Finalmente los conservadores alcanzaron la mayoría absoluta

Los ‘tories’ de Cameron son en el partido más votado en las elecciones más inciertas de las últimas décadas. El ‘premier’ ha dado la sorpresa mientras Miliband y Clegg son los grandes derrotados.

De empate técnico a mayoría absoluta. Los conservadores de David Cameron han roto todas las previsiones y se han convertido en el partido más votado en las elecciones más inciertas de las últimas décadas. A falta de definir siete escaños, los tories del primer ministro alcanzaron los326 escaños (+19) necesarios, frente a los 230 laboristas (-24) y a los liberal demócratas 8 (-47).

El control de la Cámara de los Comunes se consigue con 326 escaños, pero en realidad con 322 habría sido suficiente para los tories porque el Sinn Fein (que podría ganar cuatro) nunca ocupa sus asientos, ya que aboga por la unión con la República de Irlanda.


Nadie esperaba un resultado de este tipo, ya que los dos partidos mayoritarios han estado empatados durante toda la campaña. La libra amanecía este viernes apreciando su valor más de un 2% con respecto al euro.


Los otros grandes protagonistas de la jornada han sido los nacionalistas escoceses (SNP). Tan solo seis meses después de perder el referéndum de independencia, han conseguido 56 (+50) de la totalidad de los 59 asientos reservados a la región en la Cámara Baja. El destrozo que han causado a los laboristas de Ed Miliband es mayúsculo. Tanto es así que según la BBC este viernes podría dimitir. Escocia siempre había sido feudo laborista, pero la oscilación de voto a las filas del SNP ha sido del 26%.


La noche electoral dejó momentos para la posteridad. En la circunscripción de Paisley & Renfrewshire South, por ejemplo, Mhairi Blanck, con 20 años, conseguía quitar el escaño al director de la campaña nacional de los laboristas, Douglas Alexander. La escocesa se ha convertido además en la diputada más joven desde 1667.


Los independentistas también han robado el asiento a Jim Murphy, líder de los laboristas escoceses, y han conquistado distritos claves como el de Kirkcaldy&Cowdenbeath. La que fuera circunscripción del ex primer ministro Gordon Brown ha pasado ahora a manos de Alex Salmond, que regresa al primer plano de la política. El que fuera líder del SNP ha advertido que “Escocia va a rugir de tal modo que ningún gobierno la podrá ahora obviar”.


El escenario pone contra las cuerdas a Miliband, que desde que se convirtió en líder laborista en septiembre de 2010, nunca ha contado con la totalidad del respaldo de sus filas. Ganó a su hermano David -para muchos el favorito- por tan solo un punto, gracias al apoyo de los sindicatos. Y hace solo seis meses se enfrentaba a un intento de revuelta interna por parte de aquellos que predecían la catástrofe. Ed el Rojo podría anunciar su dimisión hoy mismo.

Mientras, la estrepitosa derrota de los liberal demócratas también podría forzar la renuncia de Nick Clegg, quien ha logrado conservar su escaño por Sheffield solo por un puñado de votos. Entre los pesos pesados que ha perdido la formación se encuentran el ministro de Negocios, Vince Cable, y el de Justicia, Simon Hughes, que llevaba 32 años como diputado. Además, el liberal Danny Alexander, segundo del Ministerio de Economia y figura clave en la coalición de los últimos cinco años, también ha perdido su asiento tras la victoria del candidato del SNP.

Por otra parte, Boris Johnson, alcalde de Londres, será diputado por Uxbridge, allanando de este modo su camino para convertirse en el nuevo líder de los conservadores. Después de que Cameron haya dicho que no se presentará a una tercera elección, se abre la batalla por su sucesión y el histriónico Johnson nunca ha ocultado sus ansias de poder.

Siguiendo el protocolo, está previsto que el premier David Cameron visite por la mañana a Isabel II en el Palacio de Buckingham para informarle de su intención de formar gobierno. Y es muy probable que durante su mandato se debata el actual sistema electoral. El propio electorado demanda un nuevo modelo que permita a las minorías la representación que merecen. El eurófobo UKIP, por ejemplo, a pesar de ser la tercera fuerza más votada por detrás del SNP, podría aspirar solo a dos asientos.

Referéndum europeo

La cuestión ahora es que, al ser reelegido, Cameron llevará a cabo una promesa electoral que podría desestabilizar el ya malherido proyecto europeo. El líder tory se ha comprometido a convocar antes de 2017 un referéndum sobre la permanencia del país en la Unión Europea. El ala más euroescéptica de su partido -promotora de dos importantes rebeliones en la Cámara de los Comunes por este asunto- le puso desde hace ya tiempo contra las cuerdas ante la gran popularidad del eurófobo UKIP.

A día de hoy, el 51% de los británicos votaría por dejar el bloque, frente al 49% que prefiere quedarse. Antes de celebrar el plebiscito, Cameron quiere negociar previamente la repatriación de algunos poderes (que aún sigue sin especificar) para asegurarse de que el electorado votará por la permanencia. Pero el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha advertido que cualquier cambio será bloqueado. “No está prevista ninguna reforma hasta noviembre de 2019″, ha señalado. El referéndum, por tanto, se celebrará con el acuerdo existente. Y eso dificulta mucho las cosas para que los británicos mejoren su percepción ante la Comunidad de los Veintiocho.


La economía, sin embargo, tiene como siempre un papel decisivo. Londres es sede de 250 bancos extranjeros, que emplean a 160.000 personas. HSBC, el mayor banco de Europa, ya ha amenazado con abandonar su oficina en la capital británica y regresar potencialmente a su antiguo hogar en Hong Kong, si el Reino Unido abandona la UE. Y la mayoría de las entidades estarían dispuestas a seguir sus pasos. Según la Confederación de la Industria Británica (CBI, en sus siglas en inglés), la pertenencia a la Comunidad de los Veintiocho aporta al país un valor equivalente al 5% del PIB, alrededor de 78.000 millones de libras al año.


Con todo, si finalmente los británicos votaran por cortar el cordón umbilical con Bruselas, en virtud de la normativa europea, la salida de un país tiene lugar dos años después de la notificación formal, lo que dejaría durante 24 meses al Reino Unido en una especie de limbo. Y en este sentido, los analistas advierten de los peligros del ostracismo.

Independencia escocesa


Por otra parte, tras el histórico resultado alcanzado por los nacionalistas escoceses existe ahora un miedo generalizado a que su protagonismo lleve implícito una futura secesión. Durante toda la campaña, su líder, Nicola Sturgeon ha ofrecido al Reino Unido “la mano de la amistad” y ha prometido utilizar su influencia para conseguir cambios “progresistas” que beneficien “a todos”. También ha repetido por activa y pasiva que votar por el SNP en estas elecciones no significa votar por la independencia.


Pero el objetivo de la formación siempre ha sido claro y Sturgeon sí ha reconocido que, para los comicios regionales de 2016, el partido quiere incluir un nuevo plebiscito en su manifiesto.


En el último debate televisado, cuando el presentador le recordó que el propio Salmond había dicho que “no volvería a haber un referéndum en una generación”, Sturgeon se mostró de lo más esquiva: “Si la gente de Escocia no vota al partido que promete un referéndum, entonces no habrá un referéndum”. Tras la respuesta, el público la abucheó ante las cámaras.


En este sentido, Neal Ascherson, columnista en The Guardian, advierte del “Síndrome de Quebec”. “Cuando un movimiento independentista se consagra, las personas coinciden en que nadie más puede representarles. Pero cuando ese movimiento lleva a cabo un referéndum sobre la independencia -su básica razón de ser- el electorado retrocede: un paso demasiado grande a lo desconocido. El partido se repone de su derrota y es reelegido con más del mismo entusiasmo. Pero vuelve a perder el plebiscito, por poco margen. Para un movimiento nacionalista, este es el comienzo de una espiral hacia la desintegración y la desesperación”.