Un estudio de expertos en ecosistema precisa que contrario a lo que muchos piensan, la ganadería y la agricultura han hecho más daño ambiental que el endilgado a la minería así como a las petroleras.
El director técnico de la Fundación Guayacanal, Germán Camargo aseguró que lamentablemente la agricultura y la ganadería son dos actividades de gran impacto ambiental, toda vez que afectan las cuencas hídricas, fomentan erosión de superficies y deforestan en vastas cantidades de suelo. Consideró que así las cosas hay que buscar los responsables del perjuicio ambiental en donde verdaderamente están.
“Muchas veces, cuando recargamos la discusión sobre minería, urbanismo, petróleo y otros sectores, realmente estamos perdiendo el foco al igual que la proporción de la realidad y nos estamos distrayendo de los retos ambientales que tiene el país”, indicó el biólogo.
Dijo que se hace urgente reducir la superficie de potreros, porque de lo contrario el país ecológicamente no es viable. Explicó que la deforestación es tan grande en agro y ganadería que llega casi al 60 por ciento del territorio nacional, en donde ciertamente la participación de las petroleras, la minería, infraestructura y urbanismo juntos, no se comparan para nada con lo que le corresponde a la ganadería extensiva.
Camargo consideró que en Colombia puede hacer curso la complementariedad con fines económicos, pero de igual forma con metas ambientales. Dijo que las zonas de explotación petrolera o minera, perfectamente pueden tener cultivos de alimentos o la cría de bovinos así como de especies menores. “Aquí nace inclusive una oportunidad de negocio con el fin de hacer restauración y conservación para consolidar corredores ecológicos”.
El experto expresó que los cambios en la economía ganadera deben tener una decisión política y luego una decisión técnica de ordenamiento territorial que determine cuáles son las áreas en donde Colombia puede hacer ganadería. “El país urge de un ordenamiento territorial para la ganadería pues no se trata de coger cualquier loma, cualquier barranco o cualquier predio para meterle candela y luego tirar tres vacas o cuatro búfalos, que es lo que ha estado pasando durante siglos”.
Agregó que así como hay política minero energética, en donde hay múltiples exigencias, la ganadería y el agro deben también entrar en una tónica de acatamiento medioambiental y esas son políticas coherentes que hay que cumplir.
En opinión de Germán Camargo, la minería que se hace en Colombia y la que se vislumbra es una actividad que junto al petróleo le están llevando desarrollo y oportunidades al país, toda vez que no es una utopía que se contempla pasivamente, sino que el sector de minas y petróleo aporta al progreso por la transición económica que forja, por la opción de negocios y todo el entorno de infraestructura que ofrece capacidad humana.
“Este sector, el de minas e hidrocarburos, por lo general ordena el territorio, pues genera barreras físicas para que no se expandan procesos degradativos. De igual manera, genera presencia institucional, empresarial y de formalidad que excluyen dinámicas ambientales negativas por el control del territorio”, afirmó.
Señaló que las empresas del sector minas y energía por lo general hacen grandes aportes al medio ambiente porque independiente de las inversiones en la preservación, adelantan una importante restauración en áreas que han sido degradadas por otros factores, llámese minería del pasado o ganadería.
Es innegable, dijo, que el país necesita agroindustria, pero metiendo en cintura un hato ganadero de 24 millones de cabezas y los cultivos de ciclo largo como la palma de aceite. “Aquí la ley debe ser equitativa porque a los proyectos mineros y petroleros se les ponen innumerables trabas con las licencias ambientales, pero nadie cuestiona a quienes destruyen alegremente miles de hectáreas de bosque para volverlas sabana e introducir ganado”.