Justicia sobre ruedas: una cosa es el Armani y otra la ruana

Hay personas intachables, que por su condición social, capacidad monetaria u orígenes, tienen más y mejores derechos que los demás. Así es y así será, mientras nos duren las fuerzas para mantener en nuestra sociedad los debidos campos, clases, distancias, brechas o como se quiera llamar, que separan a la gentuza de la gente decente.

Me imagino que ustedes ya se han dado cuenta que me refiero al caso del prestante joven graduado de la clasuda Universidad de los Andes, Fabio Salamanca, a quienes no pocos mamertos y sensibleros se la quieren montar por el tonto hecho de haber dado de baja con su flamante camioneta Audi a dos ingenieritas que se desplazaban en un taxi y que son apenas otras bajas colaterales de este nuestro sagrado régimen del más fuerte. ¿O es que quieren que manden las débiles, mujeres y sumisas?

Eso nos pasa por permitir que el sexo débil vaya al colegio, a la universidad, a la vida laboral. Si se hubieran quedado en casa con los papás o los maridos, haciendo aguapanela y carne sudada como manda Dios, no les hubiera pasado nada. Adoro los regímenes coránicos donde no las dejan ni salir a la calle, donde van a buscar problemas o a mover el pelo a ver que levantan.

Quien las manda andar en esas vainas amarillas propias de gañanes. ¿Qué pretenden? ¿Qué mandemos a blindar toda esa flota de porquerías de carros de los necesitados, sean usuarios o choferes? Para la próxima, compren carro, ojalá de alta gama, Mercedes, BMW, que resisten a los embates del tráfico bogotano.

Carajo, si uno tiene un Audi o un Ferrari ganado con el sudor de los demás, ¿Les parece justo que lo obliguen a andar a 50 por hora? Razón y derecho le cabe al buen muchacho Salamanca en rodar a 140 por hora, como debe ser, porque la gente con plata siempre anda afanada. ¿Qué culpa tiene de que se le atraviesen plebeyos? ¡Cojan juicio, cojan buseta que es en lo que deben andar, enlatados! ¡Cual SITP petrista que desconoce las naturales y teosóficas clases y que para solo en paraderos! Uno tiene derecho a ser recogido en la cebra, en la puerta de la casa. ¡Ni más faltaba! ¿Creen que estamos en Londres? Así nos hemos criado y todo funciona bien. Bendita sea la guerra del centavo que acelera el tráfico.

Y ni hablar del conductor del taxi que quedó parapléjico. ¡Ni Sisben debe tener el muérgano! Antes debería dar gracias por tener ese empleo, en el cual solo debe trabajar 16 horas diarias.

No nos dejemos influenciar por las tales redes sociales, empezando por el Güiter, tomado por los extremistas filo marxistas y por los cómplices de la subversión. Todo el escándalo por la conspicua y brillante decisión de la juez Gualteros de dejar en libertad al sano mozalbete, lo han hecho a partir de la combinación de formas de lucha. Las redes sociales y uno que otro medio fariseo, que se nos ha salido de control, como el Canal Capital, bolivariano y que atenta contra los intereses de empresas tan benéficas como los Carruseles.

Toda esa plebe, esa gleba, está volviendo un problema socio-político, señalándonos de clasistas (qué culpa tiene uno de haber comido vainas importadas o de estudiar en el Anglo). Metiéndole su diabólica dialéctica materialista a una cosa que es diáfana y legal: la juez Gualteros lo dejó libre, primero porque los de la Fiscalía y la Policía entendieron que no podían recabar pruebas en flagrancia en el sitio, tratándose de un muchacho decente, y segundo porque esa alta dama de la justicia, tiene conciencia y sintonía con el Estado de Opinión, con las doctrinas que recaban por la defensa de quienes se han labrado un pingüe porvenir a punta de lo que sea. ¡Bien hecho Gualteritos, discípula aventajada!

¿Qué plata, qué clasismo? ¡Pues Claro! ¡Pues Slim! Debemos defender desde la cuna los cuadros que en el futuro serán los nuevos Fernando Londoño, los Obdulios del Porvenir. Debemos defender todo lo que sea garantía de desarrollo, puesto y conciencia. Meter preso a Salamanquita sería tan inconveniente como capturar a Sabas, traer a Luis Carlos Restrepo o juzgar a La Coneja.

¿Cuánto tiempo le ha tomado a la gente decente hacer plata, conseguir las influencias, las conexiones, saber a quién hay que untarle la mano o las nalgas, crear una ética del éxito y de la supremacía, para que unos güiteros nos vengan a poner en duda nuestra honradez y nuestra virtud?

Además, somos nosotros quienes hemos hecho las leyes. ¿Van a querer pues que ahora la ley, la nuestra, esa que sabemos manipular y orientar, sea la misma para todo el mundo? ¿Que a Salamanca le den la misma medicina que al ladrón de caldo en cubos? Carajo, ¿no se dan cuenta que somos los dueños los cubos y los gobernantes del caldo? A los pata al suelo les dejamos tan solo el caldo de cultivo, como solución demográfica a tanta pichadera.

Además, y en eso si no estoy de acuerdo, me parece improcedente que la digna familia de Salamanquita (tan digna que lo encaletó 15 días en una clínica de merecido reposo) le esté ofreciendo plata a los parientes de “las víctimas”. ¡No señor! ¿Y quién va a pagar el arreglo del Audi, la plata invertida en el proceso, la compra de una nueva licencia de conducir o el exilio del muchacho en Dallas?

Son los estrellados quienes deben indemnizar a los Salamanca, y si no tienen con qué (pobres giles) pues que sea Petro el que pague de su sueldo (mientras lo tenga, Miguelito y Monseñor háganle), como último culpable del caso en su jurisdicción.

Me falta un detallito. Lo del traguito. Se la están montando a Fabito, creo yo, no porque estuviera ebrio, sino por lo que tomó. Su estado alteradito provenía de cosas nobles como el Champaña y el Escocés de malta. Lo quieren crucificar por esa pendejada. Otra cosa dirían si se hubiera jartado de chicha, aguardiente o pola. ¡Son esos los clasistas! Ahí si no le verían con malos ojos y ni le hubieran hecho pasar por la ignominia de una prueba de alcoholemia, a la cual se han negado hasta prestantes congresistas. Eso debería ser jurisprudencia: prueba de alcoholemia solo para quienes estén bajos los efectos de tragos baratos.

Y tratándose del tema de víctimas, están claras: la honesta familia de Salamanca, el propio buen muchacho y sin duda la juez Gualteros, en el escarnio público hasta por nuestra Procuraduría y por los gamines de la Judicatura, por aplicar al dedillo la libertad y el orden de nuestro escudo. No los atravesados.

¡Claro que el joven no es un peligro para la sociedad! Si hubiera pasado a velocidades trágicas como la del tren en España, hasta yo entendería. Pero ¿qué son 140 por hora y una embestida impecable? Más peligrosos los carritos chocones.

Que Salamanca se defienda en libertad y ¡guay de que sea condenado! ¡Convocaremos todas nuestras fuerzas, nuestras autodefensas jurídicas, para evitar esa injusticia!

Nada que ver la sana vida de Salamanca y el hecho mismo de la bufa embestida, con el otro accidente en el cual un borrachín, Jonathan Cabrera, mató un peatón en Hayuelos. Pobre con pobre, ¡pues a la cárcel! Nuestra justicia es tan sabia que frente a delitos similares tiene decisiones o penas muy diferentes. Mismo delito, distinta ley, gracias a Dios. Ninguna similitud es aceptable. ¡Una cosa es el Armani y otra la ruana!