La guerra y la paz de los medios

A propósito del anuncio de “desescalar el lenguaje” contra las Farc, como por ejemplo no llamarlos “bandidos o terroristas”, recordamos la entrevista con Álvaro Sierra sobre el lenguaje y la narrativa que se utiliza en medio de los diálogos de paz.

Álvaro Sierra, periodista especializado en paz y conflicto armado, con una experiencia de 30 años, habló con Confidencial Colombia acerca de cómo se está narrando e informando sobre el proceso de paz que se adelanta en La Habana entre el gobierno y las Farc y la guerra que se vive en Colombia.


Falta de contexto y explicación a la hora de hablar del proceso de paz y el conflicto


Nombrar medios de comunicación es muy general, una cosa es lo que está haciendo la Silla Vacía y otra muy distinta lo que hace RCN; son coberturas completamente distintas, con públicos totalmente diferentes, que es una parte que hay que tener en cuenta a la hora de hablar de cubrimiento. Lo primero sería no generalizar.

Con excepciones, lo que tenemos del proceso de paz es un déficit de explicación. Hay mucha noticia sobre los diálogos de paz, del conflicto y sus impactos; hay muchísimos despliegues, es decir, no nos podemos quejar por falta de información. Pero, hay un déficit muy grande de poner las cosas en contexto, no basta con decir solo cosas del proceso de paz y ya. Es que esto es más profundo y esto en particular es muy notorio en televisión.

Por otra parte, está el gobierno. Éste ha sido muy débil en la pedagogía para explicar sobre lo que están haciendo en La Habana. El gobierno ha confundido un poco el significado del secreto y la confidencialidad para dar información de lo que se hace en la mesa negociadora. Pero cuando hablo de esta información no es precisamente lo que discuten en la mesa o lo que negocian con las Farc; es la falta de pedagogía y una falta de explicación sobre ciertos elementos del proceso, esto ha hecho que haya una percepción de que el proceso es una cosa lejana y que no tiene que ver con la gente del común.

Si a la gente le explicaran, por ejemplo, al campesino o a la vereda cómo el acuerdo de paz les va a cambiar la vida, si le dijeran que le van a poner un sistema de riego para que puedan cultivar, que les van a poner una escuela, que les van construir una vía terciaría y les van poner un puesto de salud, pues va a ser un vereda distinta a la que había antes del conflicto. Este tipo de explicaciones hacen falta.

En ese sentido hay un gran problema para acercar lo que están haciendo en La Habana y las preocupaciones de la gente. Tanto el gobierno como los medios de comunicación han tenido muchas dificultades para poner en contexto.

El lenguaje y la narrativa en temas de paz y guerra

Hay un doble estándar en la narrativa de la guerra, cosa que no es nueva; esto hace parte de una narrativa que logró imponer el gobierno de Álvaro Uribe Vélez en los dos periodos presidenciales.

Esto tiene que ver con dos problemas:

Primero, es la forma. Hay dos tipos de lenguajes que son inverosímiles. Por ejemplo, aquí hay dos tipos de muertos, hay unos que son abatidos o dados de baja y otros asesinados, y resulta que todos son seres humanos; unos tienen un uniforme que tiene más legitimidad que los otros, porque son las fuerzas del Estado, pero en un conflicto armado interno como este todos son muertos, todos mueren en combate.

Entonces llamar a unos abatidos o dados de baja, que casi es un término de cacería, y los otros asesinados, o llamar masacre el atentado en donde murieron los 11 soldados en el Cauca y calificar a un bombardeo como una “operación exitosa”, significa estándares muy distintos en el lenguaje. Evidentemente no se trata de igualar a las dos partes porque aquí hay una diferencia muy grande de legitimidad entre el Estado y las Farc.

Hay que tener en cuenta que el problema no es que los medios pongan X o Y apelativo a las Farc, sino que este grupo guerrillero también ha hecho cosas para ganarse estos adjetivos. Por ejemplo, el Ejército no ha puesto ninguna bomba en el Club el Nogal.

Este tipo de acciones han generado reacciones muy fuertes contra las Farc, que le permitió al gobierno de Uribe acoger una narrativa tajante sobre este grupo guerrillero y los medios de comunicación han sido un vehículo para acoger este tipo de lenguaje y narrativas.

Soy partidario de un lenguaje mucho más neutro para que el lector se forme su propia opinión, que ellos mismos digan si son o no terroristas, si son masacrados o no son masacrados. Creo que ahí hay un trabajo de lenguaje muy importante.

Ahora, esta es la forma pero el problema es de fondo. Uno puede hacer una guerra, sin justificar las razones por las cuales tú vas a matar a otro; en toda guerra hay proceso de identificación del contrario en donde se construye una imagen del contrario para justificar matarlo, entonces se llega a decir que es un narcoterrorista o es un terrorista islámico.

Este tipo de narrativa es esencial para justificar matar o asesinar a otra persona, así construyendo una narrativa de justificatoria. Es decir: -yo defiendo la patria, el honor y la democracia y estos son unos bandidos delincuentes y hasta ratas, les han llegado a decir el Ministro de Defensa, ahí están justificando para matarlos.

Las Farc

Pero del otro lado ocurre exactamente lo mismo. Si miramos a las Farc, ellos consideran acciones militares legítimas unos atentados que son contrarios a las normas básicas de la guerra. En ese sentido el problema del lenguaje no solo es un problema de los medios de comunicación, es un problema de las narrativas de las Farc y el Estado, es decir, es una competencia de la narrativa de la guerra. Si uno se fija en los medios de las Farc o cercanos a las Farc vamos a ver exactamente lo mismo pero al revés.

Los periodistas y el cubrimiento de los diálogos

En esto hay muchas desigualdades. Hay gente muy buena, que no es mucha, y hay otra que por la situación de los medios de comunicación, es joven y contratan a gente sin experiencia. No usan gente experimentada porque les sale muy cara. Hay periodistas que no se dedican a viajar o hacer reportería. Hay poco esfuerzo para contactar a la guerrilla en la sus zonas de influencia, aunque a la vez hay mucha desconfianza de la guerrilla para dar entrevistas y por todas esas razones hay gente inexperta cubriendo este tema.

Por otro lado, hay una gente muy buena con una cierta experiencia periodística, pero que sus lineamientos editoriales hacen que tengan problemas, por ejemplo pensamientos de justificar todo lo que se haga en contra de la guerrilla.

¿Los últimos hechos han debilitado el proceso de paz? ¿Qué tanto han cambiado las negociaciones?

Volvemos a la falta de explicación. Una parte ha estado concentrada en hechos noticiosos grandes, como la muerte de los 11 militares en el Cauca, la decisión de no bombardear a la guerrilla, pero luego la reanudación de estos en donde en tres días matan a 40 guerrilleros entre ellos 3 miembros del Estado Mayor o la suspensión del cese unilateral de fuego.

Esto da la impresión que el proceso está por romperse. He hablado con gente que no conoce el tema y que ve en televisión lo que está pasando y dicen que lo de La Habana se está acabando, pero si seguimos lo que están diciendo en La Habana pues es todo lo contrario.

Por ejemplo las Farc hicieron un comunicado sobre los 51 años y no mencionan los bombardeos, tienen una mención de pasada de que el enemigo cobardemente bombardeó, sin embargo, todo el comunicado trata sobre cómo han ido avanzando las negociaciones. Hoy salió una carta de ‘Timochenko’ (jefe máximo de las Farc) en la que prácticamente defendia al gobierno de Santos de la ultraderecha.

En La Habana la negociación sigue mientras aquí están bombardeando y las Farc están poniendo bombas; allá siguen conversando. Esa ha sido la situación en la que han estado conversando durante tres años hasta la declaratoria unilateral del cese al fuego de las Farc en diciembre y la suspensión de los bombardeos en marzo.

Entonces si ponemos la información de lo que está pasando en La Habana y se explica lo que están dialogando junto con la tensión que se vive en Colombia, pues se tiene el cuadro completo. Evidentemente se ha perdido la confianza entre las partes, un terreno ganado, pero eso es muy distinto a que los diálogos se vayan acabar.

Mayo 31, 2015