“La paz se gana o se pierde en el primer año después del acuerdo”: ONU

El sello que caracteriza este proceso de paz es que prioriza la voz de las víctimas para que sean protagonistas de la construcción del acuerdo final para la terminación del conflicto. Y por eso, por darle trámite a la demanda de los civiles afectados, y porque es la organización que más conoce el terreno de la confrontación armada, es que las Naciones Unidas están jugando un papel importante en el actual proceso de La Habana.

Fabrizio Hochschild, coordinador residente y humanitario de la ONU en el país, habló con ConfidencialColombia. Él y la organización han vivido en carne propia señalamientos producto de la polarización política en torno a la búsqueda de la paz negociada, y tienen información de primera mano de los avances del proceso.

Confidencial Colombia: ¿Qué balance hace este año de las conversaciones de La Habana?

Fabrizio Hochschild: Fue un año bueno, pero también fue un año en donde se mostró que hay retos muy difíciles de cumplir. En la primera mitad del año se logró acuerdos muy importantes sobre la participación política o las drogas ilícitas. Acuerdos de gran poder trasformador para el país que si se logra llegar al punto donde se puede implementar, no dudo que va a mejorar de manera radical la calidad de la democracia colombiana. Asimismo, va a reducir, por ejemplo, los cultivos ilícitos de una manera muy acelerada.

Digo retos porque primero, este año se mostró que para llegar a un acuerdo se va a necesitar más tiempo. Los tiempos previstos eran demasiado cortos y al menos un año más va a ser necesario para llegar a la firma. Por otro lado, los dos últimos puntos de la agenda van a ser los más difíciles.

Segundo, este año hubo la campaña presidencial y los que están a favor del proceso ganaron, pero a la vez la campaña produjo una gran polarización alrededor de los diálogos, y muchas personas esperaron que esa polarización después de la campaña se calmara, pero en realidad continúa la polémica y es mucho más vigente y tan fuerte como lo fue en las elecciones.

Esa polarización no ayuda a crear un ámbito un ambiente de paz que es necesario para que cualquier tipo proceso pueda florecer. Tampoco es producente para la reconciliación que es tan necesaria y que solo se puede dar con el proceso de paz.

C.C: Si bien es cierto que la polarización que vive la sociedad ante el proceso de paz por parte de sectores políticos afecta y, por ejemplo, se tejen muchas versiones como lo que pasó con el General Álzate y hacen que se suspendan los diálogos de paz ¿qué pasaría si echamos de un lado la polarización y nos quedamos con la crítica constructiva?

F.H: Lo que me preocupa no es la crítica, la crítica y la oposición es fundamental para el buen funcionamiento de la democracia. Además la crítica ayuda a hacer las cosas mejor entonces eso me parece muy saludable. Lo que me preocupa es cómo se expresan muchas veces esas críticas, cómo se defiende muchas veces el proceso, el tipo de retórica que se usa y que ésta se base en discusiones, en argumentos y contraargumentos personalizados; que se caricaturice los hechos, de los opositores. Que muchas veces se usen insultos no dignos de un país. Esto sólo es una muestra de la intolerancia de la persona que piensa diferente, son una muestra de la violencia que ha invadido la retórica y que va en contra de la construcción de paz.

C.C: Cuando hablaba de los retos que tiene Colombia el próximo año en cuanto al proceso de paz, manifestó que si se llegará a firmar los acuerdos, los cultivos ilícitos se iban a reducir. ¿Con qué ojos ha visto la comunidad internacional que se haya acordado parcialmente uno de los temas de alcance internacional y que las Farc hayan aceptado su injerencia en la producción de drogas ilegales?

F.H: Es enormemente importante, el conflicto armado permite una economía ilícita de un tamaño grande. He visto cálculos hasta de 15 millones de dólares que si no me equivoco son parecidos al sector del turismo en Colombia. Y esa economía ilícita tiene repercusiones que pasan las fronteras de Colombia: En la región, en Estados Unidos, Europa y Asia.

Entonces es abrir las puertas para tomar medidas con mucho mayor impacto contra esa economía ilegal que es importante para el mundo. Porque las personas que trabajan con el cultivo y la comercialización, cuando ya no tienen esta fuente de economía ilícita, pasan a otro, por ejemplo la minería ilegal.

C.C: ¿Qué papel va a desempeñar la ONU desde su jurisdicción en el marco del proceso de paz con el punto de las drogas ilícitas?

F.H: La ONU sin excepción, desde la oficina del Secretario General hasta la oficina de delitos y drogas, ha dado la bienvenida a lo que se acordó. A lo que se refiere en la implantación tenemos programas desde hace muchos años. Por ejemplo, desde acá en términos de sustitución de cultivos, tenemos mucha experiencia nacional y regional en esa materia, pero todo esto dependerá del Gobierno y la mesa de conversaciones.

C.C: ¿Cuál sería la solución para que cuando se esté contrarrestando las drogas ilícitas, no nazcan otras economías ilegales?

F.H: La solución es trabajar con las comunidades que están responsables de los territorios y ese es el gran logro de ese punto de cultivos ilícitos. De un lado está el compromiso de fortalecer el trabajo con comunidades y el de la guerrilla para combatir las drogas ilegales, y de otro lado, es tomar medidas mucho más estrictas y contundentes sobre el ámbito financiero, de corrupción que permite el negocio.

C.C: ¿Cree que en el 2015 se firmará la paz?

F.H: Siempre en estos procesos hay sorpresas y lo hemos visto este año. Quién hubiera dicho que en 50 años de conflicto un general cayera en las manos de las Farc y más en medio de un proceso paz. Siempre hay imprevistos y no dudo que por bien o por mal que van a ver muchos imprevistos en 2015. Lo importante es que el proceso tiene la resistencia y los mecanismos para superar esas crisis que seguramente van a venir.

Lo que me nutre mucho la esperanza es que muchas veces las dos partes han tenido un discurso muy diferente sobre los tiempos; con el Gobierno siempre prediciendo tiempos más rápidos y las Farc insistiendo en que era necesario más tiempo, y en los últimos días se ha escuchado tanto al Gobierno como a la guerrilla hablando de la posibilidad de llegar a un acuerdo en 2015. Es decir, por primera vez las dos partes hablan en términos parecidos, eso es esperanzador.

C.C: ¿Qué secuelas dejó el secuestro de tres militares, un general y una civil? Casos que han sido muy mediáticos.

F.H: La detención de los integrantes de la Fuerza Pública en Arauca y Chocó por parte de la guerrilla y luego que se llegará a un acuerdo tan rápido para su liberación, hecho que nunca se había dado antes en casos parecidos, muestra que estamos en un mundo diferente y que ese proceso de paz ha traído beneficios, los diálogos salieron fortalecidos. Era una prueba de fuego y pasó la prueba.

Otro punto es que después de ver las encuestas, lo que pasó fue el desvanecimiento del pesimismo y la desconfianza de muchos colombianos frente a la posibilidad de llegar a un acuerdo. El incidente demostró que si se negocia en medio del conflicto y se resuelve este tipo de incidentes, la mesa también tiene que lograr hechos de paz.

C.C: Junto a la iglesia y el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional, la ONU escogió a las víctimas que iban a enfrentarse a la mesa de negociación ¿Qué balance hace sobre el tema?

F.H: Las delegaciones de víctimas es algo muy innovador y está estableciendo prácticas que no dudo que se van a usar en futuros procesos de paz en otras partes del mundo. A nivel nacional fue muy importante, porque el simple hecho de recibir a las víctimas es un reconocimiento muy importante de parte de la mesa, es un compromiso de que lo acordado va promover los derechos de las víctimas.

Ha sido importante el mensaje que llevaron las víctimas y la unidad de ellas. Las Víctimas fueron escogidas de todas partes del país, de todas las clases sociales, de todas las etnias, distintos tipos de hechos victimizantes, de todos los actores armados, tenían visiones políticas muy diferentes, actitudes distintas frente al proceso de paz; tenían conceptos de perdonar muy diferentes, no todas están dispuestas a perdonar. Pero había una gran unidad. Entonces uno se pregunta -si ellos se pueden unir- ¿por qué no puede el país? Con este ejercicio visibilizaron el sufrimiento que sigue causando día a día el conflicto.

C.C: ¿Qué fue lo más complicado a la hora de escoger a las víctimas?

F.H: Tanto la iglesia como la Universidad Nacional y nosotros fuimos conscientes de la imposibilidad de escoger a 60 personas entre siete millones de víctimas. También somos muy conscientes de la dificultad de la tarea, de la posibilidad de excluir a muchas víctimas que tenían grandes deseos de ir y que por simple problema de números no podían. Tener que decir que no a las víctimas legitimas es difícil. También encontramos dificultad en las posiciones políticas que son inevitables y entendibles, pero que no fueron fáciles de manejar y responder. Hicimos lo mejor que pudimos en base a nuestra experiencia y de nuestro mejor juicio. Acepto que se nos puede criticar, pero nadie puede sugerir que no hicimos el trabajo con un profundo respeto hacia las víctimas.

C.C: Dicen que lo más complicado no está en firmar el acuerdo de paz con las Farc, sino en implementar esos acuerdos. ¿Está de acuerdo? ¿Ve a Colombia preparado de cara al posconflicto?

F.H: Hay mucho trabajo por hacer para asegurar que hay la preparación adecuada para empezar implementar los acuerdos. Otros procesos de paz han demostrado que la paz se gana o se pierde en el primer año. Es ahí donde acciones tempranas son tan necesarias para hacer dos cosas: construir confianza en la paz porque en Colombia hay mucho pesimismo; y segundo, es que otros actores armados deben asegurar que van a dejar las armas. En el primer año debe hacerse todo lo posible para construir la confianza en la paz.

El día después de la firma ya tiene que estar listo los recursos, los procesos de implementación de los acuerdos; no se puede salir a la cancha de futbol sin tener los equipos listos y entrenados.

No tengo confianza en que Colombia esté preparada, pero no dudo en que el trabajo que están haciendo en la oficina del Alto Comisionado para la paz va encaminado a asegurar que hay una preparación adecuada.