El Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo es una ONG que se ha dedicado a defender los intereses de las víctimas en los casos más sonados de violación de derechos humanos. Alirio Uribe hizo parte del colectivo por 23 años y ha sido uno de los abogados más reconocidos en cuanto a la defensa de víctimas del conflicto armado colombiano. Ahora es candidato a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático y habló con Confidencial Colombia sobre su paso a la arena electoral.
Alirio Uribe, miembro del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo durante más de dos décadas, se lanza a la política electoral. Su campaña a la Cámara de Representantes, en formula con Iván Cepeda, por el Polo Democrático marca el paso de uno de los más prestigiosos representantes legales de las víctimas del conflicto armado, a una campaña electoral al Congreso de la República.
Su campaña, conjuntamente con la Iván Cepeda se basa en diez puntos de un compromiso suscrito ante notario público. Un compromiso que establece la hoja de ruta legislativa a la que se comprometen los dos candidatos. Confidencial Colombia habló con Alirio Uribe sobre su campaña y lo que esto significa para un defensor de derechos humanos.
¿Cómo es ese salto de ser un abogado defensor de DD.HH. abanderado de las causas de las víctimas a ser un candidato al Congreso de la República?
Es un ejercicio muy interesante porque obviamente yo venía de 23 años de ser abogado de DD.HH. moviéndome en espacios muy cerrados. En audiencias o juicios y luego paso a un espacio mucho más abierto; a la calle a hablar con la gente. Yo tenía una vida muy privada y ahora estoy en un escenario público en donde todo el mundo opina, pregunta o propone. Pienso que es un escenario interesante. Estar en la calle es muy valioso. Desde el 10 de diciembre para acá, todos los días he estado en la calle hablando con la gente en diferentes sectores. Eso te permite medir el sentir de la gente. Toda la desconfianza de la gente hacía la política, las simpatías que hay hacia Petro y hacia la izquierda, así como los odios de la extrema derecha.
Para mí ha sido un aprendizaje, una maestría en ciencia política en tres meses. Aprender como funcionan los sistemas electorales, las campañas, los equipos el trabajo electoral, es algo invaluable. Saber cómo funcionan las comunicaciones, las plataformas, los mensajes. Independientemente del resultado final es una experiencia positiva, es algo que te construye y te permite avanzar en lo personal.
Tengo mucha nostalgia porque me gustaba mi trabajo. Hacer esto de la campaña me demuestra que me gustaba mucho ser abogado de derechos humanos y ahora en este otro escenario siento que estoy cambiando.
¿Cómo conjurar esas prevenciones de la gente hacia la política y hacia la izquierda?
Yo creo que la gente que no cree en la política reacciona muy fuerte, incluso es grosera a veces. Dicen que los políticos no sirven para nada, que son mentirosos, corruptos y que no cumplen. Creen que solo salen a la calle en campaña y que no escuchan las propuestas que la gente tiene para hacerles.
Yo creo que la forma de superar ese problema es hablar con la gente y que recuperen la posibilidad de hablar con los políticos. Eso me parece importante porque la gente expresa sus inquietudes y uno toma nota y eso permite ayudar a construir una agenda de sus necesidades. Es redignificar la política. Desafortunadamente fenómenos como la parapolítica o lo que pasó con los Moreno en Bogotá le han hecho daño a la política colombiana.
La gente necesita ver realidades, hechos; ver otras formas de hacer política para volver a confiar. La gente se queja de todos los problemas que te quieras imaginar, en todos los ámbitos estatales.
Si uno escucha los escucha y desde el Congreso expresa las verdaderas necesidades del país, la situación cambia. La política se ha hecho de espaldas a la gente y una acción legislativa que realmente represente los intereses de la gente hará que vuelva la confianza. No se cómo volveré a la calle cuando sea elegido para decirle a la gente “gracias por haber confiado”, en un diálogo franco para conocer sus problemas cotidianos.
Lo que menos quieren los electores es ver a los congresistas aislados en sus oficinas, con privilegios, distantes y lejanos del pueblo. Eso los cansa.
¿Qué se puede hacer por las víctimas en el posconflicto desde el Congreso?
Yo creo que si logramos arribar a un posconflicto, si logramos que haya una negociación entre el gobierno y las Farc, entre el gobierno y el Eln, pienso que hay que reconocer que hay un pasivo histórico con las víctimas y que el gobierno y los parlamentarios, a la vez que el pueblo colombiano, tenemos que pagar.
Ese pasivo tiene muchos órdenes. Las víctimas están reclamando verdad y creo que la verdad hay que construirla de la mano de ellas. Hay que construirla en un escenario de paz y posconflicto a través de una comisión de verdad y esclarecimiento histórico que nos permita, de manera franca, clara y precisa, evaluar lo que pasó y tomar las medidas pertinentes para que la situación no se repita.
Esa es una gran tarea. También está la deuda social con las víctimas, en lo tocante a las tierras y los desplazados. Yo creo que hay que profundizar en una política real de equidad en el manejo de la tierra, frente al tema de los desplazados.
Además, la parte sicosocial es importante. La sociedad colombiana está herida y hay muchos odios y muchas heridas que están abiertas, producto de lo que pasó en la guerra que ha vivido y vive el país. Para poder sanar las heridas de las víctimas del conflicto en todos sus órdenes se necesita esa atención sicosocial.
Para dignificar a las víctimas se necesita que se les diga la verdad de lo sucedido y que se rescate su memoria. El componente de presencia estatal (salud, educación, etc.) debe ser una parte importante de esa agenda que se debe seguir en el país para darles una respuesta y que le gente no se sienta discriminada.
Las víctimas se sienten discriminadas en la política colombiana y se necesitan medidas de inclusión. Hemos venido proponiendo con Iván Cepeda aplicar la ley de víctimas y profundizarla. Ellas se quejan de que el sistema de atención a las es indolente y no responde a la afectación sufrida. Sienten que los funcionarios son insensibles a la realidad que viven, consideran que es un aparato burocratizado.
Hay mucho que corregir tanto en la carta de derechos como en la manera de implementarla. Hay que entender qué les pasó y cómo. Tal vez lo que más va a reivindicar a las víctimas es que logren pasar de ser personas excluidas y discriminadas a actores sociales y políticos con una amplia participación y decisión en los temas del país.
Esta elección está signada por la participación de candidatos de sectores no tradicionales, votos de opinión como su caso o el de Claudia López. ¿Qué es lo más difícil para un candidato que no es de maquinaria?
Cuando no tienes un aparato ni recursos te tienes que abocar a una campaña creativa que sirva para que la gente se entere de las propuestas. Esa es la parte más difícil, notificar a los electores que uno es candidato y que tiene propuestas. Lo que creo es que esa variedad de candidatos no tradicionales es la señal de que le ha llegado a Colombia, la hora de participar y la hora de volver a creer en lo político. La hora de volver a votar ya no por la violencia, como se ha votado por décadas, sino por la paz y votar por el cambio y la transformación social.
Yo creo que en todos los niveles y sectores del Estado hay unas grandes reservas éticas y si logramos juntar esa eticidad podemos transformar el país. Que la gente vea en el político a una persona que no busca un beneficio personal sino el bien del país. Yo creo que esa es la garantía para que la gente vuelva a confiar en la política.
Me gustaría que haya nuevos candidatos personas con ideas transformadoras. Hay que apostarle a un país en el que se entienda que las grandes transformaciones se hacen por la vía de la política. Colombia ha ido en contravía de la historia. Tu la comparas con los demás países latinoamericanos como Brasil Paraguay, Chile o Ecuador y te das cuenta que grandes sectores democráticos, sectores de izquierda, han podido hacer política y participar de manera más decidida. En Colombia tenemos que ponerle fin al conflicto y abrir espacios de participación política que permitan la aparición de sectores marginados en el pasado. Por eso es urgente la creación de un frente amplio por la paz y la justicia. Por eso necesitamos gente con valores democráticos y mucha fe en el país para que defiendan lo público y no simplemente su ego o sus intereses privados.
Qué lectura tienes del nuevo escándalo de las posibles “chuzadas” del ejército
Creo que a pesar del cierre del DAS el país no entendió lo que significa la inteligencia ilegal y no entendió que la inteligencia es el sitio en el cual se cocina toda la guerra sucia de un país.
Eso tiene que ver con las doctrinas de seguridad que inspiran y han formado, por décadas, a la inteligencia en Colombia. Por eso fue muy fácil que la labor de inteligencia ilegal, que en su momento hacía el DAS, rápidamente la sigan haciendo otros organismos como el Ejército y sus divisiones de inteligencia o que la asuma la policía a través de la Sijín. Necesitamos cambiar no tanto la ley de inteligencia sino las doctrinas de seguridad en Colombia que hacen que un graffitero se vea como se vea como una persona peligrosa.
Doctrinas que hacen que un periodista sea visto como un peligro porque en sus columnas critica o hace cuestionamientos a sectores de poder económico o político. Son las mismas doctrinas que hacen que cualquier sector que está inconforme o que piensa diferente sea calificado de anormal o de estar asociado al comunismo o al enemigo interno. Ese tipo de doctrinas hacen que Andrómeda sea una realidad. Hay que cambiar esa lógica y definir, realmente, cuáles serían los blancos de inteligencia legítimos en el sentido de que obviamente la delincuencia organizada, el narcotráfico, el terrorismo internacional y nacional serían blancos legítimos.
Hemos vivido inmersos en doctrinas de seguridad en las que el ciudadano es considerado como un enemigo del Estado, algo que hace que la inteligencia se desvié y esas desviaciones se traduzcan en muertes.
Tengo una anécdota como abogado de derechos humanos. Cuando interrogaba en juicio a un paramilitar, que había matado a un dirigente sindical y le preguntaba por qué lo había matado, el paramilitar contestaba “lo maté porque era guerrillero” y cuando le preguntaba por qué sabía que era guerrillero me contestaba que esa información se “la dio el DAS, la policía y el ejercito”. Si no se corta esa ideología, esa inspiración política, no se logrará que la inteligencia sirva para lo que debe servir.
Por eso el fin del conflicto no solo pasa por el fin de las guerrillas o paramilitares sino que pasa por el desmantelamiento de esas estructuras inspiradas en esas ideologías.
Como abogado ¿cómo vez el futuro de la alcaldía de Petro?
Nosotros no podemos decir que la alcaldía de Petro ha sido la mejor del mundo. Pero si creo que ha sido un alcalde decente, progresista y transparente. Ha sido un alcalde que ha defendido lo público y solo por eso merece todo el respaldo, por esa razón creemos que ha sido desproporcionada la respuesta de la Procurduría en el proceso contra el alcalde.
Se deben respetar los principios establecidos en el sistema interamericano en cuanto a que los servidores públicos de elección popular solo deberían ser destituidos mediante una decisión judicial y no de una administrativa. Creemos que un procurador no puede calificar una política pública como es el caso de las basuras en Bogotá que, entre otras cosas, aplicaba un fallo de la Corte Constitucional en el que se incluyeron a los recicladores.
Las políticas públicas de Petro han sido acertadas para humanizar la ciudad y es preocupante que cuando alguien a través de canales democráticos quiera hacer cambios en políticas públicas, defendiendo bienes públicos, terminen destituidas como ha sucedido con el alcalde. Por eso, con Iván [Cepeda], hemos venido apoyando al alcalde y hemos venido apoyando que se vote por el no y desde la organización a la que yo pertenezco, el colectivo de abogados, se han venido llevando las medidas cautelares en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.