Ante 193 países reunidos en la sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Juan Manuel Santos propone darle un giro a la estrategia que por años las naciones han usado para terminar con el tráfico de drogas. ¿En qué consiste su propuesta?
Durante su discurso dijo que hay que repensar en la manera en la que el mundo está luchando contra las drogas. “Si hemos aplicado una receta, basada principalmente en la represión, por tanto tiempo sin resolver el problema… es hora de replantear el tratamiento”, explicó Santos.
Pero en qué consiste la propuesta del Mandatario. Pues bien, por una parte, explicó que las convenciones de drogas tienen un margen de flexibilidad en su aplicación, es decir que cada país es diferente y debe adaptarse a las circunstancias particulares de cada Estado. Así como lo ha hecho Colombia, en “garantizar el acceso a sustancias controladas para usos médicos y científicos (…) procurar medidas para reducir los riesgos y el daño causado por el consumo”.
Sin embrago, su proposición va más allá. Por ejemplo, plantea “la opción de penas alternativas al encarcelamiento”. Además, señala que tiene que haber una mirada en la que esta no solo sea cárcel sino de que se mire desde la perspectiva de los derechos humanos. Es decir, que se defina el consumo de drogas como un problema de salud pública y no se le dé un tratamiento criminal.
En su intervención el Presidente les propuso a los 193 países que le preguntarán a una madre que tiene un hijo adicto a las drogas, si lo prefiere cinco años en la cárcel o si prefiere que éste sea tratado por los servicios de salud para su rehabilitación.
Además, insto a los miembros de la Asamblea para “reconocer que las medidas represivas han recaído de manera desequilibrada sobre los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico”.
Y habló del caso particular de Colombia. Explicó que los pequeños cultivadores, las llamadas “mulas” y los consumidores son quienes están en las cárceles. “¿Cómo le digo yo (Juan Manuel Santos) a un humilde campesino colombiano que va a ir a la cárcel por cultivar marihuana, cuando cualquiera en los estados de Colorado o de Washington, en Estados Unidos, puede producirla, venderla y consumirla libremente?”
Por esa razón, dice que la lucha contra las drogas no tiene que ir contra estas personas, sino contra los eslabones más fuertes de la cadena: los grandes narcotraficantes, los proveedores de insumos químicos, las organizaciones que facilitan el lavado de activos… entre otros.
Finalmente, el Mandatario dijo que compartía “la iniciativa que han promovido varios países– de solicitar al Secretario General la creación de un Grupo de Alto Nivel de Personas Eminentes que ayude a evaluar las bases de las políticas actuales y proponga las reformas necesarias”.
De igual forma, reiteró el compromiso de Colombia para continuar no solo la lucha contra el narcotráfico, sino llevando a cabo la propuesta del país compartida este jueves en Nueva York en la apertura del debate sobre la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promovido por la ONU. “Seguiremos cooperando y colaborando con otras naciones que puedan beneficiarse de nuestra experiencia, como ya lo hacemos con varios países de Centroamérica y del mundo”.
Los cultivos ilícitos en Colombia han aumentado
Luego de que el Gobierno Nacional decidiera el cese de fumigaciones a cultivos de ilícitos, en los últimos meses aumentó en el país las siembras ilegales. Esto se debe según, el ministro del Posconflicto, Rafael Pardo, por la prohibición legal y la decisión del Estado de no usar glifosato en fumigaciones aéreas. En su momento, el alto funcionario también destacó que la medida tomada ha sido amigable con el medio ambiente.
El Gobierno para entonces tomó tres medidas que ayudaría a mitigar la siembra de estos cultivos. Por ejemplo, sacar la coca de los parques naturales nacionales. Intervenir 94 municipios con erradicación manual que tienen menos de 100 hectáreas de coca cada población y finalmente intervenir once municipios que tienen el 40% de la coca en Colombia con programas de sustitución para cerca de 25.000 campesinos.
Pardo había señalado que, pese a que el número de cultivadores de coca no ha aumentado, si las zonas cultivadas y en ese sentido posiblemente la productividad para pasar de la hoja de coca a la cocaína.