Kim Ki-duk gana La Mostra más religiosa con "Pietà" y desbanca a "The Master"

La parábola del coreano Kim Ki-duk, “Pietà”, se ha alzado como vencedora de La Mostra, “robándole” el León de Oro a la gran favorita, “The Master”, que consiguió el premio al mejor director, para Paul Thomas Anderson.

La parábola del coreano Kim Ki-duk, “Pietà”, se ha alzado como vencedora de La Mostra, “robándole” el León de Oro a la gran favorita, “The Master”, que consiguió los premios al mejor director, para Paul Thomas Anderson, y un ex aequo para sus protagonistas, Phoenix y Seymour Hoffman.

Kim Ki-duk, después de unos años erráticos que le llevaron a una intensa búsqueda espiritual, ha resucitado en el lugar donde nació como cineasta con “La isla”, el Festival de Venecia, y ha sido recibido como todo hijo pródigo, con su mejor León, el de Oro.

El cineasta ha coronado así una edición de La Mostra preocupada por el sentimiento religioso, inaugurada por “The Reluctant Fundamentalist”, de Mira Nair, y rendida al retrato del mecanismo de las sectas en “The Master”, de Paul Thomas Anderson, el retrato de una comunidad judía ortodoxa en “Fill the Void”, de Rama Bursthein, y el extremismo cristiano en “Paradise: Faith”, de Ulrich Seidl.

“Pietà” retoma esa poética violenta pero hermosísima de su director para hablar sobre las relaciones desvirtuadas por un capitalismo extremo, depuradas en un rocambolesco camino de redención del protagonista, un hombre que no conoce esa “piedad” del título al cobrar deudas mutilando a los morosos.

Para celebrar el triunfo en la que era su cuarta participación en competición en La Mostra, Kim Ki-duk entonó un cántico de agradecimiento llamado de “Arirang”, título de su película-confesión con la que fue premiado en Cannes en 2011.

La decisión de Michael Mann ha perjudicado a “The Master”, de Paul Thomas Anderson, gran favorita desde que se proyectó el pasado sábado, y que ha visto compensados sus múltiples frentes meritorios no con el máximo premio, incompatible con cualquier otro, sino con menciones para su tres pilares: su director y sus dos protagonistas, Joaquin Phoenix y Philip Seyour Hoffman.

Ha sido el ganador del Óscar por “Capote” el encargado de recoger ambos galardones para una película también reconocida con el FIPRESCI de la crítica internacional.

“A Joaquin (Phoenix) le encantaría estar aquí. Es una fuerza de la naturaleza y mi interpretación se limitó a montar esa fuerza de la naturaleza, que era indomable”, ha dicho Seymour Hoffman.

Phoenix, efectivamente, era la gran fuerza motora de esta reflexión que, más allá del morbo de hablar de los inicios de la poderosa Iglesia de la Cienciología, adentra al espectador en una agreste reflexión sobre la conflictiva relación del hombre con su lado más animal, representado de manera desasosegante y brutal por el hermano del fallecido River Phoenix.

Frente a tanta intensidad masculina, el jurado ha desengrasado con la Copa Volpi a la mejor actriz, que fue a parar a la jovencísima Hadas Yaron, nacida en Israel en 1990, y que ofrece un tiernísimo trabajo en la tragicómica “Lemale et Ha’chalal (Fill the Void)”, donde busca marido en una comunidad judía ortodoxa de Tel Aviv, filmada desde dentro por uno de sus miembros, la cineasta Rama Bursthein.

El cuadro religioso lo completó, finalmente, la visión extrema del austríaco Ulrich Seidl sobre el cristianismo, ya que “Paradies: Glaube (Paradise: Faith)” recibió el premio especial del jurado por mostrar la fanática relación de una mujer hacia Jesucristo, que pasa de lo espiritual a lo sexual y de ahí a lo psicótico.

El más laico Olivier Assayas, brillante director francés responsable de títulos como “Las horas del verano” o “Carlos”, ha ganado el premio al mejor guión por su templada crónica de la generación que vino tras el mayo del 68 en “Après Mai”, basada en su propia adolescencia y una de las favoritas de la crítica.

Por último, el cine italiano, siempre presente en el palmarés de este festival, se ha tenido que conformar con el premio al mérito técnico para la fotografía de Daniele Ciprì en “È stato il figlio”, que él mismo dirige, y con el premio Marcelo Mastoianni al mejor nuevo talento para Fabrizio Falco, presente tanto en la película de Ciprí como en la de Marco Bellochio, “Bella Addormentata”.

Más allá del jurado oficial y la sección a concurso, hoy se han entregado además el premio a la mejor ópera prima Luigi de Laurentiis para “Küf (Mold)”, del turco Ali Aydin, y en la sección Orizzonti el gran premio ha sido para la fracohongkonesa “Sam Zimei”, de Wang Bing.