Eduardo Andrés Garzón ha estado rodeado de políticos desde su niñez. La militancia de su padre, Luis Eduardo Garzón, en movimientos sociales de izquierda, lo hicieron vivir de cerca el extermino de la UP y las movilizaciones de sindicatos de todo el país. Ahora, desde la Alianza Verde, este ‘delfín’ de la izquierda quiere llegar a la Cámara con la firme idea de consolidar a su partido por medio del acompañamiento de la firma de un acuerdo de paz y la erradicación de la pobreza en Bogotá.
Confidencial Colombia: ¿Cómo se da la vena política de un hijo de alguien ligado a la izquierda colombiana y cómo se desarrolla en ese escenario?
Eduardo Andrés Garzón: La vena empezó en medio de discusiones políticas de parte de mi papá, él era dirigente sindical y líder de izquierda: militaba en la UP y en el Partido Comunista. En la década de los ochenta, a la edad de ocho o nueve años, fui testigo del inicio de la masacre de la UP, gente que estaba acostumbrado a ver en mi casa, a tener discusiones, que me enseñaban a leer artículos, a ver revistas, a mirar quién escribía. En la izquierda siempre se acostumbraba que a los niños los formaran, como en los regímenes comunistas, a ser políticos. Estas personas, con las que yo convivía, empezaron a ser asesinadas. En medio de este ambiente crecí: de discusión, debate y persecución política.
Después, con la vinculación de mi papá a varias iniciativas de terminación del conflicto y paz, me dediqué de lleno a la política cuando entré a la universidad a estudiar ciencia política en la Javeriana. Pero más que un ejercicio académico, me desenvolví como un activista permanente de causas dentro y fuera de la universidad. Esto coincidió con el inicio del movimiento Frente Nacional y Político.
Dentro de este movimiento nos planteamos que dentro de la izquierda, las juventudes son muy buenas y fuertes pero que a veces se quedan sin recambio. Por eso, a la edad de 20 años, empecé a construir procesos de jóvenes, organizando reuniones para que se viera verdaderamente un recambio.
En ese frente social estuve como militante, parte del equipo de jóvenes y luego coordinador de ese conjunto. En ese papel estuve liderando algo que se llamó Juventudes Frentistas en donde hicimos de todo, hasta grafitis por toda la ciudad para dar a conocer el candidato que en ese momento era Lucho Garzón, para ese momento un total desconocido.
Antes de todo eso, lo que yo hacía era una labor de acompañamiento en reuniones como hijo de él en la UP, USO, CUT y en el Partido Comunista, pero cuando empezó el Frente Nacional y Político me involucro como Eduardo Garzón, ya haciendo un papel político propio. Por ejemplo, si él era el candidato o el presidente, yo hacía otras cosas dentro de la colectividad.
Después del frente, vino la creación del Polo Democrático, que era la unión de muchos grupos y movimientos de izquierda independientes alrededor de ese nombre. Dentro de este nuevo partido estuve participando activamente en la campaña de Carlos Gaviria al Senado en el 2002. Después estuve en la creación y fundación del Polo Joven.
C.C.: ¿Cuál fue su papel en la alcaldía de Lucho Garzón y cómo siguió su ejercicio político durante ese periodo?
E.A.G: Para las elecciones del 2003, creamos el Polo Democrático Independiente para ganar la Alcaldía de Bogotá. Ya en el ejercicio, empecé a trabajar en el tema de jóvenes, la política pública de juventud, porque era lo que siempre había trabajado en campaña. Para esa época creamos Jóvenes sin Indiferencia.
Más adelante me fui involucrando con las relaciones políticas de la alcaldía: gestión de temas, comunicaciones, un tipo de asesoría en el sentido político. Al tiempo seguía como activista y dirigente del Polo Democrático, como parte de la dirección nacional, en convenciones, congresos, elecciones internas.
En esta etapa de la alcaldía me pasó algo. Uno en la izquierda estaba acostumbrado a perder siempre, ya que era muy difícil acceder al poder. Al ganar, la situación de criticar y ejercer oposición cambió a hacer algo para evitarlas. Fue un ejercicio muy interesante puesto que me abrió la mente a lo difícil que es crear, gobernar y administrar.
Para esta época, dentro de ese ejercicio político mío, hubo unas elecciones internas del Polo en dónde en ese momento Gustavo Petro representaba la oposición a la alcaldía nuestra y dentro de un congreso de la colectividad teníamos varias tendencia que se fueron aglutinando en quienes defendían la administración y quienes la criticaban. Para esos comicios hicimos una lista, la cual yo encabezaba, con un resultado victorioso en contra de, para ese momento el representante a la Cámara más votado. Debido a mi edad, 25 años, yo no podía lanzarme al Senado; a Cámara tampoco porque mi papá era el alcalde y mucho menos al Consejo de Bogotá. La gente pensó que yo estaba haciendo proselitismo para lanzarme para algo y no, simplemente fueron unas elecciones internas que generaron mucha recordación. Eso fue lo único que he hecho electoralmente. Esta sería la primera vez que me voy a lanzar a un cargo público.
C.C.: ¿Cómo fue su llegada al Partido Verde?
E.A.G: Del Polo se retira mi papá primero. Yo quedo en el PDA como parte de la dirección nacional, aunque ya no iba a las reuniones porque estábamos buscando el mecanismo de salida del partido.
La salida del Polo se dio por muchas cosas. Era muy difícil estar en un partido con tantas diferencias internas. Yo soy de los que cree que la izquierda no debe estar unida en el mismo partido porque hay varias y no están mal unas ni otras, son simplemente diferentes. Es mejor que haya acuerdos parlamentarios a que estén todo el tiempo juntas.
En nuestro caso se llegó a un punto en el que hacer un simple comunicado era algo muy difícil ya que las cosas eran distintas entre cada uno. Es ‘chévere’ la diversidad hasta un punto, pero cuando no se puede llegar a un acuerdo y todo se vuelve paralizante, las cosas cambian.
Además el tema de los Moreno, quienes llegaron hacer una fuerza importante dentro del Polo, nos hizo dar un paso al costado. No solamente el grupo ‘luchista’ sino también Petro y otra gente similar que no compartían lo que estaba pasando en el partido.
La invitación vino de la mano del Partido Verde Opción Centro, que empezó hacer un llamado a grandes personajes de la política y coincidió con una foto tomada en la época de los llamados quíntuples: Sergio Fajardo, Lucho Garzón, Martha Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. Para esa momento algunos parlamentarios independientes estaban protestando la reforma política ya que castigaba los partidos minoritarios.
Con la propuesta del Partido Verde Opción Centro y el golpe de opinión de la foto, empezó a crecer una ola a nivel nacional que dio inicio a lo que hasta hace poco se llamó el Partido Verde. En ese momento yo ingreso de manera oficial.
C.C.: Ya como candidato a la Cámara por la Alianza Verde ¿Cómo va ser la relación con su papá, puesto que él sigue en la unidad nacional y el partido por el cual usted va a participar se hizo a un lado?
E.A.G: Cada vez que me preguntan eso, respondo que él no es que haya optado por un tema electoral preciso y que dijera que está con algún partido. Lo que siempre recalca es su obsesión personal, política, histórica, etc. por lograr la paz y cree que es mejor ser ejecutivo que ser parlamentario en este proceso. En mi caso creo que uno puede participar en elecciones, ir construyendo un partido y una vez firmada la paz, alguien tiene que encargarse de construir el postconflicto y yo quiero que esta fuerza en la que estoy sea protagonista de este hecho.
Con mi papá tenemos demasiadas coincidencias: la familia, el haber militado juntos en casi todos los mismos proyectos, pero también hay diferencias como en cualquier relación. Él mismos me enseñó que cuando hay dos personas juntas, por más similares que fueran, no pueden pensar igual porque es algo que falta a la naturaleza. Siempre hemos tenido matices, lo que pasa que ahora son un poco más públicas por el escenario electoral al que voy a entrar. En este caso no es un tema de confrontarlo, simplemente a mí me parece importante construir una fuerza alternativa que no sea la de los partidos tradicionales y que vaya más allá de ese mismo acuerdo de paz.
C.C.: Con la posibilidad de llegar al Congreso ¿Qué le puede aportar usted como representante a la Cámara y en qué temas enfocaría su ejercicio político?
E.A.G: Con lo que ha sido mi vida, con lo que me formé, creo que un representante a la Cámara de Bogotá debe ser doliente de la ciudad. En la capital falta, en gran parte por la fuerza que tiene el Concejo de la ciudad, que estos 18 parlamentarios se preocupen mucho más por Bogotá. En términos generales la gente no sabe que tiene 18 personas que velan por los intereses de cada uno en el Congreso. Que no son solo los concejales o el alcalde. He hecho el ejercicio en varias reuniones y las personas saben mucho más de concejales, siendo un número menor los representantes de Bogotá. Quiero ayudar a que la ciudad tenga un doliente en el parlamento.
Ya en temas puntuales, quiero aterrizar la posibilidad de un acuerdo de paz ya firmado, el desarrollo del postconflicto. También el compromiso que tiene la nación con la lucha contra la pobreza en Bogotá. Vengo de proyectos como Bogotá sin Hambre, Bogotá sin Indiferencia y más con los que he venido trabajando. Digamos que se hacen políticas públicas, pero hace falta que institucionalmente haya una fuerza mayor y qué mejor que desde el Congreso se promueva hacia el país el compromiso en temas de salud, educación y seguridad alimentaria. Los bogotanos necesitan que les ayuden en eso.