La foto racista que censuró Facebook

El fotógrafo alemán Olli Waldhauer creó la imagen para denunciar la tolerancia de la red social hacia los mensajes xenófobos. “Nadie había tenido huevos de juntar racismo y tetas”, afirma.

En la imagen, él está en primer plano, cómodamente sentado en el estampado de flores de un anticuado sillón, mirando a la cámara con un deje de soberbia columpiándose de su labio superior.

Gafas de pasta, bigote ‘hipster‘ y un cartel marrón que sujeta con una mano y las piernas. Ella, de pie, detrás. Vestida solo con unas bragas negras, los pechos al descubierto, un brazo sobre la cabeza y la melena rizada parcialmente sobre la cara.

Es una foto. Y mucho más. En la cartulina marrón, un escueto mensaje escrito con rotulador negro: “Kaufft nicht bei Kanaken” (“No compres en [las tiendas de] los extranjeros”).

La frase emplea el término coloquial ‘Kanaken’ -que hace décadas se utilizaba en Alemania para designar despectivamente a los ‘Gastarbeiter’, los turcos, italianos, griegos y españoles que fueron entonces a trabajar al país, y que ahora incluye también a árabes y personas de Europa del Este-.

Por si no fuera bastante, la frase es un calco del lema que en abril de 1933 lanzó el régimen nacionalsocialista para boicotear los negocios judíos. Además, el verbo dobla equivocadamente la ‘f’.

Y luego una sucinta frase superpuesta en la imagen: “Una de estas personas atenta contra las reglas de Facebook” y el ‘hashtag’ #NippenStattHetze (#PezonesEnvezdeOdio).

Facebook picó el anzuelo. Exactamente 21 minutos después de que el fotógrafo alemán Olli Waldhauer, autor de la imagen, colgase por primera vez la instantánea en la red social, la foto fue censurada. Un mensaje del administrador de la página argumentaba que en la escena aparecía un desnudo.

Era el 29 de octubre. Waldhauer la volvió a subir. Una y otra vez. Siempre con la misma reacción del gigante tecnológico. “De la noche a la mañana, Facebook ha borrado completamente mi muro por contenido pornográfico”, relata el artista en la propia red social.

“La frase racista, como estaba previsto, no molesta a nadie en Facebook”, se lamenta en una entrevista en el diario alemán ‘Süddeutsche Zeitung’. “Mi fotografía no solo es pornográfica. Es también racista”, subraya, para agregar de seguido: “Vivimos en un mundo en el que un pecho desnudo se percibe como más peligroso que las proclamas xenófobas“.

Uno de cada tres alemanes ha visto la imagen

Pese a la rapidez de la censura, los contactos de Waldhauer vieron la imagen, dieron a ‘me gusta’ y la compartieron. La fotografía se hizo viral en el agitado caldo de cultivo de la Alemania actual, donde la llegada masiva de refugiados al país está suscitando enfrentadas reacciones, incluso violentas. “La historia está totalmente fuera de control”, asegura el fotógrafo al semanario ‘Stern’. En la actualidad, su imagen acumula más de 40.000 ‘me gusta’ y ha sido compartida en 25.000 ocasiones pese a los bloqueos.

Además, el autor ha colgado la fotografía en internet para que cualquiera se la pueda descargar libremente y la siga diseminando por la red. “Lo he dispuesto a propósito para que la gente no solamente pueda compartir mi mensaje.

Si no, Facebook podría haber retirado la foto en algún momento, haberme bloqueado y la cuestión se habría acabado”, explica. Waldhauer calcula que más de 10 millones de personas han visto ya la instantánea en Alemania, más de uno de cada tres alemanes presentes en la red social.

La imagen comenzó a gestarse en la cabeza de Waldhauer en un momento de indignación. Era un sábado por la mañana y, por casualidad, había caído en unmensaje marcadamente xenófobo que había dejado en Facebook un miembro del colectivo ultraderechista Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida).

“¿Por qué está permitido que eso se quede en el muro?”, se preguntó el fotógrafo. Waldhauer no podía quitarse de la cabeza que muchos colegas suyos son constantemente censurados por la red social cuando suben algún desnudo. Entonces algo hizo clic en su cabeza, recuerda. “Quería enfrentar esta contradicción en una imagen”, explica.

Y se lo tomó en serio. Se puso en contacto con el actor Matthias Weidenhöfer y con la modelo Leila Lowfire. Pensó al detalle la composición de la fotografía. Hasta se decidió por el error ortográfico de bulto en el mensaje para llamar la atención. “Nadie ha tenido hasta ahora los huevos de poner juntos racismo y tetas”, asegura satisfecho.


Desnudez y racismo, cuestiones distintas

Facebook, por su parte, no quiere entrar al trapo de una campaña que ha tildado de “provocación”. Para la red social, pese a las “grandes críticas” que reconoce haber recibido en los últimos días, el tema desnudez y el tema racismo son dos cuestiones totalmente distintas.

La aparición de un pecho desnudo en una fotografía es un hecho objetivo que un programa informático puede detectar y eliminar. Cuándo excede un comentario la libertad de expresión es algo cuestionable, argumenta Facebook. Además de mucho más difícil de rastrear.

Las acusaciones contra Facebook por su escasa sensibilidad ante los mensajes racistas no es nueva en Alemania. No obstante, las denuncias se han multiplicado este año, coincidiendo con el repunte de los ataques a centros de refugiados y a la actividad en las redes sociales de Pegida y otros grupúsculos similares.

El pasado julio saltó a los titulares un grupo privado en Facebook en el que decenas de vecinos del pueblo de Gerstungen se advertían unos a otros en tiempo real si se cruzaban con un extranjero por la calle que les pareciese “sospechoso”. La fiscalía de Hamburgo, por su parte, abrió en septiembre diligencias contra tres directivos de la red social por no retirar mensajes xenófobos subidos por los usuarios.

La falta de reactividad de Facebook llevó a la indignación al ministro de Justicia alemán, Heiko Maas, que acabó llamando a la empresa para que pusiese en marcha un grupo de trabajo que analizase cómo se difunden los mensajes de odio a través de sus muros.

La propia canciller, Angela Merkel, pidió a la compañía que actuase de forma más enérgica contra las “personas (que) se dedican a incitar a la violencia en las redes sociales“.

Waldhauer, que lleva dos décadas dedicado a la fotografía y ha recorrido varios escenarios de guerra, de los Balcanes a la actual Siria, realizó recientemente un trabajo acompañando a una familia de refugiados en su huida hacia Alemania. Ahora está embarcado en el proyecto ‘Yo no soy un terrorista’, en el que retrata a musulmanes residentes en Berlín.

El artista, que busca en su trabajo situarse en la “delgada línea entre el activismo y el diálogo”, ha avanzado al rotativo ‘Tagesspiegel’ que, visto el éxito de esta campaña, está pensando en seguir desarrollándola con una “fantástica serie de imágenes de pechos ligados a mensajes políticos”.

El odio no solo afecta a refugiados y extranjeros, argumenta, también a los homosexuales y a los discapacitados. “La intolerancia es para mí mucho más”, apostilla.