Hace unas semanas, el Gobierno de recientemente elegido presidente argentino Mauricio Macri, ha planteado un plan para revitalizar una economía herida y atormentada, la cual aqueja de un alto nivel de inflación. En un momento que existe una situación de crisis, no se debe subestimar la importancia en Argentina, sino para el resto del mundo, cuyos dirigentes buscan indicios cómo salvarse.
Por los años de mala gestión, la economía de Argentina ha tenido un mal desarrollo desde hace varias décadas. Los diferentes gobiernos evitaron realizar elecciones difíciles en materia de políticas y complicarse en cuestiones fundamentales a través de controles ineficientes para distribuir recursos de manera errónea y golpearon la capacidad de generar beneficios de divisas necesarias para cubrir la factura de importaciones, lo que ha generado mucha pobreza. La reciente disminución de los precios de las materias primas ha empeorado la situación, minando el poco dinamismo de crecimiento que había dejado la economía y, a su vez, alimenta la inflación, profundizando la escasez, propagando la inseguridad económica y la inestabilidad financiera.
Normalmente, las diferentes tácticas a plantear en este tipo de situaciones para contener las condiciones de crisis:
- Menguar las reservas financieras y la riqueza que se acumulan cuando a la economía iba mejor.
- Endeudarse con los acreedores extranjeros y los con acreedores domésticos.
- Recortar el gasto público.
- Crear incentivo para inducir un menor gasto del sector privado.
- Generar ingresos a través de impuestos y tarifas más elevadas.
- Utilizar el mecanismo de precios para acelerar los ajustes en toda la economía.
- Interacciones comerciales y financieras con otros países.
Mediante a través de un diseño y una secuencia cuidadosos, estas medidas pueden ayudar no sólo a lidiar con los problemas económicos y financieros de una manera inmediata, sino también para crear las condiciones para el crecimiento, creación de empleo y estabilidad financiera a largo plazo. De esta manera, se puede contener la pobreza entre la población, proteger a los sectores más desprotegidos y poner a las generaciones futuras en una mejor posición.
Sin embargo, los diferentes gobiernos suelen enfrentarse a las complicaciones para la implementación efectiva de estas medidas. Si los responsables de la implantación de estas políticas no son precavidos.
El primer problema surge cuando existen ciertos factores, reales o que se perciban, que bloquean algunas opciones de los ajustes. Algunas medidas se han agotado ya que puede que no les queden reservas ni riqueza que se puedan utilizar y pueden haber una escasez de prestadores. Otras posibles medidas, como los ajustes fiscales, se deben implantar con cuidado, para evitar la inestabilidad en el crecimiento.
El segundo problema es la elección del momento. Los diferentes gobiernos deben ver qué medidas van a entrar en vigor de manera secuencialmente correcta. Es decir, implantar de forma efectiva va a requerir entender las características de las interacciones económicas y financieras, incluyendo no sólo los efectos de retroalimentación sino también los aspectos conductuales del sector privador. Todo esto se debe realizar de manera coordinada con la implementación de reformas del lado de la oferta que promete crecimiento de forma duradera.
La estrategia del gobierno de Macri asume un plan audaz y altamente arriesgado ya que se ha planteado una liberalización de precios de forma agresiva y la eliminación de los controles cuantitativos, previo a las medidas que se relacionan con la gestión de la demanda y la asistencia financiera. Se van a eliminar la mayoría de los impuestos a las exportaciones y los controles cambiarios, se van a recortar los impuestos sobre beneficios y se libera el tipo de cambio, lo que va a permitir una depreciación de forma inminente del peso de alrededor de un 30 por ciento.
Pocos gobiernos se han atrevido de implantar este tipo de secuencia. La razón de esta decisión es clara ya que al tomarse tiempo para preparar la escena para la liberalización, los diferentes gobiernos esperaban limitar el salto inicial de la inflación de los precios, evitando así un espiral de fuga de capitales. Temían que, de surgir estos problemas, echarían por tierra las medidas de reforma y erosión al respaldo público necesario para continuar.
Para conseguir reanimar la economía argentina de una manera eficaz y duradera, Macri necesita actuar de manera ágil para movilizar una asistencia financiera externa considerable, generar recursos internos adicionales e implementar reformas estructurales. Si lo hace así, la estrategia económica de argentina se convertirá en un modelo para otros países para un futuro. Pero si la estrategia fracasa, ya sea por una secuencia incorrecta o porque existe una insatisfacción a nivel popular, los demás países dudarán a la hora de levantar sus controles y liberalizar sus monedas.