Hace tres meses los presidentes de Cuba, Venezuela, y Colombia tuvieron en sus agendas un encuentro para hacer una cumbre que tendría alto impacto político y así darle un espaldarazo al proceso de paz. La reunión se frustró por decisión de Juan Manuel Santos y hasta hoy se ha mantenido en reserva. Confidencial Colombia revela la historia. EXCLUSIVO.
Santos le ordenó a la canciller María Ángela Holguín que contactara a los cancilleres cubano y venezolano para coordinar, con carácter de urgencia, la que sería ésta Cumbre por la Paz. En pocas horas, Holguín se comunicó con sus homólogos y encontró disposición inmediata para adelantar el trascendental encuentro.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y el mandatario cubano, Raúl Castro, consideraron la cumbre no solo como útil y posible, sino como algo necesario para empujar un proceso de negociación, en el que creen y en que tienen sus propios intereses.
Con el beneplácito de los tres mandatarios se dio luz verde para que empezaran las labores de coordinación de una reunión de esta naturaleza. Pero fue en ese momento que apareció el escollo que término por echar al traste los planes del Presidente Santos. Maduro y Castro esperában que Santos se desplazara a La Habana, sede de los diálogos, para instalar la cumbre. Para los dos gobiernos era lógico que la capital cubana debía ser la sede del tripartito apretón de manos. Pero el presidente colombiano quiso que la reunión se adelantara en Cartagena.
A pesar de la insistencia de Santos en que la sede de la cumbre fuera en suelo colombiano, los otros dos mandatarios no modificaron su posición, insistiendo en que lo más apropiado era que la reunión se adelantara en la misma ciudad en la que se están realizando los diálogos de paz. Santos terminó cediendo al temor de abrir otro flanco de ataque de los opositores del proceso de paz. Su traslado a La Habana podría levantar susceptibilidades en quienes creen que se excede en concesiones y temió que fuera interpretado como debilidad y cercanía con los dos gobiernos revolucionario de la región.
La decepción fue mayúscula en la Casa de Nariño, pero más lo fue en Miraflores y en el Palacio Presidencial Cubano en donde no entendieron cómo una iniciativa que nació desde Bogotá para respaldar el proceso de paz de Colombia y que involucraba tres jefes de Estado se canceló por una diferencia en la sede.
El tema de la frustrada reunión llegó a la mesa de conversaciones de la Habana. Y el análisis de los negociadores apuntó a que la reunión habría sido un respaldo importante para el proceso, pero quedaron notificados, una vez más, de que la política interna, le marca el horizonte al proceso, y no siempre para el arrojo ni la audacia.