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Las “zorras” de Bogotá a punto de desaparecer


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En las calles y autopistas de su capital se producen situaciones que llevan a los más de ocho millones de habitantes de Bogotá a compartir el espacio urbano con cerca de 2.500 “zorras”.

El surrealismo mágico de Gabriel García Márquez no es del pasado ni pertenece al mundo rural de Colombia. En las calles y autopistas de su capital se producen situaciones que llevan a los más de ocho millones de habitantes de Bogotá a compartir el espacio urbano con 1,5 millones de automóviles y cerca de 2.500 “zorras”.

Las “zorras” no son otra cosa que vehículos de tracción animal, tirados por desgastados y maltratados caballos, pero que están a punto de extinguirse porque las autoridades ya han dado un ultimátum: se deben cambiar las “zorras” por otro sistema de transporte.

Estas carretas, que pueden cargar hasta mil kilos de mercancías, son utilizadas por personas que transportan chatarra, botellas y productos reciclables recogidos en las calles y que después venden en diferentes puntos de la ciudad para obtener un ingreso mínimo que les permite mantener a las familias.

Los ciudadanos de Bogotá han venido sufriendo desde hace una década grandes cambios y trastornos en su movilidad por el feroz incremento de vehículos privados, un problema que no ha sido resuelto con el sistema de transporte masivo de autobuses articulados, ya que no cubren toda la ciudad, y que tiene un agravante con la circulación de las “zorras”.

La Alcaldía de la capital ya ha entendido que las “zorras” no pueden seguir en la ciudad y, para ello, decretó que deben ser retiradas antes del 31 de enero de 2013, una orden que no ha sido bien recibida por los “zorreros”, quienes argumentan que los van a dejar sin la herramienta que les permite tener un sustento económico.

Todo este proceso de cambio ya se realizó en Medellín, la segunda ciudad más grande e importante de Colombia, donde hace más de un año los “zorreros” abandonaron sus vehículos de tracción animal para cambiarlos por los nuevos automotores.

Por eso, aunque el alcalde bogotano, Gustavo Petro, todavía no ha definido cuál será el sustituto de los equinos, la opción de los vehículos automotor con capacidad para transportar 750 kilos de carga se perfila como la más posible para zanjar el debate surgido en torno a la situación de maltrato al que son sometidos los animales.

Y es que los caballos trabajan día y noche, cabalgan por el asfalto, entre la contaminación de la ciudad, arrastran una pesada carreta y les hacen galopar, en ocasiones, como si de una guerra épica de caballería se tratara.

Precisamente, el pasado 15 de agosto murió un ejemplar deshidratado y abandonado en medio de una zona financiera y comercial bogotana, esperando una ayuda que nunca llegó.

EN BUSCA DE ADOPTANTES DE CABALLOS EN BOGOTÁ.

Este problema sobre qué hacer con los caballos se ha sumado a la protesta de los “zorreros” que consideran que la prohibición acabará con su economía, ya que en muchos casos no saben conducir un vehículo con motor y, además, no podrían cargan tanta mercancía.

En respuesta a la situación de los caballos, la Alcaldía ha puesto en marcha una campaña llamada “Adopta a un amigo”, por la que cualquier colombiano que tenga capacidad económica para hacerse cargo de un equino podrá quedárselo.

Y sobre los otros problemas que denuncian los “zorreros”, las autoridades se han comprometido a enseñar a conducir o manejar vehículos a todos aquellos que se desprendan de sus carretas y de los animales.

En declaraciones a Efe-Reportaje, Ricardo Mora, gerente veterinario para Suramérica de la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA), entidad encargada de gestionar el proceso de adopción, explicó que ésta es la mejor opción para los animales.

“Se está promoviendo una figura que es la toma en custodia de los animales, la persona firma unos compromisos y la WSPA, como entidad internacional, va a auditar el proceso de adopción. Esta sería una forma para prevenir que los animales sean maltratados o usados para cosas diferentes, por ejemplo que sean comercializados”, indicó Mora.

Y agregó: “actualmente estamos trabajando con la Secretaría de Movilidad de la Alcaldía de Bogotá en lo que se llama jornada de verificación plena, y en la que cada carretero (“zorrero”) da sus datos y se inscribe. Posteriormente se clasifican los caballos por medio de un microchip y todas las características físicas que tiene el animal”.

El proceso de verificación de los caballos comenzó en julio y llevan más de mil caballos registrados en las distintas localidades de la capital colombiana, según el veterinario.

Ante esta situación, los “zorreros”, que han protagonizado protestas en los últimos meses, han entendido que no tienen opción y han comenzado a interesarse en los programas de capacitación de la Alcaldía y las entidades encargadas.

Una vez salgan las “zorras” de Bogotá tan sólo cabalgarán por las calles de la capital los caballos de la Policía Nacional de Colombia, que si bien también están expuestos al tráfico y a la contaminación, sin duda están mejor alimentados y tratados por sus propietarios.

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