El exceso de velocidad aparece como la principal causa del accidente ocurrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela, en Galicia. La tragedia ferroviaria ha causado 79 muertos y unos 130 heridos, dejando gran conmoción en toda España.
Luego de que el maquinista admitiera que tomó la curva que produjo el descarrilamiento a 190 kilómetros por hora, en lugar de ochenta, que es la velocidad permitida en esta zona, se fortalece la hipótesis del exceso de velocidad como principal causa del siniestro.
Cabe recordar que el tren había sido revisado el mismo día del accidente, por lo que la velocidad se maneja como primera hipótesis del siniestro a falta de los informes de los peritos.
Varias fuentes de la investigación afirmaron que, tras el accidente, el conductor del tren admitió que iba a unos 190 kilómetros por hora en una conversación que mantuvo con el delegado del Gobierno en Galicia y que también lo había dicho a través de la radio del tren.
En las tareas de rescate participaron centenares de agentes de la Policía, personal sanitarios y expertos en accidentes ferroviarios, incluidos en el dispositivo de emergencia. También vecinos de la zona donde ocurrió que fueron los primeros en llegar al lugar y en intentar socorrer a las víctimas atrapadas en los vagones.
En el convoy viajaban 247 pasajeros y cuatro tripulantes, según informó la compañía de ferrocarril.
La “caja negra” está en manos del juez y, según el presidente de la compañía ferroviaria pública española Renfe, no se tardará mucho en conocer las causas del accidente.
El tren, que cubría la ruta entre Madrid y Ferrol, descarriló a pocos kilómetros de Santiago. Por la gran velocidad, se puedo comprobar que uno de los vagones salió volando por los aires, superando el muro de la línea para impactar en el exterior.
El suceso ha causado una enorme conmoción y tristeza en España, ya que se trata del accidente de tren más grave de las últimas cuatro décadas.
Se produjo además a escasas horas de la principal fiesta de Galicia, cuyo Gobierno regional decretó siete días de luto oficial. La Administración del Estado guardó un minuto de silencio a mediodía y los partidos políticos suspendieron sus actos públicos, al igual que hicieron el rey Juan Carlos y el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, con sus actividades oficiales previstas.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, natural de Galicia, visitó el lugar del accidente y acudió a los hospitales a visitar a los heridos.
Las muestras de solidaridad llegaron de todas partes, desde el Papa Francisco, quien desde Brasil se unió al dolor de las familias españolas, a las instituciones de la Unión Europea, el presidente de Francia o los Gobiernos de diferentes países latinoamericanos.
Este incidente, ocurrido en Santiago de Compostela, lugar de peregrinaje para los católicos y que en los próximos días debía celebrar su fiesta más popular, es el accidente más grave en cuarenta años en España y el que más víctimas ha causado en todo el mundo en lo que va de año.