Pocas cosas son tan comunes a todos los seres humanos como el malestar físico y mental que sucede a esas noches de excesos alcohólicos que vacaciones son aún más frecuentes que en otras épocas del año. Por esa razón, todas las culturas han intentado hallar por diversos medios la clave para evitar, o al menos soslayar, el dolor post-alcohólico.
Antes de que la ciencia comenzase a proporcionar pistas más acertadas sobre la mejor manera de enfrentarse a la resaca, muchas de estas estrategias obedecían a cierta superstición que, no obstante, se basaba en ciertas nociones en apariencia no tan descabelladas, como la predilección por los alimentos contundentes o realizar ejercicio físico.
Hoy en día, muchas de estas medidas llevadas a cabo por nuestros antepasados han quedado como meras curiosidades de la Antigüedad, aunque son todo un revelador tesoro para aquellos que muestren cierto interés por la antropología y las costumbres de nuestros dipsómanos predecesores. ¿De qué disparatadas maneras se enfrentaban al exceso alcohólico?
Freír un canario y comérselo
Plinio el Viejo ha pasado a la historia por sus textos históricos y científicos –especialmente, su Historia Naturalis– y, en menor grado, por su carrera militar en la Antigua Roma, pero también aseguró haber encontrado el remedio definitivo para la resaca. Se trataba de coger un canario, decapitarlo, arrancarle las plumas (esto es opcional, pero recomendable) y echarlo a la cazuela. E ingerirlo, claro está.
Los tallarines del borracho
Si algo tienen en común todas estas recetas milagrosas para evitar las nauseas y la desazón alcohólica es que son capaces de encontrar en la gastronomía local remedios universales. Es lo que ocurre con los llamados pad ki mao, es decir, los “tallarines del borracho” de Tailandia, y que destacan por ser especialmente picantes. Se cocinan con fideos de arroz, salsa de soja, salsa de pescado, ajo, carne, marisco, brote de soja y también chile, pimientos y albahaca. ¡Ufff!
Pulmones de oveja
La Grecia Clásica nos dio las matemáticas, la filosofía, la arquitectura y la geometría y, también, el remedio más asqueroso para enfrentarse a la resaca: alimentarse con pulmones de oveja, aliñados con unos huevos de búho. Suena a brujería, pero estos pulmones, que están prohibidos en Estados Unidos desde el año 1971, son uno de los componentes más habituales de los haggis escoceses.
Hacer el amor
Muchos de estos remedios tienen en común cierto carácter hedonista. Algo que también ocurre con este, resumido por el novelista y poeta inglés Kingsley Amis, autor de La suerte de Jim (Lumen), en las siguientes frases: “si tu pareja o tu mujer está a tu lado, y (por supuesto) si le apetece, realiza el acto sexual tan vigorosamente como puedas”. Como ocurre con otros consejos semejantes, el ejercicio físico puede resultar sanador (y placentero): “El ejercicio físico te hará bien y –en el caso de que disfrutes del sexo– te sentirás entonado emocionalmente”, añadía el catedrático de Cambridge.
No hay que olvidar el carácter irónico de estos consejos, ya que como recordaba el padre de Martin Amis, este remedio no funciona si nos encontramos en la cama con quien no debemos –ya que “la vergüenza y la culpa son parte de la Resaca Metafísica”– y no debemos intentar suplir con nuestras propias manos el papel de la pareja.
Té de excremento de conejo
Los cowboys que formaron parte de la avanzadilla en la conquista del Oeste tenían su propia manera de hacer las cosas, como demuestra esta receta, consistente en remojar los excrementos de los conejos en agua caliente e ingerir dicho líquido. O al menos, eso afirma la leyenda. Desconocemos si John Wayne utilizaba este método para paliar el dolor ocasionado por el tequila añejo Sauza Conmemorativo, su preferido.
Katerfrühstück, el desayuno de la resaca
En todas partes cuecen habas, y si en Asia tenían sus tallarines infalibles, de algo semejante pueden presumir en Alemania. El arenque crudo es el componente principal de este plato, al que han de añadirse pepinillos y ajo. Una receta que nos hace sospechar que el auténtico objetivo de muchos de estos ágapes consiste, básicamente, en forzar el vómito para limpiar el estómago de alcohol.
Pene seco de toro
Los sicilianos juegan según sus propias reglas gastronómicas, como es el caso de este plato que tenía como objetivo recuperar la virilidad perdida en el torbellino alcohólico. Hoy en día, ciertas barritas para perros siguen haciéndose a partir del pene de toro, y conllevan graves riesgos de salud para el animal (o para aquel que ingiera dicho producto).
Umeboshi
Con este nombre se conoce al encurtido del ume, una variedad de ciruela. De sabor muy ácido y salado, los japoneses utilizan este plato para tratar el resfriado, pero también la resaca. Tiene sentido: la pérdida de electrolitos puede ser paliada con el consumo de grandes cantidades de sal, por lo que las bebidas isotónicas o este plato pueden contribuir a recuperar lo perdido en una noche de parranda.
Lamer el sudor
Algunos entrenadores sugieren que un ejercicio moderado puede contribuir a acabar con los efectos perniciosos del alcohol, ya que ayuda a eliminar los tóxicos con mayor velocidad, a través del sudor. Eso sí, siempre que no nos excedamos e hidratemos correctamente nuestro cuerpo, ya que la resaca implica un importante proceso de deshidratación.
Otros directamente recuerdan que el ejercicio suele ser pernicioso, puesto que agravar la deshidratación empuja a bajadas de tensión y arritmias cardiacas. Los nativos americanos animaban a sudar la resaca, pero también, a chupar el sudor y a escupirlo. Para el que sienta prejuicios alimenticios ante el sudor, los indios también sugerían comer seis almendrasantes de comenzar a beber.
Enterrarse en la arena
El consejo más heterodoxo de una lista que no se caracteriza precisamente por su convencionalidad. Según la mitología irlandesa, la mejor manera para aliviar los efectos de la ingesta alcohólica consiste en enterrarse hasta el cuello en la arena del río. Se trata de uno de los remedios que tienen más sentido, ya que debido a que las aguas de los torrentes irlandeses es particularmente fría, esta técnica causaría efectos semejantes a los de una ducha fría, que no soluciona nada pero relaja.
Tomado de El Confidencial