Los problemas se le acumulan al presidente de Rusia, Vladimir Putin. Su sueño de una invasión relámpago y un paseo triunfal por Kiev se le tuerce cada día un poco más. La resistencia de Ucrania en sus enclaves importantes ha funcionado y el apoyo militar de la OTAN no ha hecho sino reforzar la moral de un ejército menor y peor dotado, pero cargado de esperanza de conservar su identidad como nación frente al invasor ruso. Especialmente hoy, que Putin ya renunció a llegar a Kiev y solo se centrará en ‘liberar’ la parte rusa de Ucrania, el Donbass.
Cada día que pasa es mala noticia para Rusia y Putin. Se les acumulan los problemas de todo tipo al mismo tiempo que van aumentando la lista de fallecidos, cuerpos sin vida de jóvenes que en el mejor de los casos volverán a Rusia, y en otro peor serán enterrados en cualquier campo de Ucrania.
Fiasco en el campo de batalla
Quizás el mayor fiasco de Rusia hasta el momento ha sido el estrictamente militar. Hay casi unanimidad entre los expertos miltares del mundo. La estrategia rusa ha fallado. Pese a que su ejército ha tomado varias ciudades como Irpin, Jersón o Mariúpol, puntos clave del país como la capital, Kiev o Járkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania, resisten a los ataques. Y es que la resistencia ucraniana es una de las claves en la contención de los rusos hasta la fecha. Tras un mes de guerra, Rusia ha perdido un 10% de sus tanques. Los problemas logísticos, achacados a averías mecánicas y simples dificultades de atasco, fueron el principal motivo del estancamiento del convoy vía a Kiev. Así, estan sufriendo escasez de combustible, además de alimentos para los militares que se desplazan.
En el terreno humano, fuentes no oficiales cifran ya en torno a las 15.000 bajas. Una cifra inimaginable para una guerra rápida como esperaban. Entre esas bajas hay que señalar las de 7 generales, que han sido abatidos por francotiradores del ejército ucraniano o muertos por los bombardeos: Maj Gens Tushayev, Andrei Kolesnikov, Vitaly Gerasimov, Andrei Sukhovetsky, Oleg Mityaev, Andriy Mordvichev y hoy mismo Yakov Ryezantsev.
Escandalosa cifra de niños desplazados en Ucrania
Con todos los matices de una situación bélica compleja, en las últimas horas EE.UU ha afirmado que se han producido incluso algunos avances de las tropas ucranianas en el norte, donde las puntas de lanza rusas en torno a Kiev han sido no sólo frenadas, sino que en algunos casos han tenido que replegarse hasta 35 kilómetros en la zona de Irpín ante la pujanza de la contraofensiva y la falta de alimentos, gasolina y motivación de la tropa de Moscú.
El espíritu de combate ucraniano, incluso en áreas ya ocupadas, como la ciudad de Jersón, en el sur de Ucrania, se interponen en el camino de los tanques rusos con banderas ucranianas. No es menor el detalle del apoyo militar internacional: armas antitanques y sistemas antiaéreos que Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países de la OTAN han entregaron a Ucrania. Sin estas armas defensivas, Rusia podría haber invadido un área mucho más grande de Ucrania. Pero en este momento están muy atascados. Adiós al sueño de Putin de una guerra rápida.
La sombra del crack financiero
Las sanciones de Occidente a Rusia están efectivamente minando la salud de las finanzas del Kremlin. Hasta el punto de que el fantasma del primer default de deuda rusa desde la Revolución Bolchevique de 1917 ha merodeado por el ambiente inversor. Las tres grandes agencias de rating; Standard and Poor’s (SP), Moody’s y Fitch Rating, han coincidido en avisar de una quiebra ineludible, de una economía en espiral de recesión y con un rublo bajo un acuciante hundimiento cambiario.
Pérdida subita de valor de los acreedores de Rusia desde la invasión y las dudas sobre un vencimiento el pasado miércoles del pago de 117 millones de dólares a bonistas son solo la punta del iceberg. El cierre de los bancos rusos al sistema de transferencias SWIFT. La fuerza centrípeta de las sanciones occidentales señala a unos pagos de más de 150.000 millones de deuda –soberana, emitida por el Tesoro ruso, y corporativa, de sus principales emporios– que están denominadas en divisas extranjeras, cuyo uso tiene prohibido Rusia en las plazas exteriores. El reloj de los impagos ha empezado a funcionar entre los inversores de bonos, aunque, de momento, haya salvado su cuenta atrás inicial, un alargue de la guerra será una asfixia total de la economía rusa y, también, una afectación sin precedentes a la economía europea.
Rusia podría quedar fuera del G-20
Fitch Ratings anticipa que el default es “inevitable”, mientras el mercado de bonos concede un 70% de opciones de que ocurra este año. El rublo sigue en caída libre, hasta un 35% por debajo de su valor respecto al dólar de comienzos de año. Desde el 24 de febrero Rusia ha sido la nación más castigada en el mundo, sobre todo por la interrupción de acceso del sistema financiero, tanto a sus principales entidades privadas como a su banco central, para operar con activos en dólares, euros, libras o yenes. El abandono del país de más de 300 compañías hará saltar la tasa de paro, en un país que se encontraba con pleno empleo (4,3%) antes de la incursión armada. Al igual que el IPC, ante las expectativas de un frenazo drástico del consumo, que saltará hasta el 28% a finales de 2022 y a otro 28% en 2023.
Aislamiento internacional
A día de hoy Rusia tiene un único as debajo de la manga: el gas que calienta en cierto modo a media Europa. La venta de ese gas es posiblemente la gran razón por la cual Occidente no ha perpetrado mayores amenazas a Moscú. Tanto Europa como Rusia se necesitan, los continentales para obtener la energía procedente de su ‘enemigo’ (el 40% de las importaciones) y Rusia porque esa entrada de dinero es básicamente la que sostiene el país y la maltrecha economía en esta guerra. Paradojas de la política. En ello trabajan EEUU y Europa, que ya estudian como reducir la demanda de energía rusa para estrangular más a Moscú. Biden se encuentra hoy en Polonia analizando con sus socios posibles sanciones a Rusia.
Mientras tanto, Rusia volvió a quedar aislada en el panorama diplomático. Ayer jueves, en la Asamblea General de la ONU, se aprobó una resolución, la segunda en menos de un mes, que pide el “cese inmediato” de las hostilidades rusas en Ucrania y el fin de los ataques contra civiles. Con 140 votos a favor, 5 en contra y 38 abstenciones, la comunidad internacional aprobó esta nueva resolución presentada por Ucrania, y promovida por México y Francia, sobre las “consecuencias humanitarias de la agresión”. Turquía, aliado histórico de Rusia, está de medio perfil, y poco más salvo dictaduras en tercer mundo. Y China, el dragón puede tener la clave de la financiación si la guerra se alarga… pero de momento, su papel es de mero mediador.
En el mientras tantos, cientos de Multinacionales han abandonado o cancelado temporalmente operaciones en Rusia. A ello hay que unirles la dificultad de retirar dinero en cajeros automáticos y la no anecdótica limitación de redes sociales y plataformas de entrenimiento de streaming como Netflix o Prime Video, que afectan de primera mano al ruso civil. ¿Hasta cuando podrá soportar la presión el Kremlin?
División interna
Y finalmente, la suma de todas las derivadas anteriores nos conduce a la que puede ser la clave de lo que pueda pasar en Rusia las próximas semanas o meses. ¿Qué pasa al interior del país? De momento la situación interna parece que la controla Putin aún sin demasiadas protestas. Pero es cierto que cada día que pasa el descontento y el desconcierto es mayor. Pronto empezarán a llegar miles de ataudes con jóvenes muertos a Moscú. Pronto la gente no podrá comprar comida o se cansarán de no poder ver sus programas favoritos en streaming.
De momento las voces críticas de rusos con Putin están más por fuera del país que dentro. Miles de ricos abandonaron Rusia en el último mes. En las calles no hay sino alguna movilización esporádica y sin demasiada trascendencia. El Kremlin controla bien la propaganda y los medios.
¿hay riesgo de golpe de Estado contra Putin? En el corto y mediano plazo es improbable. Putin de momento no corre un riesgo inmediato. La oposición rusa es casi inexistente y proviene sobre todo de los oligarcas de la era de Yeltsin que tienen poca influencia política y se sienten intimidados por los hombres de seguridad que rodean a Putin. A nivel interno, hace dos días se produjo la primera dimisión significativa dentro del bloque duro. Anatoli Chubáis, uno de los hombres que marcaron la carrera de Vladímir Putin hacia el poder, renunció y abandonó el país junto a su esposa rumbo a Turquía.
La clave de la situación interna de Rusia dependerá de si el conflicto se prolonga semanas o meses, y cuanto más tiempo pase, medalla de honor para el presidente Zelenski y una palada de arena en la tumba del oligarca de los oligarcas rusos, Vladimir Putin.