El Real Madrid pierde el liderato en el Bernabéu en un partido que llegaron a ir perdiendo por 1-3 y que remontaron hasta el empate solo gracias a la vieja mística de las remontadas. Las Palmas rozó el milagro en el estadio blanco. James entró a falta de 19 minutos y su guante en la bota izquierda enseñó el camino de la remontada para los merengues, con un asistencia brillante a Ronaldo a falta de dos minutos.
Al Madrid se le acabó el cuento. Contra Las Palmas facilitó un hecho que venía amenazando en las últimas semanas y que él mismo ha puesto bastante de su parte. Perdieron el liderato en favor del Barcelona en una nueva actuación desastrosa desde el inicio. Los blancos, desde hace un mes, pasan un bache mental que ha eliminado por completo el colchón que disfrutaban en la Liga. Ahora solo les queda el salvavidas contra el Celta -en un campo difícil como lo es Balaídos que será difícil de conquistar-. Desde la derrota en Sevilla, que acabó con un invicto de 40 partidos, se han hecho humanos. Y cada encuentro les supone una enorme dificultad sobrepasarlo.
Llegaron a perder por 1-3 a falta de seis minutos y gracias un nuevo arranque de orgullo lograron salvar los muebles con un empate que no evita que salgan de la cabeza de la tabla. Zidane probó con un once con varias novedades, que parecía premiar sobre todo a los que se quejaron en Villarreal -caso de Isco y Morata-. Con mérito, puesto que fueron los mejores de una noche en el que pocos se salvaron. En esta ocasión partieron desde el inicio y no fueron precisamente los culpables de bochorno de hoy en el Bernabéu.
Si se puede encontrar algún culpable del papelón frente a Las Palmas es la falta de intensidad en defensa. El relax volvió a ser general en la zaga merengue y dos de los tres goles fueron claro ejemplo de la parsimonia con la que se han acostumbrado a vivir en las últimas semanas. Da igual que comenzarán con el viento a favor gracias al tanto de Isco. No pasaron ni dos minutos desde la celebración de este para que Tana dejara a relucir las falencias de este conjunto de Zidane.
El de Las Palmas se dibujó un hueco en el área, ante la calma de Marcelo en la marca, y fusiló con un derechazo a un Navas que ni siquiera captó la estela del balón. Era la confirmación de un conjunto canario que ya había hecho sonar las alarmas de la valla de Keylor en varias ocasiones. El equipo de Quique Setién se caracteriza por un fútbol valiente, pero que concede demasiado en defensa. Una gran escopeta que acierta uno de cada diez disparos. Maravilla por su estética, pero es muy poco efectiva en resultado. En el Bernabéu dieron en el blanco y mostraron su mejor decálogo. Obligaron a los locales a jugar el partido en apenas 40 metros y dominaron en el ida y vuelta que se propuso desde el inicio.
Con estilo, con toque e inteligencia llevaban a los merengues por el camino que decidían. En la segunda mitad sacaron desdibujaron todo el esquema de Zidane. Hicieron perder los nervios hasta un Bale que rara vez pierde la cabeza, y , por empujar a Jonathan Viera justo en la cara del árbitro. Ahí comenzó la verdadera pesadilla, en la que cada ataque de Las Palmas tenía peligro de gol.
Los canarios se pusieron por delante gracias a una palomita de Sergio Ramos en el área a disparo de David Simón. El defensa se metió en el papel de Keylor e hizo un mano descarada que acabó en un penalti transformado por Viera. Pocos minutos más tarde, Boateng plantaba la bandera en el Bernabéu, aprovechando un pase en largo a la desesperada del defensa de Las Palmas, que la calma en defensa de los merengues convirtió en asistencia. El ganés venció con un toque sutil a Navas, y empujó la pelota a la red con toda la ventaja. En el Bernabéu, nadie entendía nada.
Solo quedaba la llama de las viejas remontadas. El rezo al que siempre se acogen en la casa blanca. Con uno menos y semejante panorama, se plantó James en el campo. Cumplía 100 partidos de blanco, y no encontrón precisamente ambiente de fiesta en su entrada. Pero gracias a su zurda mágica, el Madrid comenzó a encontrar respuesta al funeral. El colombiano no cesó de colgar balones al área y tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Primero Cristiano disminuía la desventaja con un penalti señalado por una nueva mano, esta vez en el área de Las Palmas. Quedaban seis para el final. A falta de dos, remató un balón servido en bandeja con el guante de oro de James. Aun faltaba el descuento, pero ya no quedaba gasolina en el depósito.
Las Palmas amarró lo poco que le quedaba de bote. Había tenido en su mano la partida, sin embargo tuvo que conformarse con las tablas. El Madrid sacó de nuevo su orgullo y logró otra remontada de las que se está haciendo demasiado dependiente últimamente. En esta campaña suman ya más que en la famosa de Capello, conocida como el ‘año de las remontadas’. Desde hace semanas no remontan el vuelo y han visto escapar toda la ventaja en un suspiro. Ahora solo queda el comodín del Celta y el Barcelona ya está dos por delante. Zidane deberá encontrar nuevas ideas en su repertorio y a un James que llama a la puerta.