Frente a la candidatura a la Presidencia de Enrique Peñalosa, ¿qué le espera a las regiones y al sector agropecuario colombiano frente a un candidato especializado en la gerencia de grandes ciudades? Seguramente permanecerá la incapacidad que ha tenido el Estado para hacer presencia en territorios ajenos, gobernados por otros individuos y regidos bajo la ley de la guerra y los perversos intereses de grupos al margen de la ley.
Colombia ha configurado su mapa político-administrativo de una manera muy particular desde el siglo XX, momento en el cual el país pasa de ser rural a ser un Estado caracterizado por procesos de urbanización acelerados. Esta construcción se ha enmarcado en una visión andina que se ha representado en la ausencia de políticas que dirijan los destinos de las regiones periféricas del país, desencadenando un desarrollo económico huérfano de un acompañamiento gubernamental. Lo anterior, trajo como resultado que se diera con anterioridad a la Constitución de 1991 y se mantuviera con posterioridad a ella, un tratamiento especial a determinados departamentos.
Este carácter centralista volcado hacia el interior del país no deja de ser ajeno a la realidad actual si se tiene en cuenta que fenómenos como el conflicto armado, la pobreza, el deterioro ambiental, y sobre todo la crisis agropecuaria se caracterizan por tener lugar en las regiones más apartadas del país. Lo anterior, ha encontrado representación mediática en ciertos momentos críticos –tales como el paro agrario, sequías en algunos departamentos y la proliferación del conflicto en Buenaventura-, los cuales desencadenan reacciones intermitentes de indignación, para decepción de más de medio país.
Frente a esta gran problemática nacional y el actual panorama electoral en el cual, según las encuestas, un posible ganador de esta contienda sea el candidato Enrique Peñalosa, es menester inquietarse por la actitud que éste tiene frente a la periferia y la percepción que muchos habitantes de estas regiones tienen frente a su posible ejercicio como Presidente de la República.
Gran parte de la población que habita las regiones periféricas del país y que particularmente se ha dedicado a la actividad agropecuaria como sustento diario, han sentido el abandono del Estado. No obstante, en la mayoría de los casos los habitantes de regiones y el área rural del país orientan su posición frente a Enrique Peñalosa en una sola dirección puesto que afirman que su posible victoria perpetuará y dificultará el desarrollo productivo y competitivo de estos territorios, particularmente del sector agropecuario.
En primera medida, la figura que destaca a Peñalosa en la contienda electoral es el hecho de haber sido uno de los mejores alcaldes de Bogotá, lo cual es un factor que se enfrenta directamente a los intereses de los habitantes que encuentran en esta ciudad y en el interior del país un espacio ajeno para ellos, sus costumbres y su construcción social.
Adicionalmente, el candidato no se ha manifestado con respecto a la crisis agropecuaria que sucedió hace unos meses y al futuro que les espera a pequeños y medianos agricultores si él pudiese llegar a la Presidencia. Por el contrario, en temas coyunturales como la proliferación del conflicto armado en Buenaventura, acogió una postura distante con la realidad social de este territorio, llegando a afirmar que la construcción de ciudad y la urbanización –aparentemente bajo las mismas lógicas de grandes ciudades en las cuales se ha especializado- sería una condición necesaria para mitigar este tipo de dificultades.
Su desconocimiento regional y la exacerbada ingenuidad que manifiesta frente a un vasto territorio son características propias de un hombre acomodado en las decisiones desde y para el interior del país, lo cual resultaría siendo una gran amenaza para no sólo el desarrollo regional si no nacional, si se tiene en cuenta que el 94,4% del territorio es rural y el 75,5% de los municipios también lo es.
De igual manera, las regiones enfrentan un desafío frente a la carencia de capital humano y de presión social, factores que limitan su desarrollo competitivo y bienestar con respecto a un sector urbano al cual arriban flujos de migraciones constantes. Estas problemáticas deben solucionarse desde las propias regiones, evitando el desplazamiento e incentivando, mediante políticas acordes a la realidad social y económica de los departamentos, a que los habitantes permanezcan en las regiones generando productividad y riqueza a sus propios territorios.
En pocas palabras, con base en la percepción que la población rural, Enrique Peñalosa es un candidato lejano de las regiones y el agro, por lo cual no sería un gobernante de país. Por el contrario, tanto sus ideales como su actuar están enfocados a Bogotá y las grandes ciudades. Lo que quiere decir que el carácter de Estadista no lo tiene y mucho menos piensa al país en conjunto.
Mientras que este espeluznante centralismo parece coger fuerza cada vez más en las encuestas y las regiones sólo son recorridas como caudales de votos y base de la mayor cantidad de ingresos producto de sus puertos y explotación de hidrocarburos y materias primas; la ley y el orden son impuestos por los grupos armados ilegales mediante la construcción de un Estado dentro del Estado.
A quien corresponda ser el próximo Presidente de la República debe entender que más de la mitad del territorio colombiano es ingobernable y que éste cada vez más se siente huérfano y desplazado de un desarrollo que lo desconoce. Adicionalmente, es menester comprender que la caótica situación que enfrenta Bogotá no es el único problema ni mucho menos ésta ciudad es el único territorio carente de gobernabilidad y soluciones, también es necesario volcar nuestro interés al resto del país.