Hasta la fecha, diferentes planes de guerra han caracterizado el trabajo de los Estados Mayores de los Ejércitos. Casi siempre con el objetivo único de acabar con los grupos guerrilleros que existían en el país y otros grupos que habían escogido otras vías mas fáciles y lucrativas para sobrevivir.
Esos colombianos que viven en y de la ilegalidad, se han ido adaptando para desarrollar otro tipo de negocios sucios, quizás no tan lucrativos como los grandes cárteles, pero con menos visibilidad, presión del Estado y la opinión pública.
Actividades de enorme lucro ilícito que se hacen posibles por la falta de presencia estatal en grandes zonas del país, especialmente en las fronteras que permiten impunemente pasar de un lado al otro con cierta “facilidad”. Negocios vinculados con el contrabando de madera, animales, gasolina, peces, negocios relacionados a la extracción de oro, extorsión de empresarios y agroindustrias, por no mencionar el narcotráfico, que está ya muy estudiado y perseguido por Ejército y Policía diariamente.
En pequeños caseríos organizados con modos de vida al viejo estilo mafioso se albergan esos grupos armados o bandas criminales dedicadas a cualquier “torcido” que pague una buena suma de dinero. Son organizaciones que sirven para cualquier causa enteramente al margen de la Ley.
Por todos estos aspectos, las Fuerzas Militares tienen unos retos muy desafiantes en el futuro:
1.- La necesaria creación de mayores y mejores fuerzas en las fronteras, especialmente en los ríos colombianos, dotando a la Infantería de Marina de mejor armamento y mayor tecnología en sus embarcaciones de superficie.
2.- La potenciación de unidades exclusivamente dedicadas a la minería ilegal, así como la prevención de delitos ecológicos en páramos y ríos.
3.- La creación de una Unidad de Extinción de Incendios con aviones y helicópteros diseñados para tal fin, difuminados por todo el territorio nacional.
4.- El desarrollo de una unidad para atender catástrofes naturales con capacidad de intervención inmediata y especializada en este tipo de acciones.
5.- Desarrollar la unidad de ingenieros y dotarla de más autonomía para poder cumplir labores sociales allá donde el Estado no llega con sus recursos recurrentes.
6.- Dotar a la Fuerzas Aéreas de aeronaves de reconocimiento más sofisticadas, con capacidad de vuelos de largo alcance para dar soporte a la fuerzas del Ejército en sus operaciones especiales. Así como modernizar y ampliar la cobertura de la red de radares que permita una mayor captación de naves ilegales que cruzan el país o salen de aeródromos fronterizos con destino al norte del continente.
7.- Dotar al Ejército y a la Policía de recursos que permitan tener tecnología e información de última generación, para ayudar en la prevención de los delitos de grupos criminales.
8.- Desarrollar el plan estratégico de la Armada con el fin de mejorar sus capacidades lo antes posible, para un mejor patrullaje e interdicción en las aguas bajo jurisdicción colombiana.
9.- Crear una unidad de intervención en conflictos internacionales que ayude a las Naciones Unidas a cumplir sus misiones de paz y labores humanitarias.
10.- Crecer la unidad de desminado, capaz de actuar en el menor tiempo posible limpiando el suelo colombiano, dando prioridad en zonas de intervención para erradicar cultivos ilícitos, zonas de conflicto y, por supuesto, con el objetivo prioritario de devolver la normalidad a los pueblos y veredas de todo el país.
También debería ser una prioridad el desarrollo de una industria militar más sofisticada y tecnológicamente al día. Con capacidad de hacer alianzas con el sector privado y así ir reduciendo su dependencia del sector estatal. Sofisticar la enseñanza militar, como un sector estratégico de la defensa que acompañe en la modernización y puesta al día de las necesidades de las fuerzas militares y que decididamente desarrolle un plan de expansión y captación internacional.
Estas son algunas de las ideas que las Fuerzas Militares, en su ánimo de cambio y adaptación, podrían implementar en este periodo de transición hacia la paz y que, necesariamente, darán frutos inmediatos para una Colombia moderna, más imbricada en el entorno regional y que todos demandamos como sociedad.