Que embeleso el haber estado en el cónclave del Uribe Centro Democrática, donde elegimos a nuestro muñeco como candidato a la elección presidencial de 2014, en la cual derrotaremos por W radio a todos los contrincantes, desde el traidor inconfeso del Juan Manuel hasta cualquier terrorista encaletado que nos pongan por el lado de la autodenominada izquierda.
Antes de entrar en materia política y en egregia alabanza del Todopoderoso, debo referirme al paradisiaco escenario en el cual se eligió a nuestro futuro pelele. En perfecto orden y cristiana resignación, los delegados a nuestro cónclave, cual coro celestial, cual asamblea de toda la grey que piensa derecho y actúa con las extremidades, escucharon las parábolas, las moralejas y las alegorías de nuestro Supremo Creador (de rodillas impíos) su protuberancia Álvaro Uribe Vélez.
Parecía aquello una mezcla de la última cena, el juicio final, el jardín de las delicias, el paso del Mar Rojo… Todos los congregados ( que falta nos hizo nuestro Monseñor Ordóñez, que no pudo ir porque ha estado dedicado a perseguir maricas y porque nos lo señalan de intervenir en política) cual reverencial congregación de polichinelas inclinaron el lomo y la testuz, ante las revelaciones santas del Supremo y aceptaron, mansos corderos, los designios del predestinado, del aleph.
Empezando por este servidor, que en medio de abluciones, tres veces se inclinó ante el impertérrito, mostrando su humildad y su ciego acatamiento a la regla, a la línea elíptica de nuestro sagaz mandamás. Grandes ohhhhh, grandes ahhhhh se escucharon reverentes ante el mesías del plomo. Y como debía ser, sus órdenes magnas fueron acatadas en una limpia y democrática votación, en la cual poco nos importó quien fuera ungido por el dedito de marras.
Había que ver a un Fabio Valencia Cossio, como un chambelán de carriel, sonriendo ante la próxima victoria, con su tersa piel recién afeitada con dinamita. Había que ver a un Juan Lozano olfateando, cual galgo veloz, los hedores de la concurrencia, rastreando las presas…
Ya en la escogencia misma de los precandidatos cortados por la misma barbera, la suerte estaba echada. Tanto Pachito, como Oscar Iván y el mismo detective Holmes, han sido y serán coloridos guiñoles con ideas propias que tienen la virtud de lo ajeno. Pensar por si mismo, ser, son cosas del pasado. Nosotros somos todos pensados por Uribe, Uribe es como el ello, el que nos piensa, y los demás apenas, en nuestra consuetudinaria prosternación, piedras afuera con las cuales se construye el ecuménico templo de la doctrina.
Hasta José Obdulio y Fernando Londoño (allí presentes cual vestales maliciosas) reverberantes ideólogos, lámparas de Diógenes o de Aladino según conveniencia, nada tuvieron que argüir. La suerte estaba echada. El humo blanco montó a los cielos, cual espiral que señala el camino de la raza, la ruta inaplazable de la retoma del poder, la Andrés uriélica autopista de la refundación.
De tal modo que ante la elección del ahora candidato del Uribe Centro Democrático, confirmamos que si no hubiera sido él, cualquiera de los otros dos habría asumido con lujo de detalles su condición de monigote, de fantoche, de marioneta de mano o de hilos. No importa en nuestro corpus de pensamiento quien sea el espantajo. Porque por siempre será Uribe quien decida, gobierne, actúa y mande, por legado divino.
Como lo hará en nuestra arrasadora lista al Senado, donde la colección de zascandiles que hemos puesto a consideración del país, será otro coro más. ¡Coreografía!
Poco importará la votación en mayo cuando el muñeco sea elegido y derrote al Juan Manuel: desleal, infiel, Judas, renegado, desertor, delator, alevoso, felón, ingrato, indigno, apóstata. Por el contrario a la deslealtad del Juan Manuel, nuestro y nuestros candidatos serán fiel ejemplo de lealtad, de nobleza y de fidelidad, cual enamorada esposa arrobada por los cánticos de Uribe, maravillada por el estilete de su lengua y por la erección permanente de sus principios de seguridad.
Nos les quepa duda alguna que vamos por el poder, todo, en su conjunto. Con la elección de nuestro candidato de fantasía que llegará a la presidencia, pues será Uribe quien gobierne de frente y de perfil. Parafraseando al hampón del Lenin nuestra consigna es: ¡Todo el poder para los inversionistas!
Con la elección del 70% del Congreso uribista, tendremos entre manos la caja de pandora. Nos falta cooptar todavía algunas rebeldías en las altas cortes, sacar al enano de la Fiscalía y reponer allá a un Juan Camilo Osorio, y avasallar a todos las demás “ías”. Los demás poderes ya los tenemos, o casi. Con nuestros estandartes de purificación y hegemonía bien templados en la procuraduría y nuestros fusiles calientes de las Fuerzas Amadas, solo nos falta meterle el fuego de nuestras ideas a algunos medios de comunicación descarriados. ¡Y ya!
Una vez todo acumulado, nada se nos escapará, dentro de la legalidad, dentro de la institucionalidad. Porque fuera de ello, donde sabemos, todo lo tenemos bien amarrado, cual tamal de panadería, cual hayaca de mostrador, cual gallina al bombillo, bendito plato nacional.
Repito: Una sola idea, un solo camino, una sola democracia, la nuestra. Bendito unipartidismo que estamos fundando, sin enemigos, sin rivales. Solo nosotros en las cúspides de la economía y la política.
Que no nos jodan. ¡Tenemos Caudillo! ¡Y desde ya propongo que en el futuro Jerónimo sea quien pueda Salvarte! Caudillo en latín viene de cabeza y de cabeza nos lanzamos a seguirlo. Caudillo entonces es inteligencia superior, madre superiora. Los demás, los santistas y mamertos apenas tiene cabecilla, nosotros cabezones. Y un caudillo manda como se le venga en gana, al son de su razón y sobre todo al vaivén precioso de su emocionalidad. ¡Que falta nos hace el empute como teoría, la emberracada como estrategia!
Si señores. Con la designación moderna y digital en Corferias, hemos hecho también fiestas con esa pendejada de la neutralidad y la escogencia. Inclinémonos ante el dedo, que sirve para todo. El dedo que señala, que determina, que elige, que penetra, que indica, que ordena. Y si en unas semanas vemos que nuestro hoy candidato no nos sirve, pues democráticamente está previsto que Uribe lo saque con el bordón, con el Oscar Iván Zurriago e imponga uno que le convenga a él y a la nación en su conjunto cerrado.
¡Todos postrados ante el seráfico!