Hace doce años, los colombianos fueron convocados por Antanas Mockus para repudiar el atentado perpetrado por las Farc en el club El Nogal, con consignas como “la vida es sagrada”, “cada víctima es hermana”, “las armas son del Estado” y “no hay perdón garantizado”. El exalcalde de Bogotá quiere revivir las frases, esta vez para caminar por la vida el próximo 8 de marzo, y ha invitado especialmente a los senadores Iván Cepeda y Álvaro Uribe, porque “ellos hacen parte de lo inolvidable”.
Confidencial Colombia habló con Antanas Mockus sobre la apuesta y el espíritu de la “Marcha por la vida”, además temas relacionados con el proceso de paz, la violencia, el perdón y la reconciliación.
Confidencial Colombia: ¿Cómo nació la idea de convocar a la “Marcha por la vida”?
Antanas Mockus: Necesitamos preservar la vida, porque la mayor parte de las muertes que se dan en el país son por intolerancia y crimen organizado, y no precisamente las que han generado las Farc, sin decir que no lo han hecho. La violencia que no han generado los grupos guerrilleros, ha sido invisibilizada por el conflicto armado.
Entonces la marcha busca proteger la vida frente a todas las amenazas que la vida de los colombianos sufren o tienen. Creemos que esto debe servir para unirnos, para hacer una marcha que sea inolvidable. Tenemos que hacer una movilización que ojalá opaque o mas bien se luzca más que la marcha de hace siete años que se hizo en contra de las Farc.
Es la primera vez que tenemos algo de tiempo, cuando hicimos la del Nogal, la hicimos en dos días; en esa ocasión nos inventamos consignas como: “la vida es sagrada”, “cada víctima es hermana”, “las armas son del Estado” y “no hay perdón garantizado”.
Por ahora la prioridad es convocar de la manera más amplia; lo que queremos es que cualquier colombiano desee marchar, no estamos pensando en una movilización como un sentido del deber, sino como un placer, es decir que la gente dentro de 20 años diga “yo estuve ahí”. Esta marcha no es en contra de nada, es a favor de la vida.
CC: ¿Cuál es el tinte de la marcha: tiene que ver con el proceso de paz que se adelanta en La Habana o con el concepto de paz más allá de los acuerdos?
AM: Creo que va más allá de los acuerdos, porque si bien es cierto que los acuerdos van ser muy detallados e importantes para el país, no despiertan simpatía en todos los colombianos. Creemos que no hay que ponerle una filosofía complicada a una norma que ya es universal. Las religiones y las constituciones dicen que el derecho a la vida es inviolable.
CC: ¿Cuál sería el significado de la palabra paz independientemente de lo que se está dialogando en Cuba?
AM: En Colombia hay mucho malpensamiento, por ejemplo, se me cae la billetera y me toco el bolsillo automáticamente, porque pienso que alguien me la robó. Somos muy desconfiados y malpensados y eso explica probablemente parte de la violencia que ha vivido Colombia. Si tuviéramos con más frecuencia la hipótesis de que el otro actúa de buena fe, sería diferente. Cuando la gente decía que “no hay que dar papaya” nosotros decíamos todo lo contrario, que hay que aprender a “dar papaya” y enseñar que lo ajeno no se toma.
CC: ¿Esa sería una forma de hacer paz en la cotidianidad?
AM: El problema es que todos piensan que el principal problema de violencia es la guerrilla porque la violencia en la cotidianidad es menos visible y es más grande. Firmar unos acuerdos no va a cambiar automáticamente la situación en Colombia, en ese sentido los hechos que vivimos a diario son producto de la violencia o la generación de paz.
CC: Si se llegara a firmar la paz en La Habana ¿qué solucionarían esos acuerdos, si el conflicto armado tan solo es una parte de la violencia que vive Colombia?
AM: Habría un impacto. Hay regiones del país en donde estos grupos irregulares son dueños y señores y les tocaría pasar a jugar otro papel si ganan con el voto popular, tendrían el mando pero dentro de la constitución, es decir, estarían sometidos a las reglas del Estado de Derecho.
Resolver este conflicto armado es muy importante y afortunadamente está siendo atendido por un gobierno que me parece diligente, no tengo nada contra el proceso, al contrario, esto debe tener efectos muy positivos. Y sí hay que decir que hay detalles para mirar.
Queremos que la gente sea capaz de decir yo también puedo mejorar, queremos estar en paz con nuestra conciencia, con el vecino, con la esposa; todo el mundo puede mejorar la manera de manejar los desacuerdos y los conflictos.
CC: ¿Por qué convocó a los senadores Iván Cepeda y Álvaro Uribe y no, por ejemplo, al presidente Juan Manuel Santos y al expresidente Uribe?
AM: Cuando empezó este período legislativo ellos se identificaron como cabezas visibles. Iván Cepeda y Álvaro Uribe representan dos puntos de vista muy diferentes. Ellos hacen parte de lo inolvidable. Significa el hecho de recordar más adelante: “Yo estuve en la marcha por la vida con Iván Cepeda y Álvaro Uribe que fueron capaces de caminar juntos”. Son esos momentos históricos como por ejemplo, cuando vimos a Obama y a Raúl Castro darse la mano en el entierro de Mandela; ese fue el último gol de Mandela desde el ataúd. Es usar esos momentos cotidianos, es decir: si yo estoy peleando con mi mujer ¿por qué no me voy a reconciliar con ella, si Cepeda y Uribe fueron capaces de caminar juntos?
CC: ¿No hubiera sido más significativo convocar al presidente Santos y al senador Uribe, por el rife-rafe que han tenido en temas como el proceso de paz?
AM: Es que cuando empezamos a trabajar sobre el encuentro de Santos y Uribe inmediatamente surgieron problemas protocolarios. Además, aunque a Santos le gustó la iniciativa, Uribe manifestó su agradecimiento por la mediación, pero dijo que todavía no era el momento, aunque dio una esperanza.
CC: En el video usted decía que invitó a Cepeda y a Uribe porque desde su ideología han contribuido a proteger la vida y generar paz. ¿Cómo ellos han protegido la vida y han contribuido a la paz?
AM: Creo que cada uno en general quisiera que los colombianos se maten menos. Sinceramente a ninguno de los dos les interesa que el número de muertes crezca. Por su parte el presidente Uribe enfrentó temas tan complejos como el de los ‘Falsos positivos’ y por otro lado las fuerzas de izquierda de alguna manera hace muchos años justificaban las acciones de las guerrillas. Es decir, si el juicio final existe nos va a tocar a muchos dar la cara por haber sido apologetas de formas de lucha que no son aceptables.
CC: ¿Las personas que viven en la ciudad son más apáticas para perdonar y aceptar un acuerdo de paz, que las que están en las zonas rurales y han sufrido la guerra?
AM: En el proceso reciente las Farc se han visto muy debilitados en las ciudades, por actos como la bomba en el Nogal, su última gran acción, o la de la Zona T que tuvieron un muy mal recibo social, ese tipo de acciones a la gente no le gustan. En el Nogal muy seguramente murió mucha gente humilde que tenía un trabajo ahí, entonces qué revolucionario, con qué cara va a reivindicar eso.
El ser humano es un ser de costumbres y eso es admirable. Al ser humano si le toca convivir con el monstruo “XY”, se las arregla para convivir con él y le hace resistencia civil, se somete completamente o se refugia en la ironía. En ese sentido, no necesariamente las personas de la ciudad son más apáticas que las que están en el campo.
Las personas del campo también pueden acostumbrarse, pero las relaciones son distintas, son muy autoritarias. Por ejemplo, si alguien desobedece una orden de las Farc puede correr riesgo en su vida y eso puede generar sentimientos negativos; en las ciudades sobre todo, los estratos medios y altos viven con algo de zozobra y temen por ejemplo ser secuestrados. También se acostumbran a los escoltas, casi que logran reutilizar la relación con la guerra. Esto no significa que no sean sensibles a la guerra, perder es muy doloroso.
CC: ¿Usted le cree a las Farc?
AM: Al principio mi optimismo era forzado. Si hubiera sido elegido como presidente, no hubiera emprendido el proceso de paz tan temprano, tal vez a los cuatro años ni siquiera lo habría abierto; incluso en el debate electoral acusé a Santos de que él era mucho más partidario de la negociación de paz con las Farc.
Probablemente le hubiera exigido a las Farc mucho más. Lo que puedo decir es que este proceso es mucho más serio y arranca del debilitamiento militar que inició Uribe; la era Uribe fue importante para este proceso de paz, lo que debe entender el Senador es que el balón ya no lo tiene él y que ahora lo tiene el presidente Santos.
CC: ¿Este es el año de la paz?
AM: Debería serlo. Hay que hacer mucho para que lo sea. Hay que evitar que la situación se alargue. Hay que volverle costoso a las Farc y al gobierno que eventualmente se den largas a las conversaciones, es decir; el que frene el proceso la lleva y el que lo acelere tiene nuestra simpatía.
Me gustaría que se resolviera más rápido, y así el resentimiento del ciudadano común y corriente es menor. Si se resuelve rápido pasamos a solucionar otros problemas, ya que el proceso de paz es un distractor frente a otras dificultades que tiene el país.
CC: ¿Qué le diría a esas voces que dicen que la marcha se está promoviendo para apoyar el proceso de paz que se discute en La Habana?
AM: La idea es saltar de la mesa de negociación. Necesitamos que culturalmente empecemos a respetar la vida del otro. La vida es sagrada está estipulado en la Constitución. Ambos, Cepeda y Uribe, hablan de patriotismo; ese patriotismo debería expresarse en respetar la vida de cada colombiano. Tenemos que llegar a sentirnos mal si hemos contribuido en la muerte de cualquier persona. La marcha es por la vida, no por el proceso de paz.
CC: En un caso hipotético, ¿qué connotación le daría la inasistencia del senador Álvaro Uribe a la marcha?
AM: La gente es la que debería juzgar; que quede claro que se le invitó. Cuando uno se mete en posiciones de liderazgo como lo ha hecho Iván Cepeda, Álvaro Uribe e incluso yo, lo que esperamos es ser recordados por el país porque fuimos capaces de resolver nuestras diferencias.
CC: Además de convocar a la “Marcha por la vida”, ¿qué papel va a jugar Antanas Mockus este año?
AM: En una carta que envié al gobierno y a las Farc al inicio de las conversaciones, decía que estaba dispuesto a trabajarles mil horas y recuerdo que alguien de las Farc no se aguantó y dijo que “mil horas era muy poco”. A mí me gustaría trabajar con los dos al tiempo, pero si las Farc me dijeran que trabajara con ellos lo haría si el gobierno me autorizara.
CC: ¿Qué temas trabajaría?
AM: Siempre he estado obsesionado por la vida. Me parece gravísimo que un ser humano mate a otro simplemente por no preguntar, por no ponerse en el lugar del otro o por malpensados.