El bonaerense conocido como el “fotógrafo de los escritores” vista las calles de Cartagena de Indias rodeado de su cámara con la que retrata bajo su mirada curiosa y sensible a los escritores que participan en el Hay Festival de esta ciudad. Confidencial Colombia lo entrevistó.
Es curioso que a un fotógrafo de la calidad y el reconocimiento como las de Daniel Mordzinski, un grupo de profesionales y aprendices en el mismo arte lo sigan para tener la exclusiva de la imagen del “fotógrafo de los escritores”.
Y no es para menos, todos quieren ver a través de los ojos de él, ese mundo que le ha permitido desde hace 35 años, retratar los rostros de los personajes más ilustres en las letras, la filosofía, la música y el cine entre otros campos. Pero él se sienta, posa, pide que le den instrucciones, da consejos y suelta frases y preguntas a veces contundentes, que muchos toman como una lección, “¿Te van a pagar más o menos por tomar una buena foto?, ¿Qué preferís?” le dice a un fotógrafo que intenta tomarle una insípida foto en la fachada del Hotel Santa Clara. Entonces sonríe, le pide a una pareja de palenqueras que con su colorida armonía le contrasten su sonrisa y allí deja ver como con extrema sencillez, vuelve grandioso un retrato.
Confidencial Colombia: ¿Cómo es el proceso de la fotografía con un escritor?, ¿Qué tan importante es ser un lector de sus escritos?
Daniel Mordzinski: La vida no se reduce a las fotografías, pero casi que podríamos decir que es tan importante el antes como el después en un retrato para lograr la intimidad que se requiere. Pero, la complicidad con el escritor no necesariamente debe pasar por la lectura, eso no ayuda en la fotografía pero si puedes hacer sentir al escritor que él a ti te importa, que compartes este maravilloso mundo que es la literatura y eso contribuye.
CC:¿Qué le atrae tanto de los escritores que le gusta retratarlos?
DM: Llevo 35 años retratando escritores y mantengo intacta la curiosidad por el ser humano y el fascinante mundo de la literatura. Quizás la más bella palabra del idioma español no se encuentra en el diccionario, y es “letraherido”, herido de las letras en una sola palabra, un viejo término español que se usaba antes y que cayó en desuso. Yo me siento a gusto con esa definición, “herido de las letras” y hay muchas maneras de sentirse herido de las letras, una de ellas es escribiendo no importa lo que sea, cartas de amor, poemas novelas, ensayos y yo me conformo con el momento que me tocó vivir y la manera que me tocó hacerlo es sacando fotos de los escritores. Y esa es mi vida.
El maestro que ha realizado más de una centena de exposiciones alrededor del mundo, dice que no escribe y con su pausa hace entender que no se preocupa por ello, es más que evidente que para contar sus historias, no necesita palabras.
“Si hay algo que no soporto es llegar tarde” le dice a su asistente que lo trata de guiar hasta el hotel donde otro escritor lo espera para una sesión de fotos. Se afana y decide que lo mejor es tomar un taxi y allí se acomoda con su cámara y el resto de su equipo mientras exclama con voz de auxilio “estamos perdidos y con una cita”. El taxista hace lo mejor que puede.
CC: ¿Qué tan difícil es retratar escritores de diferentes generaciones?
DM: Al universo Hay Festival entré con el Proyecto de los 39, (un libro de retratos de los mejores 39 escritores menores de 40 años) y yo estaba muy asustado porque a muchos escritores de esa generación no los conocía. Pero tan pronto como aterricé en Bogotá, me está esperando un artículo escrito por Juan Gabriel Vásquez que se titulaba, “Treinta y nueve más uno” y hablaba de mí. Y fue de las mejores bienvenidas posibles, primero porque sentí que era parte de ese movimiento de la cual me separaban hasta dos generaciones, y segundo porque de algún modo me sentí como el quinto beatle.
CC: ¿Qué tan fácil es manejar la vanidad de los escritores?
DM: La escritura es una actividad solitaria y puede ser de mucho sufrimiento de meses o años, y es natural que exista una vanidad y todos tenemos nuestras vanidades. Lo que a mí respecta, me parecería muy tonto darle espacio a mis propias vanidades porque me la paso retratando la de los otros.
Hay un libro maravilloso del escritor y periodista Juan Cruz, -maestro de maestros- y se llama “Egos revueltos” y va precisamente de eso, cuenta historias maravillosas de las vanidades de los escritores. Yo tengo la fortuna de ser amigo de muchos de ellos y a la vez conocen mi trabajo, entonces me dan espacio para contar mis propias historias y tal vez siento menos la vanidad de ellos.
“¿Está seguro que vamos por buen camino?”, le pregunta al conductor del taxi, quien a pesar de responder afirmativamente, se delata y se muestra perdido. “Sí claro, – responde el buen hombre que no quiere parecer un turista-. Si esta calle se llama igual que al hotel a donde usted va”, entonces Mordzinski se encoge y le responde mientras ríe resignadamente, “No sería la primera vez que un hotel no queda en la calle que tiene el mismo nombre”.
Su apellido proviene de Polonia, país desde donde viajó su abuelo para sembrar sus raíces en tierras argentinas alejadas de los horrores y los errores de la guerra. Lo recordó porque la puntualidad hace parte del respeto que siente que le debe a las personas que depositan su confianza en su trabajo y por ello trata de corresponder exactamente como se debe, como un “profesional”, menciona él mismo.
DM: De mi abuelo aprendí tres valores fundamentales y que no se me olvidan y que aplico desde siempre, incluso en mi trabajo. Uno es el respeto, el otro es la humildad, -a propósito de las vanidades-, y el tercero es el humor como remedio y como bálsamo de todos los problemas de la vida. Si te fijas, mis fotografías si bien son osadas, muchas de ellas tienen humor, tienen muchísimo respeto y nunca caen en el ridículo. La frontera a veces es muy finita entre el humor y el ridículo y se debe tener una mirada cautelosa también.
Luego le dice a su asistente, “es mejor que pidas toda la información posible. De los malos entendidos se pueden descubrir continentes, pero lo usual es que quedes muy mal”.
CC: ¿Cómo fue el inicio en la fotografía de escritores?
DM: Mi primer retrato parece un tango malo, es verdad, fue con Jorge Luis Borges en 1978, que es la foto con la que inicio mi exhibición en el Museo de Arte de Bogotá. Aquí en Cartagena se exhibe, “La vuelta al mundo Hay Festival en 80 retratos de escritores” y son las fotografías de algunos escritores en los “Hay” alrededor del mundo…
Aunque trata de responder concentradamente, lo cierto es que no aguanta más y desenvuelve un billete que extiende al taxista con apuro. Se disculpa y promete una conversación más larga después, prefiere tomar camino y dejarse llevar por su intuición hasta el lugar de su cita, intuición que a juzgar por sus fotografías, nunca falla.