, con lo cual, si hubiera referéndum este año, ya no habría elecciones, sino como mucho, se traspasaría el poder del presidente Maduro a su vicepresidente, Tareck El Aissami. Lo cual significa dos años más de chavismo.
Si yo fuera chavista, y tuviera un cargo en el poder, habría hecho lo mismo.
La razón es muy simple: en el momento en que sean desalojados del poder, caerán sobre los chavistas una lluvia de demandas. Irán a la cárcel. Por eso están muertos de miedo.
Voy a poner un ejemplo: en 1994 se detuvo al presidente del país Carlos Andrés Pérez bajo la acusación de malversar fondos reservados. Dos años después, en 1996, Pérez fue condenado a dos años de arresto.
Repito, Pérez era presidente. Fue destituido, juzgado y encarcelado.
Ahora comparen eso con la situación actual: los 250 millones de bolívares (17 millones de dólares de entonces) que malversó Carlos Andrés Pérez del Ministerio del Interior, son un granito de arena comparados con los miles de millones de dólares (la cifra en bolívares es mucho más escandalosa), malversados, desviados y robados al país en 18 años de chavismo.
Pérez fue acusado de malversación. Maduro y su gobierno no solo van a ser juzgados por malversación, sino de supuesto tráfico de drogas, de ayudar a la guerrilla colombiana de las FARC, de expropiaciones injustas, de arruinar a la mayor empresa pública del país (PDVSA), de estragos alimentarios e incluso de homicidio por ser los responsables de las muertes de miles de personas por hambre, por falta de medicamentos y por atención médica. Eso sin referirme a los 29.000 asesinatos que se producen en Venezuela cada año, producto de la inoperancia de las fuerzas de seguridad del estado.
La situación económica, política y social venezolana ha llegado a un grado de colapso tan profundo, que es muy difícil pensar que los chavistas del PSUV puedan ganar las elecciones regionales de este año (en teoría debieron celebrarse el año pasado) y las presidenciales de 2019.
De aquí a 2019, los chavistas harán todo lo posible por liquidar los últimos vestigios de la soberanía popular. Retrasarán las elecciones. Falsearán los resultados. Inhabilitarán a los políticos elegidos.
Es su única salida: saben que, o destruyen la soberanía del pueblo venezolano, o irán todos a la cárcel. Estamos en tiempo de descuento para los chavistas.
*Carlos Salas es un periodista hispano venezolano. Especializado en Economía, ha sido director de El Economista, Capital, Metro y lainformacion.com. Es autor de varios libros de Periodismo, y de otros sobre la crisis financiera mundial de 2008. Colabora en el diario El Mundo, en lainformacion.com, y en idealistanews.com, y da clases de Periodismo y Comunicación en universidades y escuelas de negocios. Vive en Madrid, España. |