El gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc han reanudado esta semana las conversaciones en La Habana. Las diez propuestas mínimas de la insurgencia, el examen al que sometió los diálogos el presidente Santos, la dejación de armas y la tensa situación que vive la zona del Catatumbo marcarán el undécimo ciclo.
Una semana fue más que suficiente para que, cada uno por su lado, las partes analizaran el estado de los diáloghos de paz entre el gobiernp y la guerrilla en Cuba.
Tras la crisis generara por la visita del líder opositor venezolano Henrique Capriles a Bogotá, y la tensión generada entre Caracas y la Casa de Nariño, las delegaciones de paz decidieron analizar las propuestas que la sociedad civil plasmó en el foro de Participación Política realizado a finales de abril en la capital de la República.
Luego del nuevo receso, De la Calle, ‘Marquez’ y los demás negociadores se vuelven a ver la cara en el Hotel Palco del norte de La Habana. Cada uno tiene sus cartas y sabe que estos días son decisivos para el futuro de la negociación y la posibilidad de que la insurgencia pueda incorporarse, eventualmente, al juego electoral.
El gobierno quiere resultados más rápidos. Así se lo hizo saber el Presidente el jefe negociador en una reunión sostenida la semana pasada en Palacio. Sa tos cree que es momento de “poner el pie en el acelerador” de los diálogos y llegar a acuerdos en el menor tiempo posible.
A pesar de que está conforme con los avances en el proceso, que radican básicamente en la concertación de unas reglas mínimas sobre el primer punto de la agenda, el mandatario espera que el acuerdo político no tarde lo mismo que el agrario.
Con un NO rotundo a la Constituyente, los comisionados por el gobienro para establecer un acuerdo con las Farc vuelven a Cuba para seguir negociando. En los pasillos de la Casa de Nariño se rumora que, salvo ersa propuesta, las demás iniciativas de la guerrilla son senzatas y serían viables, si no vinieran de la ilegalidad.
De la Calle y sus colaboradores tienen claro, por orden presidencial, que un acuerdo solo será viable si las Farc deponen las armas. “Lo que aquí acordemos solo se aplicará si hay dejación de las armas y reincorporación a la vida civil de las Farc.
El acuerdo que estamos construyendo es integral: tenemos que tener acuerdo sobre todos los demás puntos, en especial sobre el fin del conflicto y sobre los derechos de las víctimas, antes de abrir cualquiera puerta a la participación de las Farc en política.
Además, para que haya participación de ese grupo en política, son necesarios dos tipos de garantías: garantías de parte del Estado, para su seguridad una vez ingresen a la vida civil y para que hagan oposición dentro de la legalidad.
Y de parte de ellos, de las Farc, garantías de que dejarán las armas y actuarán lealmente dentro de las reglas de la democracia.
Nunca más política y armas juntas. Nunca más combinación de todas las formas de lucha”, señaló el jefe negociador al inicio de esta nueva ronda de negociación.
Las Farc también tienen lo suyo. Ya han puesto sobre la mesa su baraja inicial de conversación. Se trata de diez cartas para logar una “democracia real” e incluye un as que, seguramente, la insurgencia negociará hasta el final. Se trata del mecanismo de refrendación de los acuerdos, y tiene que ver con una Asamblea Nacional Constituyente.
‘Rodrigo Granda’ ha dicho que las Farc dejarán las armas, pero que no las entregarán. Y el jefe negociador de la guerrilla, ‘Iván Márquez’, señalò en una entrevista reciente que Es más, si se está hablando del paso de la guerrilla a la política sin armas hay que discutir algunas cosas primero”.
“Por ejemplo, una urgente y necesaria reforma al sistema electoral. Así como está, éste sistema es una trampa. Es que no se trata de la incorporación de la guerrilla al sistema político vigente. Hay que recuperar por ejemplo la descentralización participativa que tenía la Constitución del 91 y superar el contrasentido que existe entre los propósitos sociales de la primera parte de la Carta y las derivaciones neoliberales del resto de su contenido. Hay que cambiar las cosas, hay que preparar el terreno con reformas políticas y otras como la judicial, adecuarlo para que la guerrilla sienta confianza en la participación política directa. Y no solamente la guerrilla: queremos que todo el país participe. Que el pueblo haga parte de las decisiones estratégicas a nivel político, económico y social”, dijo ‘Márquez’.
La paz sigue en proceso. Los negociadores enfilan sus baterías porque saben que de lo que se concerte en estos días saldrán las reglas de juego que se aplicarán cuando la guerrilla sea, de una vez por todas, un movimiento que “cambie las balas por los votos”, como ha dicho hasta el cansancio el presidente Santos.