Desde que la reina Beatriz de Holanda anunció en enero su decisión de abdicar en su hijo, el príncipe Guillermo Alejandro, la capital del país se prepara para una jornada de coronación. Máxima se convertirá en la segunda latinoamericana que se siente en un trono europeo.
El 30 de abril, Ámsterdam amanecerá con la abdicación oficial de la actual monarca en el Palacio Real, a la que seguirá un breve discurso desde el balcón de Beatriz y de su hijo primogénito, a quienes se unirán después su esposa, Máxima, y sus hijas, Catalina Amalia (futura heredera del trono), Alejandra y Ariadna.
Tras este acto llegará la asunción por parte de Guillermo Alejandro en la iglesia Nieuwe Kerk, situada junto al Palacio, en la céntrica Plaza Dam y de gran importancia para la realeza de los Países Bajos.
La toma de posesión, denominada así porque no se prevé una coronación con ceremonia religiosa, concluirá cuando el príncipe heredero, ya convertido en rey Guillermo Alejandro (no Guillermo IV, como esperaban los holandeses), preste juramento como nuevo titular del Consejo de Estado ante los miembros de ambas cámaras del Parlamento, que le prometerán lealtad.
IGLESIA FAMILIAR Y CEREMONIA AUSTERA.
La Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva en neerlandés) es sede de numerosas exposiciones de arte y de conciertos semanales, pero tiene también un importante papel para la familia real holandesa ya que, desde 1813, cuando la jefatura de Estado recayó en manos de la dinastía de los Orange-Nassau, todas las entronizaciones tuvieron lugar allí.
Este templo protestante fue también el escenario de uno de los días más importantes en la vida de los futuros reyes de Holanda, ya que Guillermo Alejandro y la argentina Máxima Zorreguieta, sellaron en él su amor el 2 de febrero de 2002 con una espectacular boda.
Los vínculos de la Nieuwe Kerk con los Orange quedarán de hecho reflejados en una exposición que la iglesia acogerá, entre mayo y agosto, y que se centrará en las coronaciones de las once generaciones de esta dinastía, una de las doce monarquías europeas que existen en la actualidad.
Los actos de entronización no acabarán en este templo: tras una recepción oficial en el palacio real, el pueblo holandés tendrá ocasión de ver a sus nuevos monarcas durante el paseo que ofrecerán en el lago IJ de Ámsterdam, salpicado de festejos durante el recorrido.
Este año será el último que se celebre el Día de la Reina, la gran fiesta del país que cada año atrae a cientos de miles de holandeses y turistas a sus calles, ya que, desde 2014, pasará a ser el Día del Rey y tendrá lugar el 27 de abril, coincidiendo con el cumpleaños de Guillermo Alejandro I de Orange-Nassau.
A pesar de la esperada afluencia de público para la ocasión, y del carácter festivo del día, la celebración estará marcada por la austeridad.
El primer ministro holandés, el liberal Mark Rutte, señaló a finales de enero que la organización del evento, que será pagada por los ministerios de Interior y Justicia, Defensa y Asuntos Generales y el municipio de Ámsterdam, tendrá que ajustar su presupuesto, dada la crisis económica general.
Rutte bromeó con que, aunque será una ceremonia austera tal como marcan los tiempos de crisis que afectan al Viejo Continente, se servirán algo más que refrescos.
Esa austeridad no sólo se reflejará en el gasto económico, sino que también quedará patente en el estilo de los asistentes, a los que se les ha pedido sobriedad: parlamentarios y senadores asistirán con traje oscuro, mientras que a las damas se les solicita que no lleven grandes sombreros ni exageradas pamelas, a fin de que sus rostros sean fácilmente visibles.
MÁXIMA, CENTRO DE ATRACCIÓN.
Además de la atención que genera que el príncipe heredero se convierta en el primer monarca varón del reino desde 1890, cuando falleció el rey Guillermo III, la atracción de la ceremonia estará centrada también en su esposa.
Con su simpatía, su espontaneidad y su habitual sonrisa, Máxima, de 42 años, supo vencer con cercanía las reticencias iniciales de los holandeses, derivadas de su confesión católica, frente a un país protestante, y del hecho de ser hija de un antiguo ministro del régimen de Jorge Rafael Videla en Argentina, hasta ganarse el cariño del pueblo.
Esa situación hizo que sus padres no asistieran a su boda en 2002, pero las lágrimas que no pudo reprimir ese día cuando sonó el tango preferido de su padre, la acercaron a los holandeses que entendieron ese señalado momento.
Máxima ha tenido que hacer ciertos sacrificios visibles para los holandeses, como ése de renunciar a la asistencia de sus padres a su boda, a fin de no herir susceptibilidades por el pasado de su progenitor, algo que se repetirá el día de la coronación.
Los Zorreguieta tampoco estarán presentes en las ceremonias que harán de su hija, la reina consorte de Holanda y la segunda latinoamericana (después de la Gran Duquesa de Luxemburgo, María Teresa Mestre) que se siente en un trono europeo.
SENCILLEZ, ESPONTANEIDAD Y AMPLIAS SONRISAS.
En su exitoso proceso de adaptación a su nuevo país, a la bonaerense le ha ayudado su espontaneidad y la sencillez, tan valorada por los holandeses, así como una sonrisa amplia y de felicidad que a menudo se ve en su rostro.
La rapidez con que la princesa Máxima aprendió el neerlandés, así como su compromiso con asuntos como los microcréditos para los más desfavorecidos, también han contribuido a que sea muy querida por los holandeses.
Pero si algo destaca de la ex economista es su estilo, elegante y glamuroso, en el que figuran las firmas holandesas más conocidas, como Jan Taminiau, y algunas belgas, como Natan, sin olvidarse de su predilección por los tocados que le confecciona la diseñadora belga Fabienne Delvigne.
La creadora, que también realiza las pamelas y sombreros que han llevado la reina Paola y la princesa Matilde de Bélgica, fue la creadora del alto tocado con pluma, que lució en la boda del príncipe heredero del Gran Ducado de Luxemburgo el pasado mes de octubre.
Desde el 1 de mayo, Máxima Zorreguieta dejará de ser llamada princesa de los Países Bajos y pasará a ser reina Máxima, mientras que habrá que referirse a su suegra, Beatriz, como princesa de Orange Nassau.
Con ese título ya aparece en algunos de los actos que ocuparán su agenda desde ese día, como es el anunciado cuando la reina Máxima inaugure un hospital dedicado exclusivamente a los tratamientos de cáncer de mama en la ciudad de Bilthoven, el próximo 23 de mayo.