Lavarse las manos es una de las prácticas de higiene que más ha beneficiado a la sociedad en el mundo de la medicina y de la salud. Este sencillo hábito, ha conseguido que se hayan salvado las vidas de millones de personas, ya que con solo un par de minutos se reduce enormemente el contagio y el traspaso de microbios y por tanto enfermedades entre los seres vivos.
Fue gracias al médico húngaro, Ignác Philipp Semmelweis, que esta práctica se estableció en todo el mundo al darse cuenta de lo perjudicial que era para las personas no hacerlo. A pesar de que siempre defendió la importancia que tiene lavarse las manos, no fue hasta después de su muerte que se reconoció este hecho llegando incluso a celebrarse actualmente cada 15 de octubre, el día mundial del lavado de manos.
Aunque puede parecer algo básico, deberíamos lavarnos las manos de manera mucho más frecuente. Si bien solamente nos ocupará unos segundos de nuestro tiempo, poner este procedimiento en práctica consigue que se reduzca enormemente acabar enfermo. Después de tocar un animal, tras ir al baño, antes de comer… Hay muchos momentos de nuestro día en los que tendríamos que lavarnos las manos casi de manera obligatoria.
Pasos para lavarse las manos correctamente según la OMS
1. Lavarse las manos puede parecer algo sencillo, pero hay que tener en cuenta pequeños detalles. La Organización Mundial de la Salud ha desarrollado unos pasos a seguir y el tiempo recomendable que hay que estar lavándose las manos para hacerlo de manera correcta:
2. Mojarse las manos con agua fría o tibia, y aplicar sobre superficie el jabón suficiente para cubrir toda la mano.
3. Frotar las manos entre sí, por toda su superficie e incluso entre los dedos y debajo de la uñas, hasta conseguir que haga espuma.
4. Extender la espuma del jabón por ambas manos por lo menos 20 segundos.
5. Enjuagarse las manos con agua limpia y sin dejar restos de jabón.
6. Secar las manos con una toalla limpia o al aire.
Lavarse las manos no es la única técnica que tenemos a nuestra disposición para evitar el contagio de enfermedades. Cuando no tenemos agua y jabón disponibles, usar un desinfectante también hace que se eliminen los microbios que arrastramos por las superficies de las manos. De igual modo, hay que ser conscientes de que los desinfectantes no son tan eficaces como lavarse las manos como antes hemos explicado, pero todo depende de con qué cosas ha estado en contacto una persona.