El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima de que América Latina va a crecer hasta el año 2020 a un ritmo anual de 1,7 por ciento. Esta cifra supone menos de la mitad del 4 por ciento registrado durante la década de 2003 al 2013, por lo que parece urgente invertir en infraestructuras y adoptar importantes reformas fiscales.
Para este año 2016, se prevé una contracción del 0,3 por ciento, afectada por la reducción de los precios de las materias primas, por la desaceleración de la economía del gigante asiático, China, y por un envejecimiento de la población de dichos países. Según el informe macroeconómico que el BID ha realizado para su reunión anual.
Un gran lastre de dicha contracción es Brasil, cuya economía está previsto que registro crecimientos negativos hasta alcanzar el 3,8 por ciento durante este año. Según los cálculos del BID, cada 1 por ciento de disminución del crecimiento de China, impacta en América Latina con una reducción del 0,6 por ciento de su crecimiento.
Como consecuencia de estos datos presentados por el BID, se plantean realizar importantes reformas fiscales que se ven inevitables en el momento de una reducción de ingresos tan importantes.
Muchos de los países de latinoamérica se ven en la difícil situación de tener que actuar de manera inminente y exponerse a fuertes ajustes más complicados en el futuro como están realizando la mayoría de los países de Europa.
También hay buenas noticias por parte del informe de BID ya que existe un espacio para mejorar la eficiencia del gasto y realizar un nuevo balanceo de las políticas fiscales. Esto va a permitir mejorar el crecimiento y preservan los beneficios sociales que se han alcanzado en el transcurso de estos últimos años.
Los países latinoamericanos se han centrado en analizar el cambio climático, los desafíos energéticos y los problemas que puede suponer para la finanzas de las economías de algunos países de la región como los documentos de los ‘Papeles de Panamá’, sobre el uso de determinadas jurisdicciones como refugios fiscales.