"Leer significa estar en otros": Mario Mendoza

El escritor bogotano Mario Mendoza, participará en el Hay Festival donde hablará del compromiso de la literatura, de su proceso creativo y de sus autores favoritos. El autor de “Satanás” y de “La importancia de morirse a tiempo” habló con Confidencial Colombia sobre su percepción del festival y el trabajo en la literatura.

Confidencial Colombia: ¿Cuáles son las ideas que usted quiere desarrollar en el conversatorio que tendrá lugar en el Hay Festival?

Mario Mendoza: El eje central es el compromiso, la escritura como una forma de resistencia. Quiero desarrollar dos ideas, la primera es que yo creo que la lectura cambia o modifica al lector; la persona que lee literatura es diferente porque significa ser muchas personas. Por ejemplo, uno lee “Crimen y Castigo” sobre Rodia Raskolnikov de Dostoievski, y ve lo que significa la pobreza de un joven universitario, marginado, aislado solo que se traga las calles siempre monologando y cómo puede la desesperación llegar a un punto en el que este joven bueno termina siendo un asesino que mata dos ancianas en un momento de nervios, angustia y desesperación. Entonces, ser Rodia Raskolnikov es algo que te cambia porque a lo largo de todo el libro estás dentro del personaje, estás dentro de su cabeza, conoces su intimidad, sabes que sólo tiene una amiga de prostituta a la que le confiesa su crimen.

Leer significa estar en otros, hacer parte de la vida privada e intima de otros, convertirnos en otros. El que lee, es muchos, es varios, se prolifera, se multiplica, se subdivide, se agiganta y uno reconoce eso en la conversación con un lector. El que lee tiene una fuerza especial, un tono una manera de ver, de sentir el mundo y al que no lee, también se le nota, es una persona reducida, ínfima cree que su punta de vista es única o que su manera de percibir la realidad es la única o la más importante emite juicios con facilidad el que lee sabe que es más difícil juzgar porque se pone en los zapatos de otros y ve matices. Yo creo que leer es un ejercicio de democracia y te hace menos intolerante. Y sacaré algunos ejemplos de esta idea.

La segunda idea es que, los patrones mediante los cuales medimos la riqueza ha cambiado y un país potente ya no es aquel que tenga mayor flujo de capital, entonces ahora es importante que su tasa de lectura per capita sea alta y que tenga altos niveles educativos, eso es riqueza inmaterial. La manera en la que se vive la riqueza ahora y que marca una diferencia es en lo que hay en la cabeza, en cuanto a educación y cultura. En Colombia tenemos bajos índices y no hacemos mucho porque tenemos “alfabetismo funcional” con personas que saben leer y escribir en teoría, pero que nunca pasa por una librería o biblioteca. Lo que yo creo, es que el compromiso de la literatura es una forma de crecimiento grupal, participativo y que genera un patrimonio inmaterial.

CC: ¿Qué perfil tienen sus lectores y qué perfil tiene usted como lector?

MM: Yo hago parte del género negro que es de choque, e incomoda a cierto tipo de gente. La literatura que yo escribo no es para todos, es para personas cansadas y agotadas de las mentiras, que están contra las cuerdas, hastiadas de la época que nos tocó vivir. Como lector me gusta la novela negra, pero me gusta la ciencia ficción y algún día me encantaría escribir eso o literatura para niños y jóvenes.

CC: Usted participará en el “Hay Joven” y colegas suyos como Carlos Framb, han dicho que usted entiende la juventud y es su compañero. ¿Cómo logra esto?, ¿Cuál es el secreto para atrapar jóvenes lectores a pesar de tantos distractores?

MM: Yo creo que yo no me he podido adaptar y estoy parado en el mismo punto donde me encontraba a los 19 años, no me he casado, no ingresado a la sociedad de manera productiva, seria, adulta y responsable como la gente espera. Yo creo que estar vivo es una experiencia extraña y a mí no me interesa adaptarme a lo que la sociedad impone como el gran cargo, el dinero, la familia y sus instituciones (porque es un sitio peligroso donde uno aprende a ser lastimado y aprende a maltratar también) y esas situaciones me dejan cerca de las personas jóvenes. La desilusión profunda de una modernidad que nos prometió equidad, igualdad, democracia, justicia y en todas falló, en todas mintió y nos engañaron, yo creo que una persona joven siente eso porque el adulto negocia, se acopla y cede y por eso me queda fácil entenderme con jóvenes, porque nunca he cedido en esos aspectos.

CC: ¿Existió algún libro, algún texto que en parte contribuyera a su decisión de ser escritor?, ¿Algún libro ha cambiado su vida?

MM: Yo creo que más que un libro fue mi profesor de literatura en el colegio, Eduardo Jaramillo, un gran maestro, teórico y critico de literatura norteamericana en el Colegio Refous y a mí me cambió la vida tener clases con él. Cuando fui profesor de literatura en la Universidad Javeriana durante 10 años, procuré transmitir a mis estudiantes una pasión parecida. Tenerlo de profesor fue algo inusual.

Yo soy malo para muchas cosas, para ahorrar, para producir, para cumplir horarios, soy un desastre en lo íntimo y lo personal, entonces profesionalmente, ¿qué me quedaba? La creatividad. En la creatividad pude ser despelotado y quizás entre más caótico y despelotado mejor, el genio creador sucede en medio del desbarajuste. Quien tiene todo claro, ordenado es pulcro y cuadriculado yo creo que difícilmente puede crear.

CC: Usted es de Bogotá y sus historias se desarrollan en ésta ciudad. ¿Conoce otra ciudad que comparta las características que le atraen de Bogotá?

MM: México DF. Yo creo que hay una hermandad entre Bogotá y el DF, siendo la última como una hermana mayor. El único lugar del mundo donde he sentido que no soy extranjero y me he sentido en casa sin añorar nada de aquí, es el DF. El ritmo es particular.

Yo recuerdo las dos primeras páginas de una novela de Carlos Fuentes que se llama “La región transparente” y hay un personaje que se llama Ixca Cienfuegos quien saluda todos los días al DF y son dos páginas memorables de la literatura latinoamericana; cuando las leí siempre me conmoví y cuando me bajé en el DF entendí de donde venían. Es la única ciudad, de resto siempre me siento un extranjero.

CC: ¿De qué autores empezó usted a alimentarse para consolidar su curiosidad por la ciudad y crear ese universo narrativo que nos propone?, ¿Qué autores sigue?

MM: Me alimenté en mis años juveniles de Paco Ignacio Taibo II, me parece el gran escritor de la novela negra en Latinoamérica, con temas policiacos. Helmer Mendoza, un narrador increíble con una novela que se llama “Un asesino solitario” y es una novela que desde que lees la primera página, te atrapa y no la puedes abandonar, no puedes dormir y tienes que seguir derecho hasta la madrugada con su lectura; a mí me causó un gran impacto el ritmo narrativo de ese escritor mexicano, después “El Gran arte”, una novela de Rubem Fonseca.

De los colombianos me impactaron dos escritores de los años 80. Antonio caballero que publica “Sin remedio” y un libro de cuentos que se llama “Gentecita del montón” de Roberto Rubiano Vargas. Estos dos escritores me parecieron muy curiosos y relataron una Bogotá fuerte, potente, dura, y me parecía que no estaba sublimada, no era una rosada, edulcorada, maquillada sino que había severidad y una contundencia que a mí me atraían mucho.

Antonio García, Ricardo Silva son escritores para mí muy atractivos hay una novela de García, un libro de cuentos que termina con una nouvelle que se llama “Animales domésticos” y a mí me parece una obra maestra de la literatura colombiana. Muchos poetas han trabajado también sobre la ciudad, por ejemplo Juan Manuel Roca fue uno de los poetas de mi juventud y que sigo leyendo hasta el día de hoy. Así muchos, Oscar Collazos, Roberto Burgos Cantor. Yo creo que la literatura colombiana es camaleónica y en la diferencia esta nuestra fuerza. La diferencia siempre significa fortaleza.

CC: ¿Y escritores en otros idiomas?

MM: Un autor que sigo permanentemente es Paul Auster, un autor norteamericano. Siempre he estado cerca de la literatura norteamericana porque me gusta la contundencia de la prosa en inglés y los narradores gringos. Siento que es rápida, veloz, donde abunda el punto seguido, punto seguido, coma, punto seguido y punto seguido otra vez, todo es muy vertiginoso y el inglés es un idioma preciso. Los latinos estamos más dados al barroco, a adornarnos y ser muy prosopopéyicos, a mostrar una exuberancia del lenguaje y a mí me gusta del inglés la precisión meridiana, casi matemática de su prosa. Entonces un Raymond Chandler, un Truman Capote el mismo Hemingway, Norman Mailer, son escritores que siempre he seguido y estudiado hasta llegar a Auster que es uno de mis preferidos.

CC: ¿Cómo descubre siempre algo nuevo y marginal en la ciudad?, ¿Cómo es posible no agotar el tema del nihilismo y la cultura de las masas que se presenta con las ciudades?

MM: Es muy raro porque yo no soy muy consciente de ese proceso. Yo creo que yo tengo el ojo muy entrenado para lo que está en el borde, entonces yo no hago esfuerzos, yo siempre me tropiezo con lo marginal. Todos los escritores o artistas tienen miradas muy distintas y cada quien tiene un rasgo particular, uno no debe ir en contra de ese talento y yo siempre miro el borde de manera automática. Hay mucho de inconsciente e irracional en ello.

Yo tomo muchas notas y escribo en cuadernos, libertas y hay miles de historias que encuentro, me seducen, conozco a los protagonistas y anoto eso. Pero muchas de esas historias se mueren, se van quedando en las libretas hasta que hay alguna que me obsesiona y me persigue y no me la puedo quitar de encima y hay alguna que me hace levantar en la madrugada y me condena hasta que la escribo.

Y así es como empieza el trabajo de campo, empiezo a rondar la zona, voy al barrio donde ocurre la historia, tomo fotografías, hablo con los vecinos, y trato de encarnar un poco los personajes y cuando ya el trabajo de campo, ”o metamorfosis” está hecho, entonces empiezo a narrar y allí viene la disciplina… allí soy muy disciplinado, yo creo que no hay forma de hacer escritura sino hay una profunda disciplina detrás. La ausencia de disciplina ha destrozado a buena parte de los escritores.

La novela es un género para sargentos entonces eso exige una disciplina total, esas ocho horas enfrente del computador indican que debes tener un cuerpo preparado para eso.

CC: ¿Qué opina de las redes sociales?, ¿Son útiles para los nuevos escritores?

MM: Depende del uso. El Facebook lo usan la mayoría desde una perspectiva narcisista que es peligrosa e inútil y allí está la superficialidad, la banalidad y trivialidad de las redes sociales; pero puedes dar un uso impactante. No se te olvide que la “Revolución de los jazmines” y el inicio de la “Primavera árabe” nació a través de las redes sociales. Si se cayó Gadafi, si se llevó a Mubarak a un juicio y si hoy en día, Al-Assad está contra las cuerdas en Siria, en buena parte es porque las redes sociales fueron bien utilizadas políticamente.

Además yo creo que es muy importante para la literatura, los lectores y los artistas, estar en comunicación con la tribu, con la gente que de alguna manera te está siguiendo. Entonces depende, te puedes alienar y volverte un cretino narcisista que babea frente al Facebook o te puedes volver una persona muy lucida que puede mover una gran dosis de opinión a través de las redes sociales.

CC: Usted aseguró también que el desarrollo del internet y lo virtual produjo una ampliación del concepto de lo “real”, ¿considera que se han creado nuevas emociones y sentimientos con el desarrollo mismo del internet?

MM: En internet también puedes ser muchos. En “La importancia de morir a tiempo” hay varios apartados al respecto y yo creo que sí, que lo virtual es una ampliación de lo real. Puedes tener un activismo a través de las redes sociales y el uso del internet. A mí me parece impensable estar hoy día fuera de las redes sociales, sea cual sea, e impensable en términos generales estar por fuera del internet, es imposible, es un lugar de comunión con mis lectores donde ellos tienen acceso a mis pensamientos y mis textos de manera más rápida y gratuita.

CC: ¿Cuál es el propósito de su libro “La importancia de morir a tiempo”?

MM: Muchos pero principalmente dos. No sabemos amar y no sabemos cómo morir. Sobre las dos cosas más importantes de la vida, no tenemos ni idea cómo comportarnos, razón por la cual en el amor aprendemos a las malas, es decir, todos nosotros hemos aprendido del amor dando tumbos y cometiendo errores, salidos de control; muchas veces arrepentidos de nosotros mismos porque no somos dueños de nuestras emociones y no sabemos amar bien, no sabemos querer correctamente. Nos enseñaron a ser posesivos, a ser celosos y otra cantidad de imbecilidades que deberíamos controlar rápidamente y no sabemos cómo hacerlo porque somos analfabetas del amor, nos dejamos basar por la publicidad y eso para atraer y estar en el mercado. De la misma manera que no sabemos amar y no sabemos cómo comportarnos en el sexo y en el amor, tampoco sabemos morir. No hay una educación para la muerte. Cuando toca enfrentar la muerte hay una desilusión terrible.

CC: El dicho popular dice que “nadie muere antes de su hora”, estéticamente hablando, ¿es posible morir en un momento inadecuado?

MM: Yo creo que hay gente que se muere antes de tiempo. Hay gente suspendida en la nada, hay gente que ve televisión 8 o 10 horas al día, gente que anda en pantuflas y que está por ahí sentada en el parque sin saber qué hacer con su vida y eso es morirse antes de tiempo. Los pensionados son un ejemplo, si uno va a vivir una vida típica de pensionado pues mejor robar un banco, ¿no?, por lo menos se va a la cárcel y tiene un parche en la cárcel y le toca llevar una vida de presidiario que es por lo menos diferente (risas).

CC: ¿Está de acuerdo con el suicidio, de la eutanasia, de la decisión y el derecho de morir?

MM: Absolutamente de acuerdo. Creo que hay un momento en el que la vida es indigna. La vida tiene sentido siempre y cuando las condiciones sean optimas. Pero hay situaciones en las cuales la vida ya es insoportable, yo creo que ahí es perfectamente válido tomar una decisión y despedirse de esto y suicidarse. Al mismo tiempo, pienso también que al final hay un momento para hacerlo si sabes por ejemplo que estás enfermo, y que tienes como un tiempo límite, porque hay un momento en el que la enfermedad termina minándote los estatutos de la enfermedad y ya tú no eres tú, estás disminuido. Para suicidarse se necesita tener un “yo”, y cuando estás enfermo ya no tienes ese “yo” y ya no hay voluntad, ya no sabes cómo. De alguna manera, decidir cuándo es el tiempo de morirse les ahorra mucho dolor a las personas que te quieren y te ahorra mucho dolor a ti mismo. No creo que sea conveniente o positivo el sufrimiento.

CC: ¿Cree en la reencarnación?

MM: Estéticamente sí porque es muy bello. A mí no me interesa si es verdad o no, y la idea es tan bella y estética que no me importa si es cierta o no.

CC: ¿De qué se trata el “Proyecto Frankenstein”, su blog en internet?

MM: Yo abro el blog por angustia primero, porque me siento mal, porque no sé qué hacer, no puedo salir a la calle y hacer una huelga que a la gente le importe. El ataque que realizó el Wall Street en el 2008 era vergonzoso, era más que indignante, era para salir a poner bombas y me pareció que iba a generar tanta miseria y pobreza. Luego mi angustia con lo de la “Primavera árabe” y el movimiento de los indignados, me hizo sentir que yo necesitaba responder también lo que estaba sucediendo y la manera de sumarme fue con el blog. Muy lentamente me di cuenta que habían personas como yo. La hipótesis, es que nosotros solos, a un lado, somos miembros desechos, pero si nos unimos podemos formar un cuerpo que funcione bien y funciona, porque tengo buenos índices de lectura y gente con la cual comparto como un sentimiento de ir empujando en una dirección común.

CC: Leyendo un texto suyo sobre su hermana Julieta. ¿Cómo es su relación con la ficción? ¿Considera que toda realidad a su vez tiene un poco de ficción?

MM: Es un texto biográfico. Pero cuando yo estoy haciendo literatura tengo claro que estoy en una inter dimensión, entonces no me interesa qué es o no es verdad, sino que me preocupa la verosimilitud, porque soy además un autor de literatura, no soy un cronista, o soy una persona que hace periodismo. En este caso es biográfico pero en otros casos hay textos que son literarios, con algún contenido real.

CC: ¿Cuál será su próximo lanzamiento? Sabemos que está asociado con una ilustradora, ¿de qué se trata?

MM: Estoy trabajando un libro para jóvenes, en una franja entre los 8 a 10 años. He ido mucho tiempo a colegios de todos los estratos y zonas de Bogotá y siempre me causa un poquito de estupor ver a todos esos chiquitos con sus loncheras y siempre me dije que iba a escribir algo para ellos e iba a dejarles algo potente. Eso es lo que se viene dentro de unas dos o tres semanas, pero no con la editorial de siempre sino con una editorial independiente que reabrimos ahora con un amigo editor.

CC: ¿Cómo es su relación con el cine?

MM: Yo trabajé mucho con Rodrigo Triana por espacio de 7 años y nos fue tan mal y tuvimos tan mala suerte que yo entendí que lo mío no era eso y que lo que yo debo hacer es literatura. Y si alguna vez a algún director le gusta algún libro y quiere hacer una película, pues yo estaría de acuerdo.

CC: ¿Qué libro, película y disco es imprescindible en su biblioteca?

MM: Son muchos. No podría tener una biblioteca sin “El cuarteto de Alejandría” de Lawrence Durrell; “Perro fantasma” de Jim Jarmush que nunca me canso de repetir y repetir; y me gusta mucho “Nach” el rapero español que visitó hace poco a Colombia.