Cuando se quiere servir a la comunidad y construir paz en las regiones más alejadas y olvidadas por el Estado, donde la violencia ha permanecido por décadas, los títulos profesionales no hacen falta y la pasión por el oficio sobra. Crónicas de radiodifusión y comunidad.
Carlos Martínez es el director de la emisora comunitaria “Piamonte Estéreo”, del municipio de Piamonte (Cauca) y Waira Nina Jacanamijoy es la directora de la emisora comunitaria “Yurayayo Estéreo” del corregimiento de Yurayaco (Caquetá).
Las dos emisoras nacieron en el 2010 cuando el Ministerio de Tecnologías de la Información y las comunicaciones (TIC) emitió sus licencias de funcionamiento. Con dificultades no solo de tipo financiero, sino de sobrevivencia en zonas de conflicto armado, hoy se levantan y alzan la voz para dar testimonio de que sí se puede trabajar por la paz.
Empecemos por Waira Nina, indígena Inga. venía trabajando en varios proyectos con los pueblos nativos del departamento del Caquetá, uno de ellos la creación de una emisora comunitaria, con el objetivo de “potencializar, promover nuevas formas de ver la convivencia, la tierra y el medio ambiente”.
El trabajo de Waira Nina se ha enfocado en “divulgar otras cosas nuevas que salgan de conceptos del ‘raspachín’, del discurso de la emisora del ejército con la propaganda de “desmovilícese guerrillero” y el de la guerrilla con su ideología revolucionaria. – Ya estábamos cansados de escuchar todo eso– “.
La mayoría de los programas son transmitidos en la lengua quichua inga para rescatar el dialecto de esta comunidad y que las nuevas generaciones de inganos conozcan sus raíces.
La parrilla de programación divulga las enseñanzas ancestrales de los nativos, por ejemplo, las ancianas se encargan de transmitir todo lo que tiene que ver con las recetas tradicionales, la agricultura artesanal y el cuidado de la mujer.
Los niños también tienen su espacio: se llama “Wawitacuna”. En el programa cantan y realizan diferentes actividades con las que pretenden inculcar los valores de la comunidad a los niños y niñas que los escuchen.
Yurayaco es un corregimiento del municipio de San José del Fragua (Caquetá) una zona con fuerte presencia de las Farc y en la última década por paramilitares. “La guerrilla empezó a intimidarnos para que les transmitiéramos programas de su ideología –comenta la directora– lo que nos tocó decirles es que esta emisora es netamente comunitaria indígena, que tiene una visión ancestral y que una de las normas es no pertenecer a ningún bando, no hacer propagandas políticas ni religiosas. Que el objetivo de “Yurayaco Estéreo” es rescatar lo que se está perdiendo culturalmente”.
Y si con las Farc ha habido problemas, el Ejército tampoco ayuda. Cuando llegan los militares al corregimiento se ubican precisamente donde está la antena que saca la señal de la emisora; cuando se van de la zona, los guerrilleros le ponen minas quiebrapatas, el Ejército vuelve, desmina la zona y la antena sale a volar
El sostenimiento de la estación es complicado, sin embargo han sabido sobrellevar el asunto con programas pagos de la iglesia católica y otras dos iglesias de distintos credos. Además de la parrilla de programación, la emisora tiene un servicio adicional, y es haberse convertido en el teléfono de la comunidad. Por medio de ella se envían de manera efectiva las razones en la región: “bájenme o súbanme tal cosa en el carro de zutano que va para allá el jueves. Ahí les mando tal cosa”.
“Creo que el perdón existe y por eso hay que perdonar”
Para “Piamonte Estéreo” estar cuatro años al aire no ha sido fácil, pero hoy su comunidad puede decir que ha sido un ejemplo de paz.
Su programa estrella se llama “La cátedra de la paz” que es emitido de una a tres de la tarde. Este programa busca educar y profundizar en los temas que tienen que ver con el perdón y la reconciliación.
Carlos Martínez, director de la emisora comenta que no saben mucho, pero que intentan relacionarse con las personas que conocen sobre el tema para que todos los piamonteños se enteren sobre lo que pasa en la mesa de negociación en La Habana, y así cuando llegue el momento de la firma de la paz puedan participar. Aunque reconoce que no saben cómo la comunidad lo va hacer.
De los diálogos Martínez habla con entusiasmo y comenta que el gobierno debería ayudarles a comprender, por ejemplo, cómo van recibir a los desmovilizados de su municipio. “Los habitantes me preguntan ¿cómo vamos a recibir a esa gente, qué vamos a hacer?”. Yo les pregunto a su vez si están dispuestos a perdonar a los desmovilizados de Piamonte, porque cuando esa pregunta se la hicieron a Jesucristo, él respondió “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Así que yo creo que el perdón existe y por eso hay que perdonar.
Aunque el municipio de Piamonte tiene una alta influencia guerrillera, Carlos Martínez dice que hasta el momento no ha recibido ninguna amenaza. “A diferencia de otros compañeros de radios comunitarias, he podido hacer entender que si la emisora está ahí es para el servicio de la comunidad y que no tenemos espacios para la subversión, pero siempre hubo desespero por parte de mi familia de que quizá me hicieran daño”.
La comunidad está tan agradecida con la emisora que –según Martínez– le llevan la gallina, la piña o el sábalo, porque los informa oportunamente de todo lo que está sucediendo. Añade que no les interesa la plata y, al igual que “Yurayayo Estéreo”, tienen el servicio del teléfono: “Si la comadre fulana necesita que el compadre lleve el caballo, nosotros haya plata o no haya plata lo divulgamos. Nosotros sí gozamos de que la comunidad apoye la radio”.
Es así como Waira Nina y Carlos no necesitaron de títulos que los certificaran como periodistas o locutores, para dedicar la vida a servir a su tierra, y con solo la pasión crearon a “Yurayayo Estéreo” y “Piamonte Estéreo” un servicio que va más allá de informar, de entretener, o de hacer de teléfono; es un servicio que construye senderos de paz, de perdón y reconciliación.