FMI: nuevas proyecciones, viejos dilemas de la economía mundial

El 7 de abril de 2015, como lo hace de manera recurrente cada semestre, el Fondo Monetario Internacional dio a conocer su reporte sobre la visión económica global (INTERNATIONAL MONETARY FUND, 2015). Una medición que se destaca en estos informes es el potencial del crecimiento económico, cuánto puede crecer la economía sin producir desequilibrios en los precios ni otro tipo de desajustes.

¿Cuál es la importancia de esta medición?

En primer lugar las economías de los países avanzados se debaten en el proceso de remediar los daños causados por la crisis financiera hipotecaria y su secuela en la deuda de las naciones del sur de Europa. Esta medición permite dilucidar si se ha recuperado la dinámica económica de manera que puedan retirarse los cuidados intensivos inducidos para solventar la crisis: bajas tasas de interés y altos niveles de gasto público. Se trata entonces de una señal a los mercados sobre la cercanía de un punto de inflexión en la política económica heterodoxa prevaleciente en las economías avanzadas desde 2008.

En segundo lugar, en este mismo período, las economías en desarrollo han visto dinamizado su crecimiento económico por dos factores: el ciclo alcista de los precios de los bienes básicos y fuerte demanda por estos productos como resultado del crecimiento de la economía China. El declive en los precios de los productos de exportación, fenómeno en el que el caso del petróleo es sólo una muestra, trae consigo consecuencias graves en términos de balance externo, de déficit fiscal y de financiamiento de la inversión privada, es decir crecimiento de las economías dependientes de sus ventas de materias primas. Una mejora en la dinámica de la economía global crearía esperanzas para que, al menos, se detenga el deterior de los términos de intercambio de las economías en desarrollo y se reencuentre el camino de una inserción diversificada en la economía global.

La crisis financiera y sus efectos de mediano plazo

La primera conclusión que se extrae de las estimaciones se relaciona con el impacto de la crisis financiera sobre la dinámica del crecimiento económica mundial. Frente a las mediciones efectuadas antes de la crisis se encuentra que las expectativas de crecimiento continúan deteriorándose; en 2007 se estimaba el crecimiento potencial de la economía global para los siguientes 5 años del orden de 3.1% anual. En la medida en la que la crisis se extendió las expectativas se corrigieron: en 2008 el crecimiento la estimación mostró una tasa del 1.7%, y el crecimiento realmente alcanzado en 2014 fue apenas el esperado para 2011.

Estos resultados no se deben de manera exclusiva a la crisis financiera, hay que descontar los impactos de fenómenos inerciales presentes antes de la crisis:

  • Las economías desarrolladas vivieron durante la última década del siglo XX un inusitado incremento en la productividad inducido por la revolución de la tecnología de la información y comunicaciones, de manera que estas dinámicas estaban próximas a agotar su efecto.
  • Factores como el envejecimiento poblacional, en especial en Europa, amenazan con declinar la productividad.

Las proyecciones recientes contienen buenas y malas noticias:

  • Para las economías avanzadas se espera un crecimiento potencial ligeramente mayor en los próximos 5 años, sin embargo sus niveles son desalentadores: sólo crecerán a un ritmo de 1.6% anual entre el 2015 y el 2020. Comparado con el 2.25% observado entre 2001 y 2007 se puede afirmar que el paciente se recupera pero aún no se reactiva.
  • La desaceleración en el crecimiento de las economías emergentes se ilustra al comparar el crecimiento potencial estimado para el quinquenio 2008 al 2014 en 6.5% a la nueva cifra para 2015 al 2020: 5.2%. El mundo en desarrollo en su conjunto continuaría creciendo, pero más despacio.

Retos de política económica

El documento del FMI señala que la perspectiva de menor crecimiento para las economías avanzadas dificulta la reducción en el gasto público en los altos niveles de endeudamiento empresarial, de esta forma la política de mantener tasas bajas debe mantenerse y con ello el riesgo de no contar con espacios de maniobra ante eventuales dificultades que emergerían al mantener las tasas de interés bajas por tanto tiempo.

La pregunta para la política económica en los países en desarrollo es simple, pero su respuesta difícil: ¿cómo restablecer los desequilibrios generados por la caída en el precio de sus exportaciones tradicionales en una economía mundial desacelerada?

Recordar y revisar los aciertos y errores de cómo se actuó en la década de los años sesenta puede ser una alternativa para reorientar los esfuerzos públicos y privados frente a estos retos.

Autor:

Camilo Simón Romero Moreno

Docente Investigador, Maestría en Finanzas

Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Universidad Externado de Colombia