La alopecia universal, una enfermedad autoinmune e incurable, ha sido de éxito para esta joven venezolana de 21 años. Su carrera en el modelaje va creciendo y ahora es la imagen de una marca de trajes de baño.
“Papá, yo soy importante, por eso me ven”. Eso le decía Ana Ramírez a su padre cuando salían juntos a la calle. La incomodidad de que la gente viera a su hija como una enferma lo perturbaba, pero al tiempo la hacían sentir a ella más atractiva. Lo cierto es que aprendió a vivir con las miradas de pesar y los discursos de ánimo de quienes se toparon con una mujer sin cabello, pestañas y cejas o más bien, una joven que pareciera tener cáncer.
Ana empezó a perder su cabello y sus uñas entre los tres y los seis meses de nacida. Las visitas al médico eran frecuentes, pero no existían respuestas al problema, nadie sabía qué pasaba. Los tratamientos de estimulación capilar eran su martirio y las inyecciones literalmente, su dolor de cabeza.
A los siete años, ya sin un solo pelo en todo su cuerpo, sus exámenes fueron revisados en el exterior. El diagnóstico fue alopecia universal de grado 7, el más alto de la enfermedad. A diferencia de la alopecia areata que se identifica por la pérdida de pelo en forma de parches redondos, que posiblemente vuelvan a llenarse con cabello, la universal llega a la calvicie total y es irreversible.
Con frescura y algunas risas Ana dice “soy muy sana, la alopecia no mata, pero es un interrogante, dicen que puede ser hereditario, pero nadie en mi familia es calvo. Soy la más lampiña de todos”.
Pero eso si, las burlas fueron constantes y doloras, sin embargo, desde el día que decidió levantarse y aceptar su realidad disfruta más su vida, sintiéndose única y privilegiada. “Es incomodo cuando me encuentro con personas que tienen cáncer. Me piden que sea fuerte y que sea feliz, pero creo que he sido ejemplo para ellas, pues aunque no les cuento que lo mío es alopecia, mi alegría les anima a salir con la cabeza descubierta y sin temo al qué dirán”.
Además de la calvicie, Ana es talla plus y esas dos combinaciones le han abierto puertas en nuestro país, al que tuvo que venir hace 3 meses por la crisis económica de Venezuela. Ahora se dedica al modelaje de grandes tallas; una marca de trajes de baño de Medellín la ha elegido como imagen y dedica sus tiempos libres a tejer tomando un buen café.
Su atractivo es doble. Su alopecia no es un complejo, al contrario, es un lienzo, como ella dice, para que maquilladores, fotógrafos, diseñadores y artistas, plasmen lo más bello de sus profesiones a través de ella, de su piel suave, un poco delicada, pero ideal para mostrar la hermosura de una mujer calva.