Las principales bolsas europeas -Fráncfort, Londres, París y Milán- pagaban con fuertes caídas la situación en la que queda Italia tras las elecciones celebradas el domingo y el lunes, al tiempo que el mercado secundario de deuda acusaba también la ingobernabilidad del país.
Poco después del mediodía, la bolsa de Milán sufría un descuento del 4,55 %, el mayor entre los principales índices europeos y casi el doble del 2,82 % que perdía el español IBEX; la bolsa de París cedía el 2,45 %, la de Fráncfort el 2,04 %, y la de Londres, el 1,43 %.
En el mercado secundario de deuda, la prima de riesgo de España, que ha superado hoy en algún momento de la sesión los 400 puntos básicos, se situaba a esta hora en 377, 16 más que al cierre de la sesión precedente y a tan sólo cincuenta de la de Italia.
Victoria Torre, responsable de Análisis de Self Bank, explica que no ha gustado nada a los mercados la ajustada victoria del centro izquierda de Pier Luigi Bersani, que puede traer como consecuencia una Italia ingobernable y un retroceso en los avances hechos por el país transalpino en los últimos meses.
Las incertidumbres nunca gustan a los mercados, añade, y el resultado de estas elecciones es precisamente lo que trae, incertidumbres, al hacer muy complicada la formación de un gobierno estable: no es solo que los resultados no hayan sido los esperados, tal vez la clave es que han sido, precisamente, inesperados.
El departamento de análisis de Bankinter, por su parte, aclara que “la clave es Italia”: el desenlace es demasiado confuso por ahora, pero parece ingobernable.
Lo peor no es la asombrosa recuperación de Berlusconi, indican los analistas del banco, sino la irrelevancia de Monti, en cuya capacidad de influencia se tenían depositadas las esperanzas del control de las finanzas italianas.
Para lo que queda de sesión, aunque las referencias macroeconómicas que llegarán de Estados Unidos “puedan ser hoy relevantes y buenas”, no es eso lo que importa, sino la ingobernabilidad de Italia.
A más largo plazo, Bank of America Merrill Lynch cree que una nueva convocatoria electoral supondría un golpe para el “sentimiento del mercado” y para las perspectivas económicas.