La dispareja batalla por Kobani

Los testimonios procedentes del interior de la ciudad de Kobani (Siria) dan cuenta de la resistencia numantina presentada por las milicias kurdas para evitar que su tierra caiga en manos de los yihadistas del Estado Islámico (EI). En el campo de batalla pelean fusiles contra tanques.

Tanto es así que, la Confederación de Comunidades del Kurdistán (KCK), organización que engloba algunos de los principales partidos y grupos armados kurdos de Turquía, Irak, Siria e Irán, hizo recientemente un llamamiento a que toda la juventud kurda acuda a defender Kobani, comparando el ataque islamista al asedio impuesto por los nazis sobre el Stalingrado soviético durante la Segunda Guerra Mundial.

Mirkan lideraba una pequeña unidad de milicianos que, tras horas de combate, notó la falta de munición. La joven decidió cargarse de explosivos y avanzar hacia las posiciones del Estado Islámico.

Pese a que el cantón de Kobani -que junto a los de Afrin y Yazira forman los territorios “liberados” por los kurdos desde el inicio de la guerra civil en Siria- llevaba meses rodeado por las fuerzas del Estado Islámico, la ofensiva final yihadista se lanzó el pasado 15 de septiembre. Los verdaderos motivos tras este ataque aún se desconocen, y los analistas barajan desde cuestiones estratégicas -conquistar un nuevo paso fronterizo con Turquía y unificar toda la red de comunicaciones del norte de Siria bajo su mando, dejando a los kurdos recluidos a las esquinas noreste y noroeste del país- a simbólicas: vengar la ofensiva de los peshmerga kurdos que, aliados con EEUU, infligieron severas derrotas al EI en Irak.

“¿Por qué nos atacan? Porque Kobani es un cantón democrático en el que no sólo hay kurdos sino también árabes y otras minorías. Los kurdos hicimos una revolución y establecimos un sistema democrático de gobierno. Por eso nos atacan”, sostiene desde Kobani la copresidenta del Partido de la Unión Democrática (PYD), Asya Abdullah, en entrevista telefónica con El Confidencial.

El PYD es el principal partido político de los kurdos de Siria y gracias a sus milicias, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), consiguió asegurar los tres cantones kurdos frente a las fuerzas del régimen de Bachar al Asad y a los rebeldes islamistas. Pero, ante la nueva ofensiva del Estado Islámico, las YPG se han visto superadas y los yihadistas han avanzado desde el sur, este y oeste varios kilómetros al día, conquistando pueblos y aldeas hasta reducir el territorio cantonal exclusivamente a la ciudad de Kobani. El pasado lunes 6, tras conquistar la estratégica colina de Mishtenur, los yihadistas comenzaron a izar sus negras enseñas sobre algunos edificios de Kobani. El jueves ya controlaban un tercio de la ciudad, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

La actual estrategia del EI pasa por atacar la zona norte de Kobani, que linda con la frontera turca, para así rodear completamente la ciudad y que los defensores kurdos queden completamente aislados del mundo. “Se lucha casa por casa, a una distancia muy corta, con granadas de mano”, explicaba un comunicado de las YPG esta semana. Al mismo tiempo, desde Mishtenur y el exterior de la ciudad, donde ha colocado baterías de artillería y tanques, el EI bombardea el centro de la ciudad, en el que aún habitan civiles.

Disparos de kalashnikov contra tanques

Y es que las fuerzas son muy desiguales, pues mientras las YPG sólo cuentan con Kaslashnikov, “dushkas” (ametralladoras soviéticas que montan en furgonetas) y algunos morteros, el EI dispone también de modernos fusiles estadounidenses capturados tras caer la ciudad iraquí de Mosul en manos yihadistas, lanzacohetes antitanque M79 croatas que Arabia Saudí había transferido en 2013 a los rebeldes sirios, armamento belga que había sido vendido por Bruselas al régimen libio pero que ha terminado en Siria y sistemas de defensa antiaérea portátiles (MANPADS) rusos y chinos, según ha constatado una investigación de la organización Conflict Armament Research sobre el terreno. Testigos del asedio de Kobani consultados por este periodista también han visto en manos del EI sistemas múltiples de lanzacohetes como los Grad soviéticos, posiblemente capturados al régimen sirio.

Otro de los problemas en la defensa de Kobani, según relata un refugiado kurdo-sirio involucrado en la política local, es que muchos de los milicianos profesionales de las YPG fueron entrenados por el grupo armado PKK kurdo en las montañas Kandil (Irak) y estan más preparados para el combate en terrenos abruptos que en planicies como la de Kobani. Por ello, han tenido que ir aprendiendo sobre la marcha y desarrollando nuevas tácticas, especialmente de guerrilla urbana, algo en la que los luchadores kurdos más jóvenes están bregados por haberla utilizado en sus enfrentamientos con las autoridades en ciudades de Siria y Turquía.

La actual estrategia del Estado Islámico pasa por rodear completamente la ciudad y que los defensores queden completamente aislados. ‘Se lucha casa por casa, a una distancia muy corta, con granadas de mano’.

Con la guerra ya en las calles de la ciudad, que los kurdos conocen mejor que sus enemigos, el YPG depende de las “emboscadas”, explica el periodista kurdo Perwer Muhammad Alí, que hasta inicios de esta semana se mantuvo en Kobani: “(La noche del lunes al martes) las YPG mataron así a 120 mercenarios y capturaron a 20 con vida, 10 de ellos extranjeros”.

De hecho, las bajas están siendo mayores entre el Estado Islámico que entre los defensores kurdos. “El EI ataca un sólo punto con gran número de militantes. Y los miembros de las YPG resisten. Dado que ellos están a la ofensiva y nosotros en una posición defensiva, a pesar de que sólo tenemos armas ligeras, les infligimos gran número de bajas sin tener muchos mártires. Y a veces llevamos a cabo retiradas tácticas”, explicaba recientemente el otro copresidente del PYD, Salih Muslim, al periodista turco Mutlu Civiroglu.

En uno de los vídeos suministrados por las YPG, se puede ver a una decena de milicianos -algunos uniformados, otros no- aguantando el tipo tras un frágil muro frente al que avanza un tanque y varios vehículos de los yihadistas. Pese a la diferencia armamentística, en este caso, los kurdos consiguen mantener a raya al carro de combate mediante disparos de kalashnikov y con un pequeños lanzacohetes.

La bandera negra del Estado Islámico en el interior de la ciudad de Kobani (Reuters).La bandera negra del Estado Islámico en el interior de la ciudad de Kobani (Reuters).

Mirkan, la joven que se inmoló contra los yihadistas

La situación de batalla en algunos barrios de Kobani es tan crítica para los defensores que la noche del domingo, la joven comandante Arin Mirkan (cuyo nombre real era Dilar Gencxemîs) se inmoló contra un grupo de yihadistas. Aunque no es el primer ataque de este tipo que llevan a cabo por las milicias kurdas, los ataques suicidas no suelen ser habituales. Según los testimonios recogidos, Mirkan lideraba una pequeña unidad de milicianos que, tras horas de combate, notó la falta de munición. Por ello, la joven guerrillera, de 20 años, decidió cargarse de explosivos y avanzar hacia las posiciones del EI para finalmente inmolarse junto a los combatientes yihadistas.

“Nuestra camarada Arin llevó a cabo una acción contra las bandas (del EI) sacrificando su propia vida en el proceso. Con esta acción mató a docenas de miembros de las bandas y demostró la determinación de resistir de los luchadores de las YPG. Si es necesario, todos los luchadores de las YPG y las YPJ (la rama femenina de las milicias kurdas) seguirán su ejemplo y no se permitirá que las bandas logren su objetivo de conquistar Kobani”, indicó el mando de las YPG en un comunicado.

Al conocer la noticia del suicidio, un kurdo sirio relataba apesadumbrado a este periodista que Arin Mirkan fue su alumna en Afrin, el cantón kurdo del que procedía: “Entonces tenía 14 ó 15 años y no estaba involucrada en política. Luego, cuando me metieron en la cárcel, escuché que se había metido en el PYD”.

“Los yihadistas reciben refuerzos continuamente”

Los defensores de Kobani han recibido esta semana el refuerzo de 35 milicianos del experimentado batallón kurdo Al Akrad de Alepo y cuentan con el apoyo de los bombardeos estadounidenses -cuya eficacia es, pese a todo, limitada-. Sin embargo, el Ejecutivo islamista moderado turco no permite que cientos de voluntarios kurdos de Turquía crucen la frontera para unirse a las filas de las YPG y, por el momento, tampoco ha respondido positivamente a la demanda del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí, que ha pedido permiso para enviar sus peshmerga a Kobani a través de territorio turco. En cambio, los yihadistas reciben continuamente “refuerzos de hombres y armas, incluso armas pesadas”, explica Asya Abdullah. Además, en los últimos días, el Estado Islámico ha recurrido a coches bombas conducidos por suicidas para abrirse paso hacia el centro de la ciudad.

El EI dispone también de fusiles estadounidense capturados en Mosul, lanzacohetes antitanque croatas y sistemas de defensa antiaérea portátiles rusos y chinos.

Desde hace meses, Kobani no dispone de agua corriente ni electricidad pues los yihadistas han cortado, en su avance, todas las líneas que las suministraban, por lo que los asediados dependen de generadores y de los pozos de la ciudad. También conseguir alimentos es un problema, aunque Abdullah sostiene que están sobreviviendo gracias a la ayuda humanitaria enviada “desde el Kurdistán Norte (en Turquía)” a través del paso fronterizo, algo que podría acabar si los yihadistas rompen este punto de comunicación.

De ahí que unas 200.000 personas hayan buscado refugio en Turquía, no sin problemas, pues Perwer Muhammad Ali denuncia que los soldados turcos ponen múltiples obstáculos en la frontera y les hacen esperar horas, lo que ha provocado que varios milicianos heridos que aguardaban socorro hayan muerto sin poder ser atendidos. El activista Mustafa Bali cuenta a El Confidencial que, el lunes, tras la entrada del EI en el extrarradio de la ciudad, las YPG decretaron el “estado de guerra” en toda la zona urbana y ordenaron la evacuación de todos los civiles y periodistas, cosa que no todos obedecieron. Según Asya Abdullah “aún quedan miles de civiles” en el centro de Kobani, que algunas fuentes estiman en un número de entre 10.000 y 15.000 personas.

Desde el lado turco de la frontera, Ismail Kaplan, un líder local del partido kurdo-turco DBP, asegura que la mayoría de los desplazados son “mujeres, niños y ancianos”, mientras “los hombres y jóvenes” se quedan a defender la ciudad: “A nadie se le pasa por la cabeza que Kobani vaya a caer”. Perwer Muhammad Ali, uno de los evacuados tras la orden de las YPG, dice que muchos civiles han permanecido pese al “miedo a ser masacrados” por los brutales combatientes del EI: “Es una cuestión de honor; o resistes o mueres defendiendo tu tierra”.

Aunque algunos lo hagan con más voluntarismo que profesionalidad pues, de acuerdo al relato de Abdullah, muchos son personas sin experiencia que empuñan las armas que guardaban en sus hogares: “Algunos se organizan para defender sus barrios y otros se unen a las YPG”.

Desde fuera, la suerte parece echada para esta ciudad asediada ante la incontenible marea negra del Estado Islámico, mientras decenas de tanques turcos permanecen al otro lado de la frontera como testigos silenciosos de la eventual masacre que se puede desatar. Pero dentro, los dirigentes kurdos intentan mantener la moral alta. “Kobani no caerá. Las YPG y el pueblo de Kobani resistirán hasta el final”, afirma Asya Abdullah. Su voz decidida, desde Kobani, recuerda a aquel lejano “No pasarán”.