El XV Encuentro Regional para la Paz tuvo lugar en San Carlos, Antioquia. En este se discutieron varios temas que son sensibles para una zona marcada profundamente por la guerra como lo es el Oriente Antioqueño. Megaproyectos energéticos, reconocimiento de víctimas y recuperación de la memoria, fueron varios de los ejes que signaron la discusión.
El Oriente Antioqueño tiene un potencial hídrico que pocas regiones del país poseen, este ha sido una suerte de espada de Damocles que ha puesto en vilo la seguridad y la vida de quienes habitan esta región.
La historia de San Carlos, Antioquia, como la del Oriente Antioqueño es el resumen de múltiples procesos violentos que han ido transformando las vidas de los campesinos que allí habitan, así como su entorno.
Desde que se adelantaran los grandes proyectos energéticos, con la creación de los embalses del Peñol y Guatapé, que supusieron el desplazamiento de miles de familias y las transformación de las condiciones de vida debido al drástico cambio sufrido por los ecosistemas y los suelos, la población del Oriente Antioqueño ha esperado que haya una reivindicación de sus dignidades.
Teniendo como marco el XV Encuentro Regional para la Paz, en San Carlos, Antioquia, varios líderes de la región discutieron las dificultades y retos de alcanzar la paz en la zona.
Uno de los primeros elementos que llama la atención es el parte de tranquilidad y paz absoluta que da la administración local y que el Alto Comisionado para la Paz rescata. Según la alcaldesa de San Carlos, María Patricia Giraldo, desde hace dos años no existe presencia de grupos armados al margen de la ley en la población. Sin embargo, varios asistentes al Encuentro, la mayor parte procedentes de Argelia y Granada señalaron la presencia de hombres armados, posiblemente de la guerrilla de las FARC o del ELN. Por otro lado, también fueron enfáticos en señalar que el conflicto aún está presente en la región toda vez que hace dos semanas murió en un bombardeo de las Fuerzas Armadas, alias Fredy.
Muchas de las voces que participaron en las mesas de discusión señalaron que la paz no llega al Oriente Antioqueño por la vía militar, sino por la vía de las grandes transformaciones sociales. Entre ellas destaca la inconveniencia de adelantar el proyecto Porvenir II que usaría 10.75 hectáreas de los municipios de San Carlos, San Luis y Puerto Nare, estancando el río Samaná Norte. Según lo dicho por Óscar Castaño, líder social de San Rafael, “El problema de estos megaproyectos es que poco o nada le queda a la población. EPM recibió de ganancia en 2014,1.4 billones de pesos mientras que en inversión social en tres décadas apenas ha aportado cerca de un billón de pesos”.
Esta exigencia tiene una relación directa con el conflicto armado toda vez que después de haberse llevado a cabo los proyectos del Peño y Guatapé, las guerrillas de las FARC y del ELN encontraron en el descontento popular la posibilidad de asentarse en la zona. Esta situación trajo consigo la presencia paramilitar en la década de los 90 que logró su máxima expresión con las masacres y desplazamientos llevados a cabo a finales de la década del 90 y comienzos de los 2000. De los entre 23 mil y 24 mil habitantes de San Carlos y sus veredas aledañas se desplazaron 19 mil de ellos. A ello se suman la denuncias de omisión de sectores de la Fuerza Pública frente a estas situaciones.
Pese a que dicha situación es el problema más acuciante no fue el eje en torno al cual giró la discusión en el Encuentro Regional para la Paz. El reconocimiento de las víctimas fue uno de los ejes de la discusión, toda vez que si bien la victimización ha disminuido sensiblemente, aún no ha habido verdad, justicia y reparación para múltiples casos de desaparición forzada.
Además, los asistentes enfatizaron en la necesidad de que el lenguaje se desescale para que los procesos de reconciliación y reintegración puedan ser una realidad y que sean las construcciones territoriales de paz las claves en un eventual posacuerdo que logre transformar a Colombia en una sociedad en paz.
Otra de las necesidades expresadas es la consolidación de distritos agrarios que permitan rescatar las condiciones de producción alternativas para la región. Esto va de la mano del afianzamiento de la participación política de la ciudadanía para lograr generar diálogos entre las instituciones y las organizaciones sociales que redunden en la construcción de una paz territorial.
Por último hablaron de la necesidad de que la educación sea la piedra angular de esa construcción. Esto lleva a que la memoria y la creación de cultura de paz sea una realidad que permita garantizar la no repetición de una guerra que se ha cobrado suficientes vidas en esa región.
Como ejemplo de ello, San Carlos exhibe orgulloso, en la plaza central, el Jardín de la Memoria. Como parte de la estrategia de retorno a la región de cerca de 300 familias que decidieron ganarle el pulso al desplazamiento, este monumento recoge los nombres de varias víctimas. Estos están escritos en varias flores que representan realidades de la guerra. Así, la hoja verde oscuro representa el desplazamiento; la hoja verde claro el retorno; la flor roja un homicidio; la morada, desaparición forzada; la amarilla, minas antipersona; la azul, reclutamiento forzado; la blanca, abuso o violencia sexual y la naranja es “en homenaje a todos los resistentes”.
Con la presencia del Alto Comisionado para la Paz se espera que estas exigencias y reivindicaciones queden en un lugar privilegiado dentro de la agenda de la Mesa de Diálogos de La Habana. Sin embargo, como lo señala Castaño “La Mesa de La Habana solo abre la puerta para que se acabe la guerra, la paz exige que se hagan grandes transformaciones que dignifiquen a los pobladores del Oriente Antioqueño”.
Los Encuentros Regionales para la Paz son una iniciativa de la Red Prodepaz, la Ruta Pacífica de las Mujeres y la Red de Comunidades e Iniciativas de Paz desde la Base, con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y las embajadas de Suiza, Suecia y Noruega.