La fiesta brava colombiana en cien imágenes

Los toros fueron los protagonistas del cierre de este 2012. . La Feria taurina de Cali cerró en tarde redonda con seis orejas cortadas, mientras que las tradicionales corralejas de Turbaco dejaron 19 heridos, uno de ellos de gravedad.

El 25 de diciembre inició la quincuagésima cuarta edición de la temporada taurina de la Feria de Cali, que durante una semana presentó siete corridas de toros y un festival.

Este año se destacó la ausencia a última hora de la plaza de “Cañaveralejo” de Cali de José Mari Manzanares, quien fue relevado por el local Luis Bolívar, que a su vez reemplazó en el cartel a Francisco Rivera Ordóñez. Por otra parte Hermoso de Mendoza actuó en dos tardes.

La versión 2012 de esta feria fue más pequeña que la celebrada en años anteriores, cuando se celebraban hasta 12 corridas e incluso varios espectáculos nocturnos.

Eduardo Estela Garrido, presidente de la Fundación Plaza de toros de Cali, responsable de la temporada taurina, admitió en declaraciones a Efe que la feria ha perdido su dimensión, pero que aún sobrevive y despierta el “mayor interés”.

“El bajón que ha tenido la feria de Cali no ha sido exclusivo de esta ciudad. En España, este año 2011, se han dejado de celebrar casi la mitad de las corridas y en América pasa igual. Los toros son un espectáculo costoso y la situación económica de estos países como Colombia no es la mejor”, explicó Estela.

Por otra parte las corralejas de Turbaco dejaron un saldo de 19 heridos, uno de ellos de gravedad.

Al final de este festejo que transcurre como una corrida popular, el joven, que descalzo y borracho pretendía lidiar un toro criollo barcino de media tonelada, todavía recibía atención médica.

Y es que el astado le embistió en el lado izquierdo del tórax, aunque el joven logró salir caminando de la arena en medio de decenas de personas que pedían auxilio y miraban cómo le brotaba la sangre por el costado.

La Defensa Civil le brindó los primeros auxilios en una carpa al lado de la corraleja (plaza de toros improvisada).

Después de este incidente, la afición quedó en un silencio inmediatamente interrumpido por una banda de trompetas, clarinetes y redoblantes que entonó un conocido porro, un género musical de la región.

La fiesta quedó prendida de nuevo con un toro que saltó al ruedo y con el aguardiente que regó las gradas.

“Cuando el toro desafortunadamente coge a una persona, la gente empieza a gritar, esa es la emoción”, explicó a Efe Argemiro Rodelo, un fanático de estas fiestas.

“Para que la fiesta quede buena tiene que haber heridos, para que queden bien las fiestas”, enfatizó, estableciendo el criterio de calidad de estas fiestas, en las que cientos de espontáneos se lanzan, normalmente ebrios, a tratar de esquivar a los toros criollos.

Con EFE