Mientras el presidente Santos afirma que una unidad especial del CTI investigará el atentado contra el periodista de la revista Semana Ricardo Calderón, las organizaciones de libertad de prensa muestran su preocupación por una nueva amenaza contra reporteros en el país. Calderón, un profesional que nunca ha creído en los esquemas de protección para no sacrificar su independencia periodística, investigaba irregularidades en la cárcel militar de Tolemaida cuando fue agredido por desconocidos.
Si a Ricardo Calderón lo hubieran asesinado, el país estaría de nuevo ante un hecho de violencia incomprensible: la muerte de un reportero de primer nivel a manos de sicarios que pretendían callarlo. Él volvía de Girardot el miércoles en la noche. Durante todo el día hizo labores de reportería sobre un tema que ha escandalizado de nuevo al país: las irregularidades que a diario se presentan en la cárcel de Tolemaida, al punto de que el ministro de Defensa ha ordenado su cierre.
En la noche, dos desconocidos los llamaron por su nombre mientras se bajaba de su carro. De inmediato dispararon cinco balas que, por fortuna, no lo impactaron. Calderón pudo refugiarse en su vehículo blindado y salir ileso del atentado. “Después de hacer una reportería en Girardot con algunas fuentes paró en un peaje y lo abordaron dos desconocidos, lo llamaron por el nombre y le empezaron a disparar y él alcanzó a reaccionar”, relató el director de Semana, Alejandro Santos.
“Ricardo Calderón fue objeto de un atentado, resultó ileso. Rechazamos cualquier tipo de intimidación a nuestros periodistas y colaboradores”, escribió en su cuenta en Twitter esa misma noche la revista. De inmediato, se prendieron las alarmas en la institucionalidad, pues otro reportero era amenazado en el país.
“El atentado contra Ricardo Calderón es repudiable”, dijo el presidente Santos este jueves. “Vamos a reunirnos con los comandantes, queremos que digan la verdad. Vamos a colaborar con las autoridades iniciales para que se establezca la verdad. Seremos los primeros en aportar para que esa verdad se dé en esta investigación”, dijo, por su lado, el general Alejandro Navas, comandante de las Fuerzas Militares.
El ministro del Interior, Fernando Carrillo, se manifestó sobre el hecho a través de su cuenta en Twitter. “Lamentamos mucho el atentado contra el periodista Ricardo Calderón. Atentar contra la libertad de expresión es un acto máximo de cobardía”, dijo el jefe de la cartera política tras conocer el hecho.
Por su parte, las organizaciones de defensa del derecho a la libertad de prensa evidenciaron su preocupación por el atentado. A través de un comunicado, la FLIP ” condena este atentado y se solidariza con Ricardo Calderón y SEMANA. Le solicita a la Policía y a la Unidad Nacional de Protección brindar las medidas de protección, y le pide a la Fiscalía tener en cuenta dentro de las hipótesis investigativas de este atentado, las investigaciones periodísticas que Calderón venía realizando”.
Ricardo Calderón ha sido, según dicen quienes lo conocen, un reportero que le huye a los esquemas de protección y no tiene afán de protagonizar las historias. “Nunca ha tenido, ni ha querido, reconocimiento público por su labor. No hay firma en sus trabajos. Su crédito, en letra menudita en la bandera, es quizás la única prueba de su existencia dentro de un gigante editorial del cual él ha sido -sin aspavientos- uno de sus motores”, escribió Daniel Coronell en una columna escrita el año pasado.
Ingresó a Semana como redactor de deportes y convenció a sus jefes de que podía combinar los escritos sobre fútbol con labores de reportero de orden público. Destapó el fenómeno de las chuzadas, tanto por parte de la policía como del DAS y demostró que “Santa Fe de Ralito (“de relajito” tituló SEMANA en aquella ocasión) se había convertido en una mezcla de Caguán con Catedral. Los negocios ilegales de los cabecillas narcoparamilitares se hacían en medio de bacanales desde un burladero amparado por el Estado”, según Coronell.