La constante migración del campo a la ciudad hizo que el papel de los niños en las dinámicas laborales fueran replanteadas. Es así que, en ese marco, hace su aparición la Ley 15 de 1925 que protege a la niñez en materia laboral y que define su rol social.
Con el incipiente crecimiento de los núcleos urbanos en el país, la población empezó un proceso de desplazamiento hacia las ciudades. Esa dinámica generó que el papel de los niños en la economía familiar fuera replanteado.
En la esfera rural los niños eran vistos como mano de obra disponible, además de miembros de la familia. Sin embargo, esos roles de ayuda y aprendizaje de oficios empiezan a cambiar en tanto se enfrentan a actividades industriales.
El trabajo era visto como algo dignificante, todo lo contrario de la ociosidad. Además, se consideraba que el trabajo significaba poder acceder a alimentos.
Sin embargo, es con el desarrollo de los sistemas educativos estatales que el rol de los infantes va a cambiar. Se da preeminencia a la educación y alfabetización antes que al a productividad.
Es en ese contexto que se expide la Ley 15 de 1925 que capacitaba a los inspectores laborales de la Oficina General del Trabajo y a los miembros efectivos de la Subdirección de Higiene y Asistencia Pública para proteger a los menores de edad. En esa ley se estipulaba que los menores debían estar inscritos en los centros educativos o en las instituciones de beneficencia si llegaban a quedar sin apoyo de sus familias.
También, determinó medidas para que los hospitales y entes de sanidad se inscribieran en esa labor de defensa de los infantes.
A pesar del avance que representaba dicha ley, la lucha en contra de un paradigma reinante y de unos usos y costumbres que consideraban que estar desocupado era algo nocivo, la Ley 15 de 1925 fue abriéndose un lugar para llegar a ser algo natural el día de hoy.
Con ese logro que supuso la defensa de los menores de edad en contra de la explotación laboral se marcó otro hito en la historia laboral de Colombia.