Antonio Navarro Wolf es un hijo de la paz. Como producto de un proceso de reconciliación analiza los diálogos de paz entre el gobierno y las Farc en La Habana, plantea las posibilidades de éxito del movimiento político Pido la Palabra y expresa su opinión frente a la Bogotá Humana de la que hizo parte. Entrevista.
Confidencial Colombia: Usted es un hijo de los procesos de paz, ¿cómo ve el que se está adelantando con las Farc en La Habana?
Antonio Navarro: Yo efectivamente soy un hijo de la paz y tengo que ver el proceso con optimismo, con ganas de que salga bien, con esperanza de que se vuelva una realidad.
Pero sabemos que hay dificultades, que todavía hay incertidumbres. Parte del método usado por las delegaciones de no decir nada y mantener la confidencialidad hace que sea más difícil saber qué está pasando. Pero sí queremos tener esperanza.
CC: Las partes decidieron arrancar por un tema fundamental que es el de la tierra, y ya se han presentado los primeros desacuerdos. ¿Cómo ve esa negociación?
AN: Aspirar a grandes reformas en una mesa de negociación es imposible. Si se quiere hacer una gran reforma agraria en Colombia hay que conseguir el gobierno y hacerla desde el gobierno. No se le puede pedir una reforma a una mesa de negociación de paz.
Más importante de lo que sucede en la mesa es lo que suceda en la opinión pública, porque el elemento central de un proceso de paz es cambiar la lucha armada por la lucha política sin armas. Cambiar las balas por los votos; por lo tanto, es esencial tener apoyo de la opinión pública para realizar esa transformación.
El temario de la negociación sobre las políticas de desarrollo agrario está ahí, pero no se sabe qué esperan las partes de la negociación. Si salen unos puntos de acuerdo importante pero limitados, se puede conseguir un resultado.
Si estamos esperando resolver el tema de la posesión de la tierra en Colombia, que no ha podido hacerlo ningún presidente ni ningún gobierno en más de un siglo, vamos a llegar a un punto en el que no habrá solución. Una mesa de negociación tiene un poder limitado.
Pedir que el presidente Santos haga la revolución en una mesa de diálogo no es una aspiración factible. Hay que hacer cambios en el campo colombiano porque allí es donde está la mayor pobreza, se podrían dar unos pasos iniciales y que después la lucha política y democrática conduzca a la posibilidad de que, desde el gobierno, se hagan las transformaciones.
CC: Poco tiempo después del acuerdo de paz entre el M-19 y el gobierno se dio una Asamblea Nacional Constituyente. Ahora las Farc piden lo mismo, ¿es necesaria otra constituyente?
AN: Nosotros no negociamos una Constituyente con el gobierno, el proceso de paz nuestro coincidió con la necesidad política de hacer una reforma. Eso nunca fue parte de la negociación. El M-19 ganó sus puestos en la Constituyente por voto popular y no porque haya negociado ese mecanismo con el gobierno.
Ahora, una Constituyente en este momento no es necesaria ni conveniente. No es necesaria porque la constitución colombiana es suficientemente flexible, amplia y progresista, y en ese marco se puede incluir un acuerdo de paz con las Farc.
No es conveniente porque los constituyentes se eligen por voto popular y perfectamente podría tener una composición que niegue los acuerdos de paz. La Constituyente podría tener a las Farc como una minoría y a los detractores del proceso de paz como una mayoría. Ese mecanismo puede ser un autogol para las Farc.
Hay que hacer reformas legales o constitucionales, que se pueden hacer por la vía del Congreso. El legislativo ha dado claras muestras de estar de acuerdo con una negociación de paz.
En última instancia se podría refrendar ante el pueblo los acuerdos a través de un referendo popular. La ventaja de ese mecanismo es que el texto es limitado, y la gente debe decir sí o no. Ahí no se pueden meter micos.
CC: En marzo comienza a tramitarse en el Congreso una ley de Tierras, ¿hay que meter las propuestas de las Farc en este articulado?
AN: Sería muy importante que se incluyeran los puntos de vista de las Farc en el proyecto. El gobierno tiene razón en algo, y es que los tiempos políticos de un proceso de paz no son ilimitados, si esto se empieza a prolongar mucho sin resultados, va a ir perdiendo el apoyo de la opinión y así no es factible sacarlo adelante.
No tendría sentido tramitar un proyecto de ley y no incorporar lo que las Farc piensan. Se podría hacer un acuerdo para que el en trámite de ese proyecto de ley se puedan articular los debates, las propuestas y los acuerdos que en esta materia salgan de la negociación en La Habana.
El gobierno está intentando generar una especie de hecho que ponga a andar un tema para que las Farc piensen en la necesidad de lograr acuerdos que se incorporen a un tren que ya comienza a andar. Pero no veo conveniente que se haga un estatuto de desarrollo rural sin incluir los puntos de vista de las Farc.
CC: ¿Las Farc debería negociar rápidamente su reinserción a la vida civil y comenzar a dar esas batallas en la legalidad?
AN: Yo siento que no hay unidad dentro de las Farc sobre el tema de la negociación. La guerrilla necesita plazos y resultados para poder incorporar a esos remisos que permanecen escépticos frente al proceso.
En el proceso de paz del M-19 también pasaron cosas parecidas. Rosemberg Pabón no estaba de acuerdo en la forma en la que marcha el proceso de negociación y trabajamos para que se incorporara y finalmente lo hizo.
Parte del tema es avanzar en acuerdos sobre política agraria, que queden más o menos listos y con eso ayudar a convencer a los remisos. Ni tan pronto como quiere el gobierno, ni tan largo como quieren las Farc.
CC: Los detractores del proceso cuestionan la legitimidad de la mesa, ¿la mesa de diálogos es legítima?
AN: Absolutamente. Quienes dicen que no es legítima no recuerdan que el Presidente ganó las elecciones, en una democracia. Eso hace que esa mesa y ese proceso sean legítimas.
Ahora, las decisiones que salgan de allí deben ser refrendadas por un mecanismo cualquiera: el Congreso, un referente o algún otro mecanismo de participación. La mesa es absolutamente legítima, eso está fuera de discusión.
CC: ¿Hizo bien el gobierno al no aceptar la jugada de las Farc y generar una tregua bilateral?
AN: Eso hace parte de la lógica del gobierno, que cree que las Farc puede sacar ventaja de una tregua bilateral y por eso decidió no aceptarla. Hay que decir, contra los que han dicho algunos, que datos de varios centros de estudio indican que ha habido una disminución muy significativa de la actividad militar de las Farc en el país durante esta tregua.
La tregua se ha cumplido por la mayoría de los miembros de las Farc y eso es un buen indicio. Ahora se acaba y es muy infortunado eso porque seguramente se volverá a aumentar la acción militar de esta guerrilla.
Ojalá que la mesa avance rápido en acuerdos para que no tengamos que hacer treguas sino un cese definitivo del conflicto armado en el país.
Pido la Palabra
CC: Hace varios meses nació con mucha fuerza el movimiento “Pido la palabra”, del cual usted hace parte. ¿En qué va el proyecto?
AN: Ahí vamos, trabajando. Somos un grupo de gente que quiere dar un paso adelante buscando ser una tercería, una alternativa distinta al Puro Centro Democrático o la Unidad Nacional. Hay un espacio grande para ejecutar esa tercería y por eso estamos trabajando.
CC: El movimiento nació para mediar entre Uribe y Santos, y la polarización es cada vez más notoria. ¿Esas peleas entre los líderes generan un espacio grande para la tercería?
AN: Sí. Lo que hemos oído y recibido en la sociedad esta semana invita a mirar nuevas perspectivas. Yo sí creo que este país necesita una opción distinta de las que representan los dos líderes.
CC: La pelea entre Uribe y Santos está llegando a términos insospechados, ¿Qué opina de esa discusión?
AN: Llegar a un tratamiento verbal de esa naturaleza me parece que ya está un poco de más. Al final, después de todo, se encuentra uno con que los dos tenían razón. Después de la aclaración del general Naranjo, los dos tenían algo de razón, entonces para qué peleaban tanto.
CC: ¿Pido la palabra va a tener lista al Senado?
AN: Si, estamos pensando en conformar una lista al Senado y a la Cámara de Representantes por firmas, y también queremos hacer una consulta presidencial, esos son los planes.
CC: Y usted hará parte de esa consulta presidencial…
AN: No, por ahora no… no me gradúa de candidato de nada. Por ahora prefiero ayudar a organizar esta nueva opción política.
CC: ¿Y el progresismo?
AN: Ahí estoy con progresistas, soy el vocero nacional y sigo trabajando en esto. Una de las posibilidades que tenemos es que esta fuerza política sea una especie de coalición con personería jurídica.
Eso no estará a nombre del progresismo y tocará crear un nombre para esa nueva fuerza. El progresismo puede ser una parte de ese movimiento, que tendrá seguramente muchas más.
CC: ¿A Petro le suena la idea?
AN: Al fin y al cabo él está en el ejecutivo. Y lo que debe hacer ahí es gobernar. Y nosotros estamos aquí haciendo política.
CC: ¿Santos se va a lanzar a la reelección?
AN: Muy probablemente sí.
CC: ¿Y va a ganar?
AN: Eso sí está por verse. No es tan fuerte porque ha demostrado que su prestigio es como un color que se destiñe fácil, porque como lo heredó. Yo no lo veo tan seguro como presidente reelecto.
Bogotá
CC: ¿Cómo ve la Bogotá Humana?
AN: La veo humana, creo que es un buen programa de gobierno y la discusión que hay no es si el programa es bueno sino si se está ejecutando eficazmente. Pero yo no tengo duda de que es un programa bueno.
En lo de aseo se cometieron errores de ejecución evidentes, pero el programa es bueno. Es bueno que se recicle, que se trate mejor a los recicladores, que se separe en la fuente, que los contratistas no se quedaran con el negocio por siempre, el plan es bueno en general.
Hay que mejorar la capacidad de ejecución.
CC: ¿La administración es tan mala como para pensar en una revocatoria del mandato?
AN: No creo, una vecina del barrio me abordó hace días y me pidió que le mandara un mensaje al alcalde Petro, “dígale que nunca este barrio había estado tan limpio como ahora”. La ciudad está limpia.
Hay dificultades, pero nos pusimos a hacer la lista de las cosas positivas que ha hecho la administración y son por lo menos 20: el mínimo vital de agua, la rebaja de las tarifas de Transmilenio, los Camad para el tema de los viciosos, aumento en colegios con jornada única, los resultados son buenos.
CC: ¿Le gustaría volver a la administración?
AN: Yo nunca voy a decir “de esta agua no beberé”, pero por ahora estoy dedicado a poner un grano de arena para que haya una fuerza política que sea capaz de disputar el poder en Colombia.
CC: ¿Cree que hay un complot o una confabulación contra el alcalde Petro?
AN: Hay gente en contra de él, pero no creo que haya una gran confabulación contra Petro.
CC: ¿Cree que quienes persiguen a Petro lo hacen para torpedear los diálogos de paz en La Habana?
AN: Yo creo que hay gente en contra del proceso de paz y en contra de Petro, pero no creo que haya ninguna relación entre las dos. Yo no soy muy amigo de creen en conspiraciones, prefiero entender que en la democracia hay puntos de vista distintos.
Evidentemente los que no son amigos de la paz tampoco son amigos de Petro.
CC: ¿Usted cree que Petro va a renunciar a la alcaldía para lanzarse a la Presidencia?
AN: No, se suicidaría. Eso sí sería el suicido político para Petro. Todos los que están hablando de hacer campaña para la alcaldía de Bogotá deben prepararse para 2015, cuando son las elecciones.
CC: Si la revocatoria se diera, Petro saldría fortalecido de la alcaldía…
AN: La revocatoria tenía la idea de recoger 6 mil firmas diarias, y no están recogiendo ni la mitad por día, ese dato me lo dieron de la organización que está promoviendo la iniciativa.
Hay sectores que quieren presionar la salida de Petro, pero no lo veo como una estrategia de él. Es más, los partidos políticos de la Unidad Nacional se opusieron a la revocatoria del mandato.