“Hago saber que he puesto fin a la vida en común que compartía con Valérie Trierweiler”. Con estas palabras, el presidente francés, François Hollande, ha anunciado su separación de la hasta ahora su pareja y primera dama,Valérie Trierweiler.
Hollande ha comunicado su decisión a través de un comunicado a la agencia France Presse. En un escueto mensaje, Hollande ha hecho saber su decisión, comunicada a título personal y no como Jefe del Estado.
Hollande ha puesto así fin a su relación con “el amor de su vida”, como él mismo la definió en la revista ‘rosa’, Gala. El presidente francés pactó conValérie Trierweiler el jueves pasado las condiciones de la ruptura, según dice la edición digital del Journal du Dimanche. La clarificación era ya urgente. Más de dos semanas ha durado un folletín que ha obstaculizado la acción política y ha provocado la mofa de la prensa internacional. Más de dos semanas que Trierweiler ha pasado entre el hospital y el Palacio de La Lanterne, recuperándose del “choque emocional”.
La exclusiva de la revista Closer, que desvelaba la relación del mandatario con la actriz Julie Gayet, no ha tenido respuesta oficial hasta este sábado. La decisión no podía demorarse más. Este domingo Valérie Trierweiler debe partir hacia la India, en un viaje organizado por la ONG Acción contra el Hambre, con la que ha trabajado unos meses en su calidad de “primera dama”. El viaje oficial de Trierweiler ha provocado estupor del entorno presidencial, que interpreta su actitud como el último cartucho de la periodista antes de dejar El Elíseo. Para otros, es más bien un corte de mangas.
Desde la aparición de las fotos en Closer, toda iniciativa política de Hollande ha quedado oscurecida por el escándalo de su doble vida: la presentación de su pacto de responsabilidad con los empresarios, su outingsocialdemócrata frente a más de 500 periodistas nacionales y extranjeros acreditados en París, sus visitas a Tulle para explicar el plan de reforma territorial, su desplazamiento a los Países Bajos y, por supuesto, su cita en el Vaticano con el Papa Francisco.
Más de dos semanas en las que en los círculos del presidente y de su excompañera se ha librado a una guerra sucia plagada de rumores. Los amigos de Hollande, para empujar definitivamente fuera de palacio a Trierweiler. Los allegados de ella, para provocar la prórroga e insinuar que estaba dispuesta a perdonar y a viajar como “primera dama” a Washington D.C., para encontrarse con la familia Obama.
“Salir con la cabeza alta”
La abogada y amiga de la periodista, Frédérique Giffard, afirmó el viernes pasado al diario Le Figaro que su representada negociaba para salir del Elíseo “con la cabeza alta” y “de forma digna”. En esa entrevista se abordaban cuestiones materiales, como el hecho de que la hasta entonces compañera del Jefe del Estado solo tenía una colaboración en la revistaParis-Match, para poder hacer frente a las necesidades de su nueva vida; quetiene bajo su custodia sus tres hijos, uno de ellos menor de edad, y que no tiene casa en propiedad, pues había alquilado a medias un apartamento con Hollande, antes de que este accediera a la Presidencia.
Giffard aseguraba que, “como mujer de izquierdas”, Trierweiler no estaba interesada en perturbar la futura acción política de su expareja. Pocas horas más tarde de aparecer publicada la entrevista en la versión digital del diario, Trierweier desmentía a su amiga y abogada. Pero no aclaró qué es lo que desmentía.
Para nadie es un secreto que la ruptura de la relación con la periodista no significa necesariamente el final del sainete. Trierweiler ha demostrado en sus meses de gloria pública que no es precisamente la campeona de la discreción. Sus tuits han hecho llorar de rabia a veces al presidente, como cuando apoyó al rival de la madre de los cuatro hijos de Hollande,Ségolène Royal, en unos comicios locales. Trierweiler no se ha cortado nunca a la hora de manifestar su opinión sobre asuntos políticos y siempre ha querido erigirse como la sombra del presidente en las decisiones que este tomaba como primer mandatario de la nación.
Trierweiler se lleva secretos
Trierweiler “sabe demasiado”, como se diría en las películas de mafiosos, y será libre de contar en el futuro lo que crea conveniente en beneficio propio. Para Hollande será más difícil “enchufarla”, como ha hecho con su otra exmujer. Ségolène Royal está convencida de que si no ha ocupado un ministerio en el gobierno socialista es por el veto de Trierweiler. Al final, obtuvo como consuelo dorado la vicepresidencia del Banco Público de Inversión. Su rival no es miembro del Partido Socialista y no tiene, en consecuencia, un sueldo asegurado mientras busca un nuevo trabajo. Nadie duda de que muchos empresarios privados y ONG estarán encantados de contratarla, aunque solo sea para atraerse los favores del presidente comprando el silencio de la despechada.
El fin de su relación con Trierweler libera a François Hollande para dedicarse sin distracciones a la dirección del país, pero su vida amorosa seguirá provocándole desasosiego. Precisamente, Segoléne Royal pensará ahora que ya no hay obstáculos para acceder a puestos más acordes con su valía, como ha venido implorando desde la victoria de la izquierda, en 2012. Por otra parte, la prensa del corazón y la generalista están al acecho para conocer el siguiente capítulo en la relación del presidente con Julie Gayet.
François Hollande está decidido a eliminar la figura de “primera dama” del protocolo presidencial, como prefiere una mayoría de franceses, que no quieren pagar con sus impuestos una oficina, un equipo y unos gastos para ellos superfluos en estos tiempos de recortes. Pero si ya soltero Hollande continua su romance con Julie Gayet, tampoco se librará de los paparazzi, que querrán revelar el nuevo nido de la pareja. El Elíseo parece, de momento, definitivamente vetado como escenario de aventuras sexuales.
Tomado de El Confidencial