Los chipriotas dieron una nueva lección de disciplina, y a pesar de las numerosas vicisitudes que deben afrontar para poder gestionar sus finanzas por las draconianas restricciones al movimiento de capital, la segunda jornada de bancos abiertos transcurrió en calma idéntica a la primera de ayer.
Tan solo ante las sucursales del Banco Popular (Laiki), cuyo futuro está sellado porque ha entrado en proceso de liquidación, se formaron colas mayores, el resto de los bancos pudieron operar con relativa normalidad.
Mientras los ciudadanos se adaptaban a su nueva situación, el presidente, Nikos Anastasiadis, lanzó un mensaje rotundo de cara a los escépticos, dentro y fuera del país, respecto al futuro de Chipre en la eurozona.
“No tenemos ninguna intención de salir del euro”, dijo Anastasiadis en una asamblea sindical, para añadir que “en ningún caso se va a experimentar con el futuro de nuestro país”.
Con ello respondía a los planteamientos de algunos partidos de la oposición, que han pedido buscar soluciones fuera de la troika de acreedores o incluso en la convocatoria de un referéndum para evitar que la economía del país caiga en una espiral de recesión.
Por el momento la necesidad inmediata de solucionar los problemas económicos más directos parece eclipsar lo que podría ser el germen de un amplio enfrentamiento político.
En esta segunda jornada de bancos, que para la mayoría de las entidades era la última de la semana -solo los bancos cooperativos abren en sábado, y el lunes es festivo-, lo que contaba era resolver el sinfín de problemas pendientes a últimos de mes.
En el programa matinal de la cadena pública de televisión RIK, el gerente del Banco Central de Chipre, Yangos Dimitriu, intentó resolver algunas dudas que se plantean los ciudadanos estos días, y prometió que las restricciones acabarán “lo antes posible”.
En principio, está previsto que los controles de capital impuestos tengan una vigencia inicial de una semana, pero la mayoría de los expertos y políticos parten de que se prolongarán por algún tiempo.
El ministro de Exteriores, Ioannis Kasulidis, dijo ayer incluso que prevé que estén en vigor “aproximadamente durante un mes”.
Además de las restricciones más visibles, como la prohibición de retirar más de 300 euros al día o de 5.000 euros para las empresas, los ciudadanos afrontan un sinfín de vicisitudes, sobre todo porque las restricciones coinciden con el fin de mes y de trimestre.
Uno de los problemas que se plantean es el pago de facturas pendientes que, según aclaró Dimitriu en el citado programa matinal, solo podrán efectuarse por transferencia si el destinatario tiene cuenta en el mismo banco.
Pese a todo, la capacidad de resignación que han demostrado los chipriotas estos días no solo ha sorprendido a los observadores ajenos, sino a políticos y responsables de la banca, que ayer en un coro unísono alabaron la enorme “madurez” con la que la población afronta la crisis.
Una vez superada la primera fase de adaptación se demostrará, sin embargo, si la cohesión social se mantiene, pues el acuerdo con el Eurogrupo divide a los ciudadanos en tres categorías, como señalaba esta mañana una oyente en el programa de RIK.
“No entiendo por qué no han decidido algo que nos trate a todos por igual. Así podríamos demostrar patrióticamente que entre todos sacamos al país de la crisis. Pero la solución de diferenciar entre unos clientes bancarios y otros no es justa”, se lamentó la oyente.
Con esto aludía a que la reestructuración bancaria prevé la liquidación del Banco Popular y la reestructuración del Banco de Chipre, pero que deja a salvo el resto de entidades.
Por si fuera poco, los chipriotas deberán digerir ahora informaciones que apuntan a que parte de la situación en la que se encuentran estos bancos se debe a las prebendas que repartieron entre las clases dirigentes.
Una comisión de investigación deberá esclarecer informaciones publicadas en la prensa, según las que los principales bancos condonaron deudas de políticos, empresarios y sindicalistas.
Con EFE